El continuismo como bandera
Malas señales en el Contencioso
Miguel Ángel Velázquez / Ciudad Perdida
Ahora resulta que los candidatos que propone Marcelo Ebrard para que lo sucedan en la jefatura de Gobierno de la ciudad de México son de izquierda. ¡Ajá!
Cuando menos ellos, durante la presentación o encuentro que realizaron para taparle el ojo al macho –y que no se siga diciendo que en el PRD se cercenó el debate por la absoluta carencia de ideas acordes con la filosofía que pretenden vender como su pensamiento– los tocados por Ebrard defendieron su pertenencia al hijo bastardo de la socialdemocracia: el progresismo, que, como ya hemos comentado, ha sido el encargado de entregar el poder a la derecha en varios países del sur de América, o para decirlo de otra manera, han fallado una y otra vez.
Y es que eso que defienden no es más que una derecha simulada donde el capitalismo galopante hace y deshace a su gusto, y ahora desde la bandera de las izquierdas. Ése es el camino que al final de su mandato ha trazado Marcelo Ebrard, que se muestra en las concesiones que se otorgan a los capitales financieros más poderosos y que desdibujó un quehacer gubernamental que pintaba para reducir, al menos en el DF, las grandes desigualdades que se dan en todo el país, pero no sucedió.
Entonces, lo que prometen no va más allá de lo que ahora se tiene: menos gobierno y más iniciativa privada. Se trata, en ese esquema, de seguir engordando los capitales y salpicar con dádivas a la mayoría de la gente necesitada, no de establecer una forma de pensar, sino, más bien, de amarrar agradecimientos que en su momento se conviertan en votos. No se pretende reducir a las muchas variantes de injusticia social que se vive, sino atraer las simpatías que impulsen candidaturas. Eso es lo que llaman izquierda, y se complacen con ello.
Tal vez no se les pueda culpar. Tal vez no están conscientes de lo que se les dice que digan, y ante la falta de una propuesta que rompa las inercias viciadas del progresismo, simplemente asuman que la ruta es el continuismo y de ahí no pasen. Por eso el muy triste espectáculo de ayer, que no tenía que ser a gritos y sombrerazos, pero sí de crítica y propuesta, queda corto en la expectativa de quienes optan en las urnas por votar a los candidatos de izquierda.
Los caminos que se han abierto para el votante no parecen atender más que a la suma de acciones que, si bien favorecen a ciertos sectores de la población, también los hacen esclavos de los dadivosos señores del poder, que por su parte generan enormes ganancias a los muy grandes empresarios que se comen la mayor parte del pastel.
Son los signos de los tiempos, dirán algunos, y por eso se requiere el replanteamiento de las políticas que den rumbo de izquierda a una ciudad que no tardará en darse cuenta del engaño.
De pasadita
El Gobierno del Distrito Federal ya tiene preparado el asalto al Tribunal de lo Contencioso Administrativo. El supuesto tiene base en tres acciones que se busca imponer desde la administración de Marcelo Ebrard. Para empezar, el nombramiento de la magistrada presidenta del organismo, Yazmín Esquivel, que desde su llegada a esa institución advirtió a los otros magistrados que estaba allí por el propio jefe de Gobierno y para apoyar las acciones de éste, según se comenta en el propio TCA. Luego, la publicación de una nueva Ley Orgánica de esa institución que, al parecer, no es la que aprobó la Asamblea Legislativa, y la inclusión de nuevos magistrados que obedecen a los intereses del gobierno, y no trabajarían en favor de quienes se inconforman con las decisiones de gobierno, cosa para lo que fue creado ese tribunal. De esto les seguiremos informando.
Malas señales en el Contencioso
Miguel Ángel Velázquez / Ciudad Perdida
Ahora resulta que los candidatos que propone Marcelo Ebrard para que lo sucedan en la jefatura de Gobierno de la ciudad de México son de izquierda. ¡Ajá!
Cuando menos ellos, durante la presentación o encuentro que realizaron para taparle el ojo al macho –y que no se siga diciendo que en el PRD se cercenó el debate por la absoluta carencia de ideas acordes con la filosofía que pretenden vender como su pensamiento– los tocados por Ebrard defendieron su pertenencia al hijo bastardo de la socialdemocracia: el progresismo, que, como ya hemos comentado, ha sido el encargado de entregar el poder a la derecha en varios países del sur de América, o para decirlo de otra manera, han fallado una y otra vez.
Y es que eso que defienden no es más que una derecha simulada donde el capitalismo galopante hace y deshace a su gusto, y ahora desde la bandera de las izquierdas. Ése es el camino que al final de su mandato ha trazado Marcelo Ebrard, que se muestra en las concesiones que se otorgan a los capitales financieros más poderosos y que desdibujó un quehacer gubernamental que pintaba para reducir, al menos en el DF, las grandes desigualdades que se dan en todo el país, pero no sucedió.
Entonces, lo que prometen no va más allá de lo que ahora se tiene: menos gobierno y más iniciativa privada. Se trata, en ese esquema, de seguir engordando los capitales y salpicar con dádivas a la mayoría de la gente necesitada, no de establecer una forma de pensar, sino, más bien, de amarrar agradecimientos que en su momento se conviertan en votos. No se pretende reducir a las muchas variantes de injusticia social que se vive, sino atraer las simpatías que impulsen candidaturas. Eso es lo que llaman izquierda, y se complacen con ello.
Tal vez no se les pueda culpar. Tal vez no están conscientes de lo que se les dice que digan, y ante la falta de una propuesta que rompa las inercias viciadas del progresismo, simplemente asuman que la ruta es el continuismo y de ahí no pasen. Por eso el muy triste espectáculo de ayer, que no tenía que ser a gritos y sombrerazos, pero sí de crítica y propuesta, queda corto en la expectativa de quienes optan en las urnas por votar a los candidatos de izquierda.
Los caminos que se han abierto para el votante no parecen atender más que a la suma de acciones que, si bien favorecen a ciertos sectores de la población, también los hacen esclavos de los dadivosos señores del poder, que por su parte generan enormes ganancias a los muy grandes empresarios que se comen la mayor parte del pastel.
Son los signos de los tiempos, dirán algunos, y por eso se requiere el replanteamiento de las políticas que den rumbo de izquierda a una ciudad que no tardará en darse cuenta del engaño.
De pasadita
El Gobierno del Distrito Federal ya tiene preparado el asalto al Tribunal de lo Contencioso Administrativo. El supuesto tiene base en tres acciones que se busca imponer desde la administración de Marcelo Ebrard. Para empezar, el nombramiento de la magistrada presidenta del organismo, Yazmín Esquivel, que desde su llegada a esa institución advirtió a los otros magistrados que estaba allí por el propio jefe de Gobierno y para apoyar las acciones de éste, según se comenta en el propio TCA. Luego, la publicación de una nueva Ley Orgánica de esa institución que, al parecer, no es la que aprobó la Asamblea Legislativa, y la inclusión de nuevos magistrados que obedecen a los intereses del gobierno, y no trabajarían en favor de quienes se inconforman con las decisiones de gobierno, cosa para lo que fue creado ese tribunal. De esto les seguiremos informando.
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