Jorge Alejandro Medellín
El pase a retiro del General Roberto Miranda Sánchez, oficializado ayer lunes en un acto que encabezó el secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, fue el banderazo oficial para que los tres grupos que buscan suceder al DN-1 inicien campañas internas –con la tropa y los jefes y oficiales que ascenderán el próximo 20 de noviembre– y externas –con grupos y partidos políticos– para culminar sus carreras en la cima militar.
El General Miranda fue hasta ayer lunes el Oficial Mayor de la Secretaria de la Defensa Nacional (Sedena), cargo del que nunca ha surgido un Secretario de la Defensa. Ahora, el general Salvador Cienfuegos Zedepa, ex comandante de la V, IX, I y VII Regiones Militares, podría convertirse en el primero de en lograrlo.
Su designación como nuevo Oficial Mayor ya lo colocó a la cabeza de la sucesión. Mientras, el General Galván intenta controlar de principio a fin este proceso, tomando en cuenta el debilitamiento de la figura presidencial y el terreno que los hombres del presidente van a ir cediendo en áreas estratégicas.
Esto ocurre ya entre los funcionarios de Calderón, con tal de no ver hundirse cuando llegue el momento de rendir cuentas no solo por la debacle de la guerra contra el narco, sino también por el estropicio en materia de pérdida de empleos, pésima calidad educativa, aumento en el consumo de drogas entre jovencitos, crecimiento de la violencia y del número de ejecuciones, caída en la percepción de inseguridad y degradación en el respeto e los derechos humanos.
Pero no todo estaría dicho en este inicio de las hostilidades para suceder al General Guillermo Galván. El divisionario Roberto Miranda, si bien pasó a retiro como lo marca la ley, aún puede –técnicamente– aspirar a ser el nuevo titular de la Sedena si logra concitar los apoyos y humores de los otros generales y militares de seda formados en el Estado Mayor Presidencial (EMP), en donde forjó la parte medular de su carrera.
Sin embargo, para que esto suceda el General Miranda debe contar con que el presidente Felipe Calderón y si gabinete lleguen fortalecidos o al menos cohesionados al tramo final del sexenio. Esto significaría, ni más ni menos, que el PAN conservara el poder y se alzara con la victoria en las elecciones presidenciales.
Solo de esta forma el militar estaría en posibilidades de ser tocado por el halo de la sucesión y accedería a DN-1 en una inopinada carrera efectuada por afuera de la pista de la Sedena.
La Ley Orgánica de la Sedena no señala en específico que el secretario de la Defensa deba ser un militar en activo. Su artículo 16 señala que se debe ser Genera de División y haber nacido en México. Nada impediría que un militar en el retiro regresara para ocupar la principal oficina de la Defensa Nacional, pero lo cierto es que esto jamás ha sucedido.
El ex secretario Hermenegildo Cuenca Díaz fue Senador de la República para luego ser llamado a ocupar la Sedena por Luis Echeverría entre 1970 y 1976. A terminar su administración logró la candidatura para gobernar Baja California, pero en mayo de 1977 falleció de un infarto en su tierra natal.
La segunda
En el otro extremo está el General Cienfuegos Zepeda, de quien se dice cuenta con una alta estima entre oficiales y jefes y por supuesto entre la tropa a la que ha dirigido.
Más proclive a la política que da frutos para sacar adelante misiones que a la política palaciega que abre puertas y posibilidades, Cienfuegos se sabe ahora señalado o al me nos sólidamente considerado por el alto mando para llegar al máximo cargo al que puede aspirar cualquier militar en este país.
Pero no todo está dado. La lucha apenas inicia para el nuevo Oficial Mayor. Frente a él están los generales Carlos Demetrio Gaytán Ochoa (Subsecretario de la Defensa), Luis Arturo Oliver Cen (Jefe del Estado Mayor de la Sedena), Augusto Moisés García Ochoa (Director de Administración de la Sedena), rivales cobijados por dos grupos fuertes al interior de la dependencia.
Cienfuegos lo está por otro grupo, el que formaron y consolidaron en su momento los ex secretarios Enrique Cervantes Aguirre y Clemente Vega García. Los militares cercanos a estos dos personajes arropan a Cienfuegos, intentarán asegurar su llegada a la cima, buscarán conservar el orden existente.
A estos divisionarios se suma como militar en discordia el también divisionario Diplomado de Estado Mayor Noé Sandoval Alcázar, actual Comandante de la IV Región Militar, en Nuevo León y quien comienza a ser nombrado en círculos del Estado Mayor en Lomas de Sotelo como un probable sucesor de Galván. ¿Basados en qué?, en el seguimiento y aceptación que su desempeño en el norte del país han despertado en el consulado y en la embajada de los Estados Unidos.
Los rumores siguen. Algunos comienzan y otros crecen. El más inmediato señala que es tal la solidez que puede alcanzar el General Cienfegos, que ya se le considera para encabezar la columna del 16 de septiembre, la última de la penosa era calderonista.
Cienfuegos juega con esa su segunda ronda en busca de convertirse en el siguiente DN-1, especialmente en un contexto en el que no solo urge restaurar la imagen y el nombre del ejército; urgen también su modernización real, su sensibilización y su reencuentro con la población vejada por tropas en el combate al narco.
Urgen sobre todo las bases para una transformación radical de las fuerzas armadas. La largada es suya. La carrera es corta pero muy intensa y nadie quiere estar entre las patas de los caballos.
