Cofeco y las adivinanzas

Francisco Rodríguez / Índice Político

No obstante los grandes progresos de la civilización moderna plasmados en el avance tecnológico, a pesar del ateísmo, el materialismo, el racionalismo, el existencialismo y el hedonismo que caracterizan al humano de hoy, en la Comisión Federal de Competencia (Cofeco) parecieran tomar decisiones sólo después de consultar a la ouija o a una bola de cristal.

A lo mejor me equivoco y sus fallos nada más son previamente consultados en Los Pinos… a lo mejor.

Pero, de acuerdo a las declaraciones de sus comisionados y muy en especial de quien formalmente los encabeza, el señor Eduardo Pérez Motta –experto en eso de conjugar el “verbo” hubiera– todo indicaría que más que con proyectistas, en dicho órgano regulador trabajan con adivinos.

Le comento esto luego de que usted y yo conocimos el fallo adverso y posterior desmentido de la Cofeco sobre la adquisición del 50% de las acciones de la telefónica Iusacell, propiedad de Grupo Salinas, por parte de Grupo Televisa.

Adverso, porque la Comisión negó que tal operación se diera al considerar que “puede dañar la competencia en televisión abierta y restringida”, lo que de plano es adelantarse a los tiempos, amén de confundir peras con manzanas pues de lo que se trata es de unir esfuerzos en telefonía.

Arguye –que no argumenta– la Cofeco que, por tener ambos grupos concesiones en televisión, pudieran coludirse (un verbo muy fuerte) en ese y otros mercados.

Pero, como la popular Chimoltrufia, como dicen una cosa los señores comisionados, también dicen otra.

En su fallo señalan que “en telefonía móvil –la concentración planteada por ambos grupos—no origina riesgos para la competencia; al contrario, una inyección de capital a Iusacell puede redundar en una competencia más vigorosa a favor de los usuarios”, aunque…

De ahí brincan, inopinadamente, a la televisión:

La Cofeco dice que “una menor competencia en televisión abierta encarece la publicidad, lo que incrementa el costo de los bienes de consumo que usan esta publicidad (sic) y por lo tanto reduce el bienestar de los consumidores”. Tal sería verdad si se tratara de una fusión entre las televisoras, pero no es el caso. El motivo para rechazar la autorización parece más bien un castigo ex ante o, dicho de otro modo, la condena por la comisión de un delito que no se ha cometido. Así son los adivinos…

La Cofeco dice que “una asociación de esta magnitud (…) crea nuevos y poderosos incentivos económicos para que las partes no sólo cooperen en la empresa conjunta sino también se coludan en otros mercados”. De nuevo la Cofeco aplica sanciones ex ante, que se alejan de una resolución con base en razones jurídicas y relacionadas estrictamente con la operación en cuestión.

La Cofeco especula sobre lo que podría ocurrir en un futuro hipotético si Televisa y TV Azteca ­–empresa que no está involucrada en la operación financiera para la que se solictó autorización– decidieran coludirse en el mercado de la televisión abierta o cerrada. Pero la solicitud en cuestión implica la compra por parte de Televisa de acciones de Iusacell para mejorar su capacidad de competencia en el mercado de telefonía móvil, el único en el que participa.

Si la solicitud puesta en el escritorio de la Cofeco implicara, por ejemplo, que Televisa comprara la mitad de las acciones de Tv Azteca, esta Comisión tendría no la facultad sino la obligación de impedir esa operación concentradora del mercado. Pero éste no es el caso.

En Cuba, el código penal incluye el delito de “peligrosidad predelictiva” por el cual se puede encarcelar a cualquier persona que el régimen considere peligrosa. Éstas son prácticas de un Estado autoritario. Pero en México, dicen, vivimos en un Estado de Derecho, y lo que se espera es que se aplique con equidad y con justicia la normatividad propia de ese Estado.

Que no consulten a los adivinos. Que no confundan peras con manzanas, pero…

Índice Flamígero: El juez Felipe Consuelo Soto decretó la suspensión indefinida del término del concurso mercantil de Mexicana de Aviación que vencía este viernes 10 de febrero, lo que significa que se descarta temporalmente la declaración de quiebra de la firma. Se trata de dar tiempo a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores para que ésta verifique la procedencia legítima de los 300 millones de dólares que Med Atlántica, la empresa interesada en la adquisición de la aerolínea, ha depositado para la compra de la misma. Miguelito Alemán Velasco y su hijo Miguel Alemán Magnani son los únicos a quienes debe molestar esta decisión que, por otra parte, mantiene jubilosos y esperanzados a pilotos, sobrecargos y trabajadores de tierra de la empresa a la que, al parecer impunemente, llevó a la bancarrota el Grupo Posadas, de la familia Azcárraga.

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