Antonio Solá, el peligro para el 2012

Jenaro Villamil

Dos días después de la victoria de Josefina Vázquez Mota como candidata presidencial del PAN, el presidente del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, advirtió que la abanderada del partido gubernamental aplicará contra Enrique Peña Nieto y el tricolor la misma estrategia de polarización que Felipe Calderón utilizó en el 2006 para alcanzar a Andrés Manuel López Obrador.

“Acción Nacional va a implementar la misma estrategia que hizo hace seis años. Primero, tratar de quedarse en el segundo lugar de la contienda, y luego polarizar la elección y decir que en este caso el PRI es un peligro para México, lo mismo que dijeron hace seis años del PRD”, analizó el exgobernador de Quintana Roo.

El PRI sabe de lo que está hablando. Ellos mismos han aplicado tácticas de “guerra sucia” electoral en las entidades donde gobiernan. Ellos se enfrentan a los expedientes negros de gobernadores que un día fueron aliados del PAN y ahora se vuelven adversarios (Humberto Moreira, Tomás Yarrington, Eugenio Hernández Flores, Mario Marín, etcétera).

También saben que junto a Vázquez Mota desde finales de noviembre de 2011 se encuentra el publicista estelar de la guerra sucia del 2006: Antonio Solá, originario de Terrassa, Barcelona, donde nació en 1972 y nacionalizado mexicano a principios de 2009, para actuar libremente en varias contiendas mexicanas y trasnacionales.

Antonio Solá es el prototipo de los nuevos mercenarios de las campañas políticas. Es hábil, inteligente, tiene un buen bagaje técnico para lograr efectos deseados como el rumor, la contracampaña, la inducción del miedo, la provocación que convierte al adversario en un enemigo irreconciliable y en una amenaza.

Son los principios que se profesan en las campañas electorales desde la derecha. Explotar la sensación de inseguridad, miedo y odios sociales en el electorado para optar por una mano firme y eficaz. Incluso, desde la izquierda también lo han contratado. Solá asesoró a personajes como Cristina Kichner, en Argentina, pero también al guatemalteco Otto Pérez Molina, del Partido Patriota de Guatemala, representante de la derecha más cercana al paramilitarismo de esta nación vecina.

Solá también fue asesor de Germán Martínez, exdirigente nacional del PAN, cuando fue necesario confrontar al PRI durante los comicios federales de 2009. Aspiró a ser el imagólogo de Javier Lozano, el “gallo azul” que se bajó tempranamente de la contienda interna panista y se dio a conocer precisamente por su mano dura contra los sindicatos “non gratos” del calderonismo, como los electricistas, pilotos y mineros, pero apapachó cuantas veces pudo a la rancia gerontocracia cetemista.

La clave de Solá no está en las ideas sino en el dinero. Cobra mucho y necesita de una infraestructura de Estado para que sus planteamientos sean replicados a través de medios electrónicos, redes sociales, rumores y aparatos corporativos inventados desde el poder. Domina ahora instrumentos como los videos en Youtube o las cuentas falsas en Twitter, los famosos “boots” o los “trolles” que facilitan las contracampañas. Algunos publicistas le atribuyen a Solá la autoría del famoso video de Adolfo Hitler, retomado de la película La caída, que ha sido utilizado lo mismo para burlarse de Peña Nieto ante sus errores en la Feria Internacional del Libro (con un éxito indudable) que para burlarse de la contienda interna del PRD en el Distrito Federal.

Solá y sus estrategias son buenas en el contragolpe y en la polarización. Durante su asesoría con Vázquez Mota, la candidata puntera, le recomendó no caer en las provocaciones de Ernesto Cordero, el segundo en la contienda que intentó aplicar las recetas del catalán-mexicano: polarizar para restarle puntos a la candidata puntera.

Incluso, no sabemos exactamente si la “guerra sucia” de filtraciones y grabaciones en contra de la excoordinadora de la bancada del PAN en San Lázaro fueron “sembradas” por su propio equipo o copiadas del adversario para generar un efecto boomerang: convertir a la candidata favorita en víctima de malas maniobras del oficialismo.

Se han publicado rumores de que Solá se distanció de Felipe Calderón y de la casa presidencial. También otros señalan que su presencia con Vázquez Mota fue un indicio de lo contrario: el primer mandatario siempre jugó a ganar con cualquiera de las dos posiciones (Josefina o Ernesto Cordero), pero esto entra en el terreno de las especulaciones.

Lo cierto es que Josefina Vázquez Mota inició su campaña señalando claramente al adversario: Enrique Peña Nieto, por representar un pasado de autoritarismo y corrupción. Vázquez Mota comenzó como si fuera la candidata de un partido opositor y no del partido en el gobierno, tal como sucedió con Ernesto Cordero.

El error fundamental del equipo de Peña Nieto es presentar al aspirante como un presidente de facto, como un producto mercadológico que ya ganó en las encuestas, en los spots y, por tanto, en las urnas. Mantenerse en el primer lugar de las preferencias demoscópicas convierte al exgobernador del Estado de México en una presa fácil de las campañas de polarización, al estilo de Solá.

En contraparte, el error fundamental de Solá es haber salido del “cuarto de guerra” y volverse él mismo un protagonista de la contienda. Durante la jornada interna del PAN, el domingo 5, Solá se convirtió en vocero oficioso de Vázquez Mota. Antes de que se conocieran los resultados oficiales lanzó un mensaje en Twitter dando por triunfadora a la exsecretaria de Desarrollo Social.

Un asesor mercadológico es un personaje que está detrás de las bambalinas, que opera sin ser visto, que no debe robarle el protagonismo a su “cliente”, en este caso, a la abanderada nacional del PAN. En el momento que Solá se vuelve un personaje público, tendrá que cargar con los costos que eso implica en una contienda donde existen tres candidatos fuertes.

El otro error de Solá está en la naturaleza misma de su concepción maniquea de la contienda electoral: buenos contra malos; peligrosos contra salvadores; amigos contra enemigos; comunistas e izquierdosos contra liberales, defensores del mercado contra estatistas. El maniqueísmo tiene sus ventajas cuando se controlan los medios de comunicación masivos y cuando existen claramente dos opciones ideológica y programáticamente confrontadas.

¿Cómo hará para polarizar entre Peña Nieto y Vázquez Mota cuando programática e ideológicamente son muy similares? Ambos representan a una derecha que ha perdido el centro del debate. Ambos utilizan mucho dinero y un aparato de cooptación del voto. Y, por si fuera poco, ambos defienden modelos de gobierno autoritarios, poco proclives a la negociación con los opositores.

Si esta ecuación no logra resolverla Antonio Solá, entonces el publicista estelar de la guerra sucia del 2006 se volverá en el 2012 el resultado de su frase más famosa: “Un peligro para México”.

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