Texto leído en Casa Lamm, en el evento organizado por el Pen Club México
Raymundo Pérez Arellano
Yo puedo contarles sobre la censura y la intimidación hacia los periodistas en esta guerra absurda que se vive en el país.
El 3 de marzo de 2010 fui secuestrado junto a un camarógrafo en Reynosa, Tamaulipas, por un grupo de la delincuencia. Estábamos cubriendo la guerra entre los Zetas y el Cártel del Golfo.
Yo sentí el frío acero de una pistola en mi cabeza y escuché la sentencia de muerte: llévenselos y denles piso.
Al final no nos mataron. Pero nos advirtieron: no queremos ver a los de la prensa aquí, porque ustedes publican y nos calientan la plaza.
Soy una víctima de esa guerra, un sobreviviente, y por eso puedo venir a contarles esto.
Tuve suerte, mucha suerte. Muchos que han vivido situaciones similares nunca regresaron. Los encontraron muertos en el mejor de los casos. A otros ni siquiera los han encontrado.
Los días previos a mi secuestro desaparecieron cinco reporteros de medios locales en Reynosa. Sólo uno volvió. De los otros cuatro nada se sabe.
De 2010 a la fecha poco ha cambiado. Todavía existen zonas en el país donde los reporteros no podemos buscar historias, no podemos contar lo que pasa.
Y el denominador común continúa siendo la impunidad en un estado llamado democrático. De los más de 75 asesinatos de periodistas de 2000 a la fecha, solo unos pocos se esclarecieron. Y la autoridad todavía no localiza a los periodistas desaparecidos.
Raymundo Pérez Arellano
Yo puedo contarles sobre la censura y la intimidación hacia los periodistas en esta guerra absurda que se vive en el país.
El 3 de marzo de 2010 fui secuestrado junto a un camarógrafo en Reynosa, Tamaulipas, por un grupo de la delincuencia. Estábamos cubriendo la guerra entre los Zetas y el Cártel del Golfo.
Yo sentí el frío acero de una pistola en mi cabeza y escuché la sentencia de muerte: llévenselos y denles piso.
Al final no nos mataron. Pero nos advirtieron: no queremos ver a los de la prensa aquí, porque ustedes publican y nos calientan la plaza.
Soy una víctima de esa guerra, un sobreviviente, y por eso puedo venir a contarles esto.
Tuve suerte, mucha suerte. Muchos que han vivido situaciones similares nunca regresaron. Los encontraron muertos en el mejor de los casos. A otros ni siquiera los han encontrado.
Los días previos a mi secuestro desaparecieron cinco reporteros de medios locales en Reynosa. Sólo uno volvió. De los otros cuatro nada se sabe.
De 2010 a la fecha poco ha cambiado. Todavía existen zonas en el país donde los reporteros no podemos buscar historias, no podemos contar lo que pasa.
Y el denominador común continúa siendo la impunidad en un estado llamado democrático. De los más de 75 asesinatos de periodistas de 2000 a la fecha, solo unos pocos se esclarecieron. Y la autoridad todavía no localiza a los periodistas desaparecidos.
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