Jorge Diaz
Se empiezan a dar signos, en algunos lados de preocupación y en otros de desesperación por el tono belicoso que pudieran tomar las campañas electorales de este año para elegir Presidente. No es para menos, el escenario no cambia según las casas encuestadoras más prestigiadas del país y a quienes están abajo no les queda otra más que echar el resto, mientras que a quien está arriba, le interesa mantenerse ahí.
En las reflexiones de analistas afines (y algunos hasta con relación laboral) con el puntero, Enrique Peña Nieto, se nota abiertamente la solicitud (encarecida) de no ensuciar los comicios y de abstenerse de dar golpes bajos. El tono que pretende llamar a la decencia a los otros actores políticos (Gobierno Federal incluido), también lleva implícita la amenaza: Si no se portan bien durante la campaña y en caso de ser nosotros (PRI) los ganadores, no habrá reconciliación y tendrán que atenerse a las consecuencias.
En todo caso, la pregunta sería: ¿Qué está previendo el PRI como posibles ataques al abanderado priista? Porque ante la supuesta ventaja que ostenta el de Atlacomulco, no tendrían por qué estar saliendo estos temores anticipados. Es evidente que por el nerviosismo mostrado en el círculo cercano a EPN, aquella campaña sucia contra López Obrador, será cosa de niños en comparación con lo que los priistas esperan, de otra manera no se explica su preocupación llamando a la cordura, amenazando.
Del Presidente Felipe Calderón, podemos esperar todo. El tránsito que habrá de recorrer para no dejar el gobierno en manos de los priistas y ya no darle más motivos a la historia para ponerlo en la lista negra, lo pone en una situación de no retorno, tiene mucho que perder y seguramente se la jugará en la rayita. ¿Será él quien le guarde sorpresas al tricolor?
Para López Obrador es más que obvio, le reditúa más estar cerca del grito de inconformidad y desigualdad que sufre el país, que estar del lado de la fantasiosa república del amor que pocos creen. Ya dio señales de empezar a levantar el tono en los discursos, mismos que ha ido desplazando del rosa al rojo desde la semana pasada; cuando se refirió al priista Peña Nieto, como “la encarnación de la corrupción” (palabras más, palabras menos), declaraciones que no se entienden en un hombre todo amor y todo paz y que lo último que quiere es ofender a sus adversarios. Lo de AMLO y su aventura amorosa es cuestión de tiempo, se volverá a pintar la cara y romperá lanzas. ¿Es acaso el tabasqueño quien posee el As bajo la manga para desplomar al “golden boy” priista?
Con todo y eso, no hay claridad en lo que aparentemente los de izquierda y derecha guardan como arma secreta para momentos más oportunos, pues el temblor en las piernas empieza a ser audible entre los priistas del círculo cercano a Peña Nieto y es que seguramente, ellos saben algo más que nosotros.
Por lo pronto y como control de daños anticipado, el aparente rompimiento con Elba Esther Gordillo y su Nueva Alianza, da la impresión de ser algo mayor a la simple explicación de la purga de moreiristas en el CEN del PRI ¿será ese frente el más débil del priismo, por corrupto y cínico? o ¿habrá algo todavía mayor?
Por eso creo que la pregunta que ronda en el aire no es si habrá guerra sucia o no, eso se da por descontado, la pregunta más bien es: qué tan sucia será.
Se empiezan a dar signos, en algunos lados de preocupación y en otros de desesperación por el tono belicoso que pudieran tomar las campañas electorales de este año para elegir Presidente. No es para menos, el escenario no cambia según las casas encuestadoras más prestigiadas del país y a quienes están abajo no les queda otra más que echar el resto, mientras que a quien está arriba, le interesa mantenerse ahí.
En las reflexiones de analistas afines (y algunos hasta con relación laboral) con el puntero, Enrique Peña Nieto, se nota abiertamente la solicitud (encarecida) de no ensuciar los comicios y de abstenerse de dar golpes bajos. El tono que pretende llamar a la decencia a los otros actores políticos (Gobierno Federal incluido), también lleva implícita la amenaza: Si no se portan bien durante la campaña y en caso de ser nosotros (PRI) los ganadores, no habrá reconciliación y tendrán que atenerse a las consecuencias.
En todo caso, la pregunta sería: ¿Qué está previendo el PRI como posibles ataques al abanderado priista? Porque ante la supuesta ventaja que ostenta el de Atlacomulco, no tendrían por qué estar saliendo estos temores anticipados. Es evidente que por el nerviosismo mostrado en el círculo cercano a EPN, aquella campaña sucia contra López Obrador, será cosa de niños en comparación con lo que los priistas esperan, de otra manera no se explica su preocupación llamando a la cordura, amenazando.
Del Presidente Felipe Calderón, podemos esperar todo. El tránsito que habrá de recorrer para no dejar el gobierno en manos de los priistas y ya no darle más motivos a la historia para ponerlo en la lista negra, lo pone en una situación de no retorno, tiene mucho que perder y seguramente se la jugará en la rayita. ¿Será él quien le guarde sorpresas al tricolor?
Para López Obrador es más que obvio, le reditúa más estar cerca del grito de inconformidad y desigualdad que sufre el país, que estar del lado de la fantasiosa república del amor que pocos creen. Ya dio señales de empezar a levantar el tono en los discursos, mismos que ha ido desplazando del rosa al rojo desde la semana pasada; cuando se refirió al priista Peña Nieto, como “la encarnación de la corrupción” (palabras más, palabras menos), declaraciones que no se entienden en un hombre todo amor y todo paz y que lo último que quiere es ofender a sus adversarios. Lo de AMLO y su aventura amorosa es cuestión de tiempo, se volverá a pintar la cara y romperá lanzas. ¿Es acaso el tabasqueño quien posee el As bajo la manga para desplomar al “golden boy” priista?
Con todo y eso, no hay claridad en lo que aparentemente los de izquierda y derecha guardan como arma secreta para momentos más oportunos, pues el temblor en las piernas empieza a ser audible entre los priistas del círculo cercano a Peña Nieto y es que seguramente, ellos saben algo más que nosotros.
Por lo pronto y como control de daños anticipado, el aparente rompimiento con Elba Esther Gordillo y su Nueva Alianza, da la impresión de ser algo mayor a la simple explicación de la purga de moreiristas en el CEN del PRI ¿será ese frente el más débil del priismo, por corrupto y cínico? o ¿habrá algo todavía mayor?
Por eso creo que la pregunta que ronda en el aire no es si habrá guerra sucia o no, eso se da por descontado, la pregunta más bien es: qué tan sucia será.
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