Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder
Sorprenden los reclamos de lectores y amigos por la reticencia a ver en AMLO al líder que México necesita. ¡Vaya!, ni siquiera el reconocimiento del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas ilumina el camino del líder. Unos dicen que la desconfianza nace porque es tropical, pero no es cierto, todo procede de su origen político, de que es discípulo de Enrique González Pedrero. Tiene tendencia a comportarse como el personaje de País de un solo hombre: el México de Santa Anna.
La actitud política de AMLO como dueño del PRD, como jefe de Gobierno de esta ciudad, como candidato de largo aliento que lleva en la brega electoral para alcanzar la Presidencia de la República 12 años, no es todo lo democrático y responsable que se requiere para transformar a este país, hacer la reforma total del Estado, en el que algunas instituciones deben desaparecer y otras reformarse, pero no pueden mandarse al diablo sin pensar en que el resultado es subvertir el orden constitucional.
AMLO adolece de idénticas debilidades políticas y humanas que Felipe Calderón, son iguales, por ello se odian, se rechazan, y a ellos se debe que México esté confrontado y permanezca, desde hace meses, a un tris de la asonada o el levantamiento. Sostiene López Obrador que el bloqueo en Paseo de la Reforma se decidió para evitar los balazos, el enfrentamiento sin resultados, pero no tiene manera de probar que así fue, porque no existen documentos históricos que lo respalden, ni siquiera versiones periodísticas o filtraciones, mucho menos actitudes beligerantes por parte de la sociedad.
Modificar la imagen del tigre no cambia su comportamiento. Sus propuestas son las más serias y acabadas, y si a ellas incorpora las planteadas por Cuauhtémoc Cárdenas, puede decirse que es el mejor proyecto de transición y de gobierno que oferta candidato alguno, pero su historia política reciente niega su actual conducta políticamente correcta, lo que se percibe si se ha leído con detenimiento la obra literaria y periodística de Leonardo Sciascia. El nuevo AMLO no es sino una impostura.
Para su beneficio, puede constatarse que el verdadero, el auténtico peligro para México resultó ser Felipe Calderón, los resultados históricos serán incuestionables; en cuanto a su compañero de fórmula en el Distrito Federal, no pudieron haber impuesto peor candidato, porque Miguel Ángel Mancera puede ser buen abogado, pudo desempeñarse como procurador de justicia, pero carece de lo que a Alejandra Barrales le sobra: el conocimiento del ser humano y la conducción y administración de grupos y masas.
La postulación de Josefina Vázquez Mota lo mandó al tercer lugar de las encuestas. Mancera triunfará, pero no AMLO.
Sorprenden los reclamos de lectores y amigos por la reticencia a ver en AMLO al líder que México necesita. ¡Vaya!, ni siquiera el reconocimiento del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas ilumina el camino del líder. Unos dicen que la desconfianza nace porque es tropical, pero no es cierto, todo procede de su origen político, de que es discípulo de Enrique González Pedrero. Tiene tendencia a comportarse como el personaje de País de un solo hombre: el México de Santa Anna.
La actitud política de AMLO como dueño del PRD, como jefe de Gobierno de esta ciudad, como candidato de largo aliento que lleva en la brega electoral para alcanzar la Presidencia de la República 12 años, no es todo lo democrático y responsable que se requiere para transformar a este país, hacer la reforma total del Estado, en el que algunas instituciones deben desaparecer y otras reformarse, pero no pueden mandarse al diablo sin pensar en que el resultado es subvertir el orden constitucional.
AMLO adolece de idénticas debilidades políticas y humanas que Felipe Calderón, son iguales, por ello se odian, se rechazan, y a ellos se debe que México esté confrontado y permanezca, desde hace meses, a un tris de la asonada o el levantamiento. Sostiene López Obrador que el bloqueo en Paseo de la Reforma se decidió para evitar los balazos, el enfrentamiento sin resultados, pero no tiene manera de probar que así fue, porque no existen documentos históricos que lo respalden, ni siquiera versiones periodísticas o filtraciones, mucho menos actitudes beligerantes por parte de la sociedad.
Modificar la imagen del tigre no cambia su comportamiento. Sus propuestas son las más serias y acabadas, y si a ellas incorpora las planteadas por Cuauhtémoc Cárdenas, puede decirse que es el mejor proyecto de transición y de gobierno que oferta candidato alguno, pero su historia política reciente niega su actual conducta políticamente correcta, lo que se percibe si se ha leído con detenimiento la obra literaria y periodística de Leonardo Sciascia. El nuevo AMLO no es sino una impostura.
Para su beneficio, puede constatarse que el verdadero, el auténtico peligro para México resultó ser Felipe Calderón, los resultados históricos serán incuestionables; en cuanto a su compañero de fórmula en el Distrito Federal, no pudieron haber impuesto peor candidato, porque Miguel Ángel Mancera puede ser buen abogado, pudo desempeñarse como procurador de justicia, pero carece de lo que a Alejandra Barrales le sobra: el conocimiento del ser humano y la conducción y administración de grupos y masas.
La postulación de Josefina Vázquez Mota lo mandó al tercer lugar de las encuestas. Mancera triunfará, pero no AMLO.
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