Todo son campañas

Jorge Diaz

Se ha dado un terrible anuncio por parte de la ONU: es inminente una crisis económica mundial, peor que otras en el pasado reciente.

Sabemos que Francia tiene comprometido hasta el 86% de su PIB, por lo que en aquel país muchas de las comodidades en las que vivían sus ciudadanos desaparecerán. También se debaten entre dar continuidad a sus políticas de gobierno (sobre todo en torno a su pertenencia con la Unión Europea), o cambiar drásticamente de modelo, volver a delimitar sus fronteras y tratar, por sí solos, de salir adelante.

En el Reino Unido sufren entre otras cosas, el mayor índice de desempleo en 17 años. En lo particular Escocia, país perteneciente al Reino Unido, lleva la voz cantante en el rubro de desempleo y como consecuencia de ello, el pasado diciembre sufrieron el peor año desde 1999 en las ventas de Retail (motor clave en la economía de aquel país), lo que habla del grave deterioro en el poder adquisitivo. La ola ya está alcanzando a Inglaterra, Gales e Irlanda del norte.

La incansable actividad de los “Ocupas” en Estados Unidos no sólo responde a una intención política bien direccionada, también responde a un genuino hartazgo por las condiciones de desigualdad y falta de oportunidades que sufren sobre todo los jóvenes. La economía norteamericana se despeña y no parecen encontrar otra salida más que nuevos endeudamientos, lo que muy probablemente en el corto plazo, sea aun peor.

México no es ajeno a problemas igualmente graves en el renglón económico y laboral, y no me refiero únicamente a los que ya padecemos, sino también, a los que están por venir dentro de muy poco tiempo como efecto de los problemas internacionales que ya mencioné y otros tantos.

Sin embargo, la dinámica nacional está atrapada en las campañas políticas. Todo son campañas. Sé que algunos dirán que de ellas depende precisamente el difícil futuro del que se alerta desde los centros financieros más importantes del mundo, pero la historia dice que no es cierto.

Funcionarios de gobierno, políticos y autoridades entre otros, están enfocados en la consecución del infame hueso, mientras el trabajo serio para corregir los rumbos de nuestra economía esta archivado. Leyes y reformas pendientes, combate a la corrupción institucional ignorada, incentivos cancelados, atracción de inversiones productivas y de beneficio en la generación de empleos de calidad postergados, hasta que aparezca el nuevo Tlatoani.

Lo nuestro no es la prevención, lo nuestro son las campañas y para cuando acordemos, el destino nos alcanzará. Mientras las Instituciones sigan distraídas (junto con los ciudadanos) con el oropel de las campañas, y no se concentren en fortalecer los cimientos de nuestra economía para que los embates no destruyan la casa completa, no habrá político alguno en la presidencia o en cualquier otro cargo público, que sea capaz de resolver el dilema ya por amor, ya por dar continuidad a un gobierno fallido, o por chulo y bien peinado.

Esto no es cosa de esperar a tener un presidente, se trata de vivir en una lógica de nación con un propósito común que no esté sujeta a tiempos políticos, y en eso estamos todos incluidos.

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