Alimentos: bomba de tiempo

Crece importación de básicos
El alegre decreto calderonista

Carlos Fernández-Vega / México SA


Podéis estar tranquilos, ilusos mexicanos, que el inquilino de Los Pinos ya decretó que en el país “nadie va a padecer por falta de agua o por comida; nadie va a fallecer, digamos, ni por falta de agua, ni por comida… Yo se los puedo asegurar”. Con la fama de cumplidor que tiene Felipe Calderón (empleo, bienestar, poder adquisitivo, seguridad, estado laico, crecimiento económico y todos los etcéteras que se quieran agregar), fácil es concluir que lo mejor que puede hacer la prole es ponerse a las vivas.

Si se trata de ofrecer, así no más, el susodicho acumula más de 3 mil 500 discursos durante su estancia en la residencia oficial. Promesas de dulce, chile y manteca, y en los hechos ha incumplido todas. Por eso, a todo discurso corresponde una realidad, cada día más drástica, y en materia de comida, como denomina el problema, la cosa está color de hormiga, pues la bomba de tiempo de mecha corta incluye, entre otros factores, olvido del campo, menor producción interna, creciente importación de alimentos, especulación, acaparadores, deterioro del poder adquisitivo, sequía, heladas, y el doble efecto aumento de precios internacionales-depreciación del tipo de cambio. Todo un bombón que hace más que creíble la citada tesis calderonista.

En su Análisis mensual de productos básicos, los estudiosos de la Cámara de Diputados (quienes obviamente no son legisladores) han documentado la delicada situación productiva que prevalece en el campo mexicano, amén del creciente avance de los precios y la importación de alimentos. Van algunas pinceladas:

Los desequilibrios climatológicos atípicos ocurridos durante 2011 propiciaron una reducción en el volumen de la producción agrícola, lo que hizo que aumentara la especulación e incertidumbre de los precios al mayoreo ofrecidos en el mercado nacional. Las heladas, sequías y lluvias abundantes ocurridas a lo largo del año redujeron la producción de cultivos como maíz, frijol, trigo, garbanzo, sorgo, avena forrajera, cebada y cártamo, además de una importante superficie de hortalizas y tubérculos. Dentro de este grupo de cultivos destaca el frijol y el maíz, que al cierre de noviembre pasado reportaron una superficie siniestrada a nivel nacional de 39.09 y 28.69 por ciento, respectivamente. En la misma fecha, la producción de maíz ascendió a 10.4 millones de toneladas, que representa apenas 42.62 por ciento del volumen programado para el año agrícola 2011; en el caso del frijol sólo se ha producido 41.81 por ciento de lo programado, 39 por ciento de soya y 37.60 por ciento de arroz tipo Morelos. Esta situación indica que para el último mes de 2011 queda pendiente más de 55 por ciento de la producción programada para estos cultivos.

La reducción en el nivel de producción agrícola ha provocado la especulación por desabasto de estos productos que sigue incidiendo en los precios al mayoreo. Por ejemplo, garbanzo chico, maíz blanco, alubia chica y frijol negro de importación, los cuales mantienen sus precios elevados. Entre diciembre de 2010 y 2011, los precios al mayoreo de estos productos reportaron un crecimiento de 64.06, 58.19, 52.60 y 45.75 por ciento anual, en ese orden. Estos acontecimientos explican por qué entre diciembre de 2010 y 2011, el precio promedio de la tonelada de frijol negro de importación aumentó 46 por ciento (6 mil 240 pesos), al pasar de 13 mil 640 pesos la tonelada y alcanzar al cierre de diciembre de 2011 19 mil 880 pesos por tonelada; en tanto que el precio promedio del maíz blanco, alimento básico en la dieta de los mexicanos, colocado en la Central de Abasto de Iztapalapa creció más de 57 por ciento (2 mil 300 pesos) para cerrar el año en 6 mil 300 pesos la tonelada, situación que explica el incremento desmedido en el precio promedio ponderado de la tortilla que concluyó el año en 11.29 pesos el kilogramo; es decir alrededor de 14 por ciento más que el 31 de diciembre de 2010 (9.92 pesos por kilo). Sólo en el primer mes de 2012 el precio de este producto se incrementó más de 6 por ciento.

Por lo que toca a la adquisición de alimentos en el extranjero, un dato ilustrativo es el siguiente: las importaciones de maíz aumentaron 208.5 por ciento en noviembre de 2011 en comparación con igual mes de 2010. A lo largo del año recién concluido, el gasto por este concepto se aproximó a 3 mil millones de dólares. Después de este grano básico, la importación de trigo representó erogaciones por mil 350 millones de billetes verdes y la de semilla de soya mil 800 millones. Estos tres productos sumaron 50 por ciento del total de las importaciones agropecuarias efectuadas en noviembre del año pasado. Esto se explica por el desequilibrio que ha presentado la producción a causa de los fenómenos climatológicos que han azotado al país, como en el estado de Sinaloa, donde se estima que se ha perdido cerca de 50 por ciento de la producción de maíz. En algunas regiones del país esta situación ya representa una crisis alimentaria por el aumento de la población que carece de acceso a la alimentación; además de que el déficit en la producción de los principales granos básicos está aumentando la dependencia con el exterior.

Desde finales de 2010 el incremento en los precios de los alimentos aceleró el deterioro de los salarios (de por sí en la lona) y el bienestar de las familias. Esta situación hasta febrero de 2011 se debió en primera instancia al incremento en los precios internacionales del trigo, maíz y arroz, principalmente, que ocasionó un aumento de los precios en los productos derivados incluidos en la canasta básica. Este escenario se recrudeció a partir de abril con los cambios climáticos ocurridos en México, que se extienden a la fecha. Como resultado de lo anterior, el escaso aumento del salario mínimo, que entró en vigor a partir del primero de enero de 2012, no compensó el incremento que presentan distintos productos que componen la canasta básica.

Entre febrero de 2011 y la segunda semana de enero de 2012, el costo del consumo individual mensual de productos básicos pasó de 522.80 a 564.67 pesos (8 por ciento de aumento), mientras el mini salario general creció 4.2 por ciento. Con estos resultados, el aumento del valor de la canasta básica del consumo mensual de una persona creció 41.90 pesos, por lo que el consumidor tendrá que trabajar poco más de cinco horas adicionales para mantener el mismo nivel de consumo de febrero de 2011, y tendrá que hacerlo en un país donde no hay empleo.

He allí, pues, el verdadero valor que tiene el citado decreto calderonista.

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