Al sonoro rugir del “culpón”

José Cárdenas

Los 44 reos masacrados el domingo en el penal de Apodaca no perecieron en una riña.

Fueron ejecutados, uno a uno, a batazos, tubazos y pedradas en cara y cráneo… así como puñaladas en el corazón y el abdomen.

Los verdugos son reos integrantes de Los Zetas, en complicidad con custodios de la prisión.

Todos los muertos eran rivales miembros del cártel del Golfo.

Para cuando inició el múltiple asesinato, al menos la mitad de los reos evadidos, la mayoría jefes zetas, ya había logrado escapar del penal. Afuera los aguardaba un comando armado, a bordo de varios vehículos… la fuga ocurrió en un lapso de media hora.

Tras los muros de la prisión, los 44 golfos sacrificados por los zetas habían sido previamente secuestrados mientras dormían… El multihomicidio se prolongó durante hora y media.

Mientras sucedía aquella orgía de sangre, hubo orden de suspender los rondines de vigilancia.

Hasta que muere el último golfo, es cuando los custodios informan de la masacre… pero ocultan la fuga.

La Policía estatal se percata 12 horas más tarde.

El infierno de Apodaca reitera la podredumbre de nuestro sistema penitenciario… expresa de manera muy simple la magnitud del problema de la seguridad en el país… más allá del sonoro rugir de las culpas y de los deslindes fallidos entre autoridades estatales y federales.

De acuerdo con los expertos, la seguridad es un todo. Comienza con la prevención del delito y termina con la reinserción social del delincuente. El problema es la descoordinación entre las cuatro patas que sustentan la legalidad: la policía, que investiga; el Ministerio Público, que procesa; los jueces, que condenan y, finalmente, el sistema carcelario, podrido por corrupto.

Ahí radica gran parte del fracaso.

Por lo pronto, y para encauzar las aguas desbordadas en Apodaca, el secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, adelanta que al terminar el sexenio la Federación se hará cargo de todos los reos que le corresponden (unos 47 mil), nada más que terminen de construirse ocho nuevos penales… y nada más que el Congreso autorice el dinero para operarlos.

–¿Poiré quiere insinuar la infalibilidad del sistema de reclusión federal gracias a paredes más anchas y muros más altos?

Olvidan las autoridades que el problema de nuestro sistema penitenciario no es un asunto inmobiliario.

–¿En los penales federales no hay corrupción ni fugas?

–¿Ya no se acuerdan de la fuga de El Chapo?

El problema de los penales, estatales o federales, no es de sobrepoblación ni de mala clasificación. Estos dos fenómenos son producto, a su vez, de la corrupción política extendida hacia las prisiones estatales y federales… como se extiende a cualquier otra actividad nacional.

Reconocer esto es el principio de la solución del problema a menos que el empeño sea buscarle más problemas a la solución…

MONJE LOCO: Es increíble que nadie haya revisado el historial del director de la cárcel de Apodaca. Gerónimo Miguel Andrés Martínez fue destituido por el gobierno de Marcelo Ebrard porque permitió la operación de una banda de secuestradores y extorsionadores desde la Penitenciaria Varonil del Distrito Federal, en Santa Martha… hace apenas tres años. Ya se sabe, ya se supo…

Comentarios