AMLO, la debacle

Ricardo Alemán

Hasta antes del 16 de febrero último —fecha en la que se inició la veda electoral—, pocos dudaban que los partidos de las llamadas “izquierdas” tenían, en Andrés Manuel López Obrador, al mejor candidato presidencial.

Más aún, al arranque de febrero, AMLO defendió ardorosamente la competitividad de su candidatura y, con una montaña de mentiras aritméticas, trató de convencer a los votantes de que su porcentaje de simpatías —entre 18 y 20%— se traducía en por ahí de 20 millones de votos; suficiente como para ganarle a Peña Nieto y a Vázquez Mota.

Sin embargo, las chabacanas “cuentas del abarrotero” —que, con uñas y dientes, defendió Obrador— ya asomaban la punta de la madeja de lo que hoy ocupa, y preocupa, a políticos y líderes de las llamadas “izquierdas”. ¿Y qué les preocupa? Casi nada, que la candidatura presidencial de López Obrador va directo al despeñadero.

Y claro, a muchos les importa poco el destino del candidato presidencial de las izquierdas. Y no, no es un asunto de infidelidad, desamor o traición. Es pragmatismo, y punto. A muchos les importa poco lo que le pase a AMLO, porque sabían que no era el mejor candidato y que sólo le alcanzaría para garantizar los mínimos de votación. A muchos otros, lo que verdaderamente les importa, es su propio futuro; sea como diputados locales, asambleístas, diputados federales, senadores, líderes del PRD y/o candidatos a gobernadores.

Pero lo que era una mera preocupación —cuando López Obrador recurrió al engaño de los potenciales 20 millones de votos que lo harían presidente de los mexicanos— de plano se tradujo en la certeza de debacle, cuando con sus propias palabras, AMLO reconoció que no está en forma, que está cansado y sin ilusiones, carente de vitalidad y que —lo que siempre había negado— ha sido difícil revertir el 40% de negativos que construyó luego de julio de 2006.

Acaso por esa razón, también por primera ocasión reconoció que, en el nada remoto caso de perder la contienda presidencial, ahora sí habría llegado el momento del retiro. Y qué mejor que en La Chingada; el rancho familiar en Palenque, Chiapas, a donde tiene planeado un impensable retiro.

Lo más curioso, sin embargo, es que una vez que López Obrador confesó —prácticamente su derrota—, ante empresarios inmobiliarios de la capital del país, ahora sí los líderes y jefes de tribus y partidos de las llamadas “izquierdas” aceptan lo que negaron durante meses. En efecto, hoy asienten apenados y reconocen que “Andrés no era el mejor candidato”. ¿Y quién era el mejor candidato, el competitivo y capaz de ganarle a Peña Nieto? En efecto, sólo hay uno, y se llama Marcelo Ebrard. Sin embargo, y a pesar de esa dramática realidad, aún nadie se atreve a reconocer que la debacle puede ser tal que acaso sea necesario pensar rápido en el cambio de candidato.

¿Quién será el valiente que le diga a López Obrador que debe bajar del pedestal de infalible, insustituible, invaluable e irremplazable candidato presidencial? Nadie. Y no hay un valiente porque nadie serio, con dos dedos de frente, aceptaría una candidatura fracasada, prácticamente sin posibilidades de remontar, ya no se diga de ganar.

Pero el tema del cansancio y la desilusión de AMLO es apenas la punta de una madeja mucho mayor. Y claro, de un problema más grande. ¿Y cuál es ese problema? Que la terca realidad se impuso y, por eso, muchos han dejado solo a AMLO. ¿Ejemplos? Abundan. El grupo político más poderoso del PRD, Los Chuchos, prácticamente se retiró de la campaña de López Obrador y concentra fuerzas, dinero y recursos políticos en mantener el control del PRD. Y la estratagema les funcionó. Siguen siendo dueños del partido amarillo y de sus cuotas y cargos.

El gobierno más poderoso de la izquierda, el GDF, no trabaja para AMLO, sino para preservar su bastión de poder, que es la capital del país. Y Marcelo Ebrard tiene, en Los Chuchos, a los aliados naturales para una larga brega que llegará a su clímax en 2018. Y en tanto, la apuesta no es AMLO, sino el GDF y el PRD. Pero va la pregunta fundamental.

¿Por qué razón, grupos políticos como Los Chuchos, Los Bejaranos y Los Mexiquenses no están con AMLO y se mantienen como muéganos en el PRD? Porque a finales de 2012 AMLO dejará el PRD, creará su propio partido, Morena, con el cascajo del PT, y serán él y el mundo.

Por eso, porque ya todos saben lo que va a pasar en las izquierdas, todos cuidan su capital político y económico, y lo apuestan a mejores causas que la fallida candidatura de AMLO. Al tiempo.

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