2012: Batalla de percepciones

Raymundo Riva Palacio

Común en la cultura política mexicana, la forma oculta el fondo. Por eso, los amagos jurídicos contra el presidente Felipe Calderón por decir en una reunión privada que la contienda presidencial será reñida, olvidaron la semilla que deliberada o inopinadamente sembró: que la ventaja de Enrique Peña Nieto sobre Josefina Vázquez Mota es de sólo cuatro puntos. A golpe dado, ya se verá en las próximas semanas si la idea prende en la opinión pública, y empieza a cambiar la percepción de que la panista se encuentra muy por debajo del priista en la preferencia electoral.



El Presidente se basó en la encuesta de Mercaei, de Lauro Mercado, quien ha sido proveedor del PAN y de los gobiernos panistas en la última década, y que habían sido revelados dos semanas antes por el líder del partido, Gustavo Madero, sin que despertara mayor interés. La estrategia es cristalina: Vázquez Mota tiene que arrancar la campaña a finales de marzo con un imaginario colectivo diferente y en una posición de mayor fuerza ante Peña Nieto. Si es real o no, es secundario; la clave es la percepción.



La fórmula no es sólo panista. Días antes del polémico dicho presidencial, el equipo de propaganda de Andrés Manuel López Obrador dio a conocer la encuesta de Covarrubias y Asociados, que lleva más de seis años de colaborar con el tabasqueño y la izquierda, donde aseguraban que iba por delante de Vázquez Mota por casi tres puntos. Ambas encuestas podrían ser consideradas como orgánicas al responder a los intereses de sus clientes, por lo que no son químicamente puras al existir un probable sesgo en los cuestionarios, orden de las preguntas, reactivos y filtros.



Paradójicamente, como se vio notablemente en el caso de la crítica al Presidente, el manejo propagandístico de los datos no es lo que está sujeto a cuestionamiento. Los opositores atacan al mensajero no al mensaje. No es que el mensajero sea irrelevante –particularmente en el caso del Presidente, por el peso de su palabra-, sino que al enfrentar al primero y soslayar el mensaje, se permite que la propaganda tome carta de identidad, pase a ser considerada como información por el elector, y juegue como contrapeso a los resultados de las encuestas de las empresas desvinculadas de las nóminas de los partidos. O sea, el proceso se tergiversa por los partidos, los candidatos, y los actores políticos y medios, al aceptar estos últimos nuevas reglas del juego.



Dicho de otra manera, si se quisiera ver cuál es exactamente la fotografía actual de los candidatos presidenciales, las encuestas de febrero de Mercaei y Covarrubias, por extremas, tendrían que ser eliminadas estadísticamente para hacer un promedio, porque al estar fuera de rango distorsionan el resultado. No quiere decir que esos datos no puedan darse en el futuro; sólo significa que, en el ponderado de las demás encuestas, ni Vázquez Mota está a cuatro puntos de Peña Nieto, ni López Obrador por encima de ella.

Si se toman las encuestas con preferencias efectivas de tres casas encuestadoras que no se realizaron para ningún partido, el dato es muy distinto: GEA-Issa, en su última encuesta de enero, le dio 52 puntos a Peña Nieto, 27 a Vázquez Mota y 21 a López Obrador. Consulta Mitofsky, en febrero, registró respectivamente 49, 30 y 21%, mientras que Parametría, también en febrero, dio 49, 27 y 22%. ¿De dónde sacaron entonces Mercaei y Covarrubias sus datos? O más claro, ¿por qué panistas y lópezobradoristas los dieron a conocer?

Son estrategias claras de campaña electoral. Lo negarán y refutarán la afirmación, pero en ambos casos necesitan cambiar la percepción de que Peña Nieto es inalcanzable. López Obrador no puede atacar al priista, y tendrá que ir primero contra Vázquez Mota para posicionarse en un segundo lugar. Vázquez Mota ignora a López Obrador, porque su preocupación es Peña Nieto. Los priistas no parecen entender muy bien de que se trata este juego, pues sus primeras defensas fueron muy débiles. Ya empezaron los rounds serán de sombra, pero los golpes, como está visto, son de verdad.

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