Raymundo Riva Palacio
Hace unas dos semanas en Los Pinos, el presidente Felipe Calderón sorprendió a sus colaboradores cuando platicaron sobre la próxima elección nacional de panistas para elegir a su candidato presidencial. Lo peor que nos puede pasar, dijo, es que gane Ernesto Cordero. Esta frase provocó conmoción en el equipo de Cordero, donde hacían conjeturas sobre lo que había querido decir y si ello significaba que había decidido participar activamente a favor de Josefina Vázquez Mota. Calderón, dijeron personas que conocieron del episodio, minimizaron el drama.
En primer lugar, agregaron, el Presidente optó por un liberalismo político muy parecido al del ex presidente Ernesto Zedillo. El momento paradigmático en la elección presidencial de 2000, que evocan en la analogía con Calderón, es cuando el candidato del PRI Francisco Labastida y su equipo presentaron la estrategia de la campaña electoral a Zedillo, quien observó la parte presupuestal. Cuando Labastida y los otros esperaban que, conforme les indicara de dónde saldrían los recursos, Zedillo, muy a su estilo, les deseó suerte y que el dinero del IFE, que era suficiente, les alcanzara.
Calderón no es un liberal político químicamente puro como Zedillo. En el caso de Cordero, permitió la libre competencia de sus cercanos que se dividieron originalmente entre él, a quien más estimaba y deseaba como sucesor, y Alonso Lujambio y Josefina Vázquez Mota, pero permitió que parte de su gabinete legal y ampliado trabajara todos los fines de semana en la elaboración del programa de gobierno que sería la plataforma de Cordero como candidato a la Presidencia. También dejó correr el realineamiento de funcionarios federales y jerarquía del partido a favor del delfín, pero al final no operó directamente.
“El Presidente es un pragmático”, dijo uno de sus colaboradores antes de la elección. “Tiene una predilección por Cordero, pero no va a bloquear a Josefina”. Su declaración en Los Pinos fue una señal de ello. La posibilidad de que Santiago Creel ganara la candidatura no se veía en ningún escenario, por lo que ganara quien ganara la nominación, Calderón se iba a sentir satisfecho. En la República de las Opiniones se ha señalado el gesto adusto de Calderón como una señal de molestia por la derrota del delfín. El mundo de la subjetividad esconde sin embargo, otra realidad palaciega.
Esa realidad es la familia presidencial, en la rama Zavala, que tiene historia y vida propia dentro del PAN. Los Zavala –Margarita, la esposa, y Juan Ignacio, el cuñado-, siempre tuvieron problemas con quien era el sucesor designado, Juan Camilo Mouriño, quien al morir dejó a Cordero como el portador del legado. Margarita Zavala nunca apostó por Cordero –aunque permitió que su secretaria particular lo acompañara en el registro-, y que en tres años no cruzó más palabras que el saludo protocolar.
Juan Ignacio Zavala era el operador de Lujambio, el candidato de esa parte de la familia presidencial, y aunque al retirarse el secretario de Educación de la contienda se sumó al equipo de Cordero para inyectarle la adrenalina que necesitaba, saltó al barco ganador de Vázquez Mota cuando los equipos de ambos contendientes ni siquiera empezaban a negociar la integración. Mariana Gómez del Campo, prima de los Zavala y líder del PAN en el Distrito Federal, estaba con Lujambio y luego saltó con Cordero, pero a decir del equipo de campaña, nunca hizo el trabajo encomendado en la capital, una de las tres entidades donde se perdió la candidatura. Gómez del Campo no perdió: irá como candidata al Senado en el Distrito Federal con Vázquez Mota.
La parte Zavala de la familia presidencial jugó al límite de sus márgenes y ganó con Vázquez Mota. El Presidente, contra la percepción interna, tampoco perdió. No llegó Cordero pero ganó Vázquez Mota, quien le tiene profundo respeto. En Los Pinos, los corderistas leen perfectamente a su jefe y pese a las animadversiones, se espera jueguen en bloque con la candidata presidencial. El candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, decía en privado que si ganaba Cordero, significaría que el Presidente iría a la campaña con toda su fuerza. Eso va a suceder también con Vázquez Mota, e irá a la guerra para que el PAN mantenga la Presidencia, aunque no se pinte la cara para la batalla de julio.
