La campaña de Enrique Peña Nieto ya decidió que el candidato abandonará el rojo como su color de batalla electoral, y comenzarán a eliminarlo de todo aquello que tenga que ver con la promoción de su imagen presidencialista. La razón, dicen los que saben, es que entre las cosas que tiene que hacer para demostrar que hay un nuevo PRI que él encabeza, es la semiótica. El rojo, le dijeron sus asesores, vincula con un PRI del pasado, que anula por completo cualquier discurso y mensaje sobre modernidad. Tampoco quieren utilizar sus asesores los tres colores del partido, sino buscar un color neutro, como el blanco, que acompañe a Peña Nieto en su campaña. El candidato y algunos de sus asesores se resistían a ese cambio, pero después de casi un mes de choques de ideas, finalmete lo aceptó.
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