El pase a retiro del General Roberto Miranda Sánchez, oficializado ayer lunes en un acto que encabezó el secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, fue el banderazo oficial para que los tres grupos que buscan suceder al DN-1 inicien campañas internas –con la tropa y los jefes y oficiales que ascenderán el próximo 20 de noviembre– y externas –con grupos y partidos políticos– para culminar sus carreras en la cima militar.
El General Miranda fue hasta ayer lunes el Oficial Mayor de la Secretaria de la Defensa Nacional (Sedena), cargo del que nunca ha surgido un Secretario de la Defensa. Ahora, el general Salvador Cienfuegos Zedepa, ex comandante de la V, IX, I y VII Regiones Militares, podría convertirse en el primero de en lograrlo.
Su designación como nuevo Oficial Mayor ya lo colocó a la cabeza de la sucesión. Mientras, el General Galván intenta controlar de principio a fin este proceso, tomando en cuenta el debilitamiento de la figura presidencial y el terreno que los hombres del presidente van a ir cediendo en áreas estratégicas.
Esto ocurre ya entre los funcionarios de Calderón, con tal de no ver hundirse cuando llegue el momento de rendir cuentas no solo por la debacle de la guerra contra el narco, sino también por el estropicio en materia de pérdida de empleos, pésima calidad educativa, aumento en el consumo de drogas entre jovencitos, crecimiento de la violencia y del número de ejecuciones, caída en la percepción de inseguridad y degradación en el respeto e los derechos humanos.
Pero no todo estaría dicho en este inicio de las hostilidades para suceder al General Guillermo Galván. El divisionario Roberto Miranda, si bien pasó a retiro como lo marca la ley, aún puede –técnicamente– aspirar a ser el nuevo titular de la Sedena si logra concitar los apoyos y humores de los otros generales y militares de seda formados en el Estado Mayor Presidencial (EMP), en donde forjó la parte medular de su carrera.
Sin embargo, para que esto suceda el General Miranda debe contar con que el presidente Felipe Calderón y si gabinete lleguen fortalecidos o al menos cohesionados al tramo final del sexenio. Esto significaría, ni más ni menos, que el PAN conservara el poder y se alzara con la victoria en las elecciones presidenciales.
Solo de esta forma el militar estaría en posibilidades de ser tocado por el halo de la sucesión y accedería a DN-1 en una inopinada carrera efectuada por afuera de la pista de la Sedena.
La Ley Orgánica de la Sedena no señala en específico que el secretario de la Defensa deba ser un militar en activo. Su artículo 16 señala que se debe ser Genera de División y haber nacido en México. Nada impediría que un militar en el retiro regresara para ocupar la principal oficina de la Defensa Nacional, pero lo cierto es que esto jamás ha sucedido.
El ex secretario Hermenegildo Cuenca Díaz fue Senador de la República para luego ser llamado a ocupar la Sedena por Luis Echeverría entre 1970 y 1976. A terminar su administración logró la candidatura para gobernar Baja California, pero en mayo de 1977 falleció de un infarto en su tierra natal.
La segunda
En el otro extremo está el General Cienfuegos Zepeda, de quien se dice cuenta con una alta estima entre oficiales y jefes y por supuesto entre la tropa a la que ha dirigido.
Más proclive a la política que da frutos para sacar adelante misiones que a la política palaciega que abre puertas y posibilidades, Cienfuegos se sabe ahora señalado o al me nos sólidamente considerado por el alto mando para llegar al máximo cargo al que puede aspirar cualquier militar en este país.
Pero no todo está dado. La lucha apenas inicia para el nuevo Oficial Mayor. Frente a él están los generales Carlos Demetrio Gaytán Ochoa (Subsecretario de la Defensa), Luis Arturo Oliver Cen (Jefe del Estado Mayor de la Sedena), Augusto Moisés García Ochoa (Director de Administración de la Sedena), rivales cobijados por dos grupos fuertes al interior de la dependencia.
Cienfuegos lo está por otro grupo, el que formaron y consolidaron en su momento los ex secretarios Enrique Cervantes Aguirre y Clemente Vega García. Los militares cercanos a estos dos personajes arropan a Cienfuegos, intentarán asegurar su llegada a la cima, buscarán conservar el orden existente.
A estos divisionarios se suma como militar en discordia el también divisionario Diplomado de Estado Mayor Noé Sandoval Alcázar, actual Comandante de la IV Región Militar, en Nuevo León y quien comienza a ser nombrado en círculos del Estado Mayor en Lomas de Sotelo como un probable sucesor de Galván. ¿Basados en qué?, en el seguimiento y aceptación que su desempeño en el norte del país han despertado en el consulado y en la embajada de los Estados Unidos.
Los rumores siguen. Algunos comienzan y otros crecen. El más inmediato señala que es tal la solidez que puede alcanzar el General Cienfegos, que ya se le considera para encabezar la columna del 16 de septiembre, la última de la penosa era calderonista.
Cienfuegos juega con esa su segunda ronda en busca de convertirse en el siguiente DN-1, especialmente en un contexto en el que no solo urge restaurar la imagen y el nombre del ejército; urgen también su modernización real, su sensibilización y su reencuentro con la población vejada por tropas en el combate al narco.
Urgen sobre todo las bases para una transformación radical de las fuerzas armadas. La largada es suya. La carrera es corta pero muy intensa y nadie quiere estar entre las patas de los caballos.
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