Hace unas dos semanas en Los Pinos, el presidente Felipe Calderón sorprendió a sus colaboradores cuando platicaron sobre la próxima elección nacional de panistas para elegir a su candidato presidencial. Lo peor que nos puede pasar, dijo, es que gane Ernesto Cordero. Esta frase provocó conmoción en el equipo de Cordero, donde hacían conjeturas sobre lo que había querido decir y si ello significaba que había decidido participar activamente a favor de Josefina Vázquez Mota. Calderón, dijeron personas que conocieron del episodio, minimizaron el drama.
En primer lugar, agregaron, el Presidente optó por un liberalismo político muy parecido al del ex presidente Ernesto Zedillo. El momento paradigmático en la elección presidencial de 2000, que evocan en la analogía con Calderón, es cuando el candidato del PRI Francisco Labastida y su equipo presentaron la estrategia de la campaña electoral a Zedillo, quien observó la parte presupuestal. Cuando Labastida y los otros esperaban que, conforme les indicara de dónde saldrían los recursos, Zedillo, muy a su estilo, les deseó suerte y que el dinero del IFE, que era suficiente, les alcanzara.
Calderón no es un liberal político químicamente puro como Zedillo. En el caso de Cordero, permitió la libre competencia de sus cercanos que se dividieron originalmente entre él, a quien más estimaba y deseaba como sucesor, y Alonso Lujambio y Josefina Vázquez Mota, pero permitió que parte de su gabinete legal y ampliado trabajara todos los fines de semana en la elaboración del programa de gobierno que sería la plataforma de Cordero como candidato a la Presidencia. También dejó correr el realineamiento de funcionarios federales y jerarquía del partido a favor del delfín, pero al final no operó directamente.
“El Presidente es un pragmático”, dijo uno de sus colaboradores antes de la elección. “Tiene una predilección por Cordero, pero no va a bloquear a Josefina”. Su declaración en Los Pinos fue una señal de ello. La posibilidad de que Santiago Creel ganara la candidatura no se veía en ningún escenario, por lo que ganara quien ganara la nominación, Calderón se iba a sentir satisfecho. En la República de las Opiniones se ha señalado el gesto adusto de Calderón como una señal de molestia por la derrota del delfín. El mundo de la subjetividad esconde sin embargo, otra realidad palaciega.
Esa realidad es la familia presidencial, en la rama Zavala, que tiene historia y vida propia dentro del PAN. Los Zavala –Margarita, la esposa, y Juan Ignacio, el cuñado-, siempre tuvieron problemas con quien era el sucesor designado, Juan Camilo Mouriño, quien al morir dejó a Cordero como el portador del legado. Margarita Zavala nunca apostó por Cordero –aunque permitió que su secretaria particular lo acompañara en el registro-, y que en tres años no cruzó más palabras que el saludo protocolar.
Juan Ignacio Zavala era el operador de Lujambio, el candidato de esa parte de la familia presidencial, y aunque al retirarse el secretario de Educación de la contienda se sumó al equipo de Cordero para inyectarle la adrenalina que necesitaba, saltó al barco ganador de Vázquez Mota cuando los equipos de ambos contendientes ni siquiera empezaban a negociar la integración. Mariana Gómez del Campo, prima de los Zavala y líder del PAN en el Distrito Federal, estaba con Lujambio y luego saltó con Cordero, pero a decir del equipo de campaña, nunca hizo el trabajo encomendado en la capital, una de las tres entidades donde se perdió la candidatura. Gómez del Campo no perdió: irá como candidata al Senado en el Distrito Federal con Vázquez Mota.
La parte Zavala de la familia presidencial jugó al límite de sus márgenes y ganó con Vázquez Mota. El Presidente, contra la percepción interna, tampoco perdió. No llegó Cordero pero ganó Vázquez Mota, quien le tiene profundo respeto. En Los Pinos, los corderistas leen perfectamente a su jefe y pese a las animadversiones, se espera jueguen en bloque con la candidata presidencial. El candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, decía en privado que si ganaba Cordero, significaría que el Presidente iría a la campaña con toda su fuerza. Eso va a suceder también con Vázquez Mota, e irá a la guerra para que el PAN mantenga la Presidencia, aunque no se pinte la cara para la batalla de julio.
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