Zetas; mitos y fracasos

Jorge Alejandro Medellín

Hace unos días, el nuevo subprocurador Especializado en Delincuencia Organizada (SIEDO), Cuitláhuac Salinas, presentó en el Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe) un estudio sobre el crecimiento de la criminalidad en el país en el actual sexenio.

El diagnostico mostrado por el funcionario de la Procuraduría General de la República (PGR) sembró enorme inquietud entre los alumnos del Inacipe, los académicos y la prensa que asistió a la conferencia dictada por Salinas. No era para menos.

De acuerdo con uno de los mapas mostrados por el subprocurador, el cártel de Los Zetas al que propios y extraños creían debilitado por el constante golpeo y persecución gubernamental y de otros grupos criminales, estaría más vivo, actuante y expandido que nunca.

Los datos presentados por Salinas indican que Los Zetas controlan la mayor parte del territorio nacional, que han logrado adueñarse de mas de la mitad del país a través de una inusitada y violenta contraofensiva en la que sus bases de apoyo han crecido a partir de la penetración y las alianzas que han logrado con otras bandas criminales a nivel regional o local.

Así, el otrora brazo armado del cártel del Golfo no solo estaría operando en el campo del tráfico de drogas, de la producción, comercialización, trasiego y almacenamiento de marihuana, cocaína, heroína, metanfetaminas y otras sustancias psicoactivas.

Estaría además controlando delitos como el secuestro, la extorsión, el tráfico de personas, de armas y de sustancias químicas, así como la trata de personas y las redes de prostitución de menores y de tráfico de migrantes, temas en los que el subprocurador es un respetado especialista.

De ser ciertos los datos presentados por el titular de la SIEDO, estaríamos ante la evidencia oficial del fracaso en la lucha antidrogas mediante la confirmación de la expansión del cartel mas poderoso y preocupante para el gobierno de los Estados Unidos y al que la Casa Banca, el Pentágono y el Departamento de Estado no han dudado en calificar como una organización ligada a grupos fundamentalistas islámicos.

El mapa presentado por Cuitláhuac Salinas en el Inacipe muestra a un país ensombrecido por la actividad de un cártel que no ha podido ser detenido por los 95 mil soldados y 40 mil marinos que mes a mes se mueven por el norte, noreste, occidente, cetro y suroeste de México para enfrentar al crimen organizado con las armas, las técnicas y métodos con que cuenta el Estado.

La mancha roja que representa el asentamiento y señorío de Los Zetas en el país es evidencia de las severas limitaciones y hierros de la estrategia antidrogas el presidente Calderón. El incremento en el numero de plantos de marihuana y amapola, la disminución en su erradicación, son aspectos que abren frentes sin protección.

Los miles de toneladas de enervantes, alcaloides y opiáceos que en unos meses estarán disponibles para millones de jóvenes sin empleo y sin educación constituyen aspectos de la cruzada calderonista que escaparon a prospectiva de los estrategas antidrogas del sexenio. Miles se dolados y marinos van a chocar contra sicarios mejor armados, mal entrenados, medianamente pagados pero profundamente resentidos con la sociedad y el gobierno.

En el camino, seguramente como una suerte de daño colateral¸ van quedando miles de hectáreas de marihuana y amapola sin erradicar, miles de plantíos intocados y centenares de ranchos, secaderos y laboratorios que la milicia no podrá destruir porque la estrategia correcta privilegió el choque frontal con el narco en lugar de conjugar la persecución con políticas de prevención, atención y seguimiento a jóvenes potencialmente atrapados por la violencia de las armas o la violencia de las adicciones.

El tiempo se agotó. El modelo anticrimen está mostrando la pedacería de su estructura. Los propios números y análisis oficiales ni alcanzan a cubrir el error. Solo aspiran a documentar la brutal naturaleza del fenómeno.

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