PRI: un CEN del mundo raro

Jorge Fernández Menéndez

Ya sabemos que el PRI tiene ventaja en las encuestas electorales, también que su estrategia se basa en conservarla, arriesgando lo mínimo posible. Sabemos que a Enrique Peña Nieto no le gustan los cambios en su equipo, que prefiere trabajar con la gente que conoce y con la que ya ha trabajado. Debemos suponer que Enrique y su círculo más cercano son desconfiados, que por eso se cuidan en sus relaciones, en sus contactos y en quienes rodean al candidato. Pero al mismo tiempo creen, para no ser presionados, que tienen que abrir la baraja y darle posiciones a personajes o sectores del priismo más tradicional, cubrir las cuotas que les permitan transitar sin problemas a la próxima elección.

Creo que se están equivocando. Ya hemos dicho en este espacio que, como en el futbol, para conservar una ventaja lo peor que se puede hacer es jugar a la defensiva, pertrechar un muro impenetrable para evitar cualquier anotación en contrario. En muchas ocasiones así se gana, pero jamás se convence ni se enamora al espectador. Otros, prefieren defenderse con el balón, controlando el juego (controlando la agenda, diríamos en política) atacando y convencidos de que la mejor forma de defenderse es manteniendo el balón en su poder y lo más lejos posible de su portería. A veces se gana, en ocasiones se pierde, pero el espectador termina, en esta ocasión sí, enamorado de un juego que se torna abierto, propositivo. Es la diferencia, decíamos, entre el Madrid de Mourinho y el Barcelona de Guardiola.

Y como también ya lo hemos dicho, el equipo de campaña de Peña Nieto está jugando como el Madrid de Mourinho: no arriesga, no propone, trata de conservar la ventaja, en lugar de colocar en el campo a sus mejores jugadores coloca a los cumplidores, a los que parecen más rudos, a los que pueden intimidar a algún adversario…o a los que son amigos del entrenador. Ya se había visto esa lógica en la designación del último equipo de campaña, donde todo gira en torno a Luis Videgaray, y donde debajo hay muy poco.

Lo acabamos de ver en la designación del nuevo Comité Ejecutivo Nacional, donde, como se ha dicho, se ha borrado al equipo de Humberto Moreira (¿eso también implica que también se piensan borrar las alianzas y acuerdos que estableció el ex dirigente nacional del tricolor con el Verde y con Nueva Alianza?), y en donde todo girará, además del presidente del partido, Pedro Joaquín Coldwell, sobre todo en torno al nuevo secretario de Organización, el ex gobernador de Hidalgo, Miguel Osorio Chon, quien es, junto con Videgaray, uno de los hombres más cercanos a Peña Nieto (junto con, entre otros, Juan Collado, abogado de Arturo Montiel en las actuales vicisitudes con su ex esposa por la custodia de sus hijos, y Luis Miranda, el ex secretario de gobierno del Estado de México, hoy distanciado de la campaña por desacuerdos profundos con Videgaray y Osorio).

Obviamente la designación de Osorio es indiscutible según esta lógica, pero otras posiciones son incomprensibles. ¿Qué hace Alejandro Moreno en operación política? Se trata de un joven emprendedor, pero ¿alguien cree que puede ser el operador político de la campaña de Peña Nieto? Hay mucho más: ¿qué hace, por ejemplo, José Murat como responsable de Vinculación Política y también de casi todos los estados del sur de la república?¿saben en el nuevo CEN del PRI que Murat fue expulsado del partido durante la gestión de Beatriz Paredes, acusado de haber apoyado el triunfo de la oposición en Oaxaca por no estar de acuerdo con el candidato designado por el PRI?¿que esa expulsión fue ratificada por las instancias locales y federales del partido, pero que sólo se echó para atrás por una resolución del Tribunal Electoral? No deja de ser casi cómico que esas mismas instancias partidarias, que hace apenas un año lo expulsaron, hoy lo vuelvan a aceptar y en un cargo dirigente, pero sobre todo para que establezca una “vinculación política” con fuerzas no priistas, donde, la verdad, la verdad, Murat no tiene precisamente una buena imagen.

Se ha dicho, también, que algunas posiciones muy específicas, como una a Arnoldo Ochoa, es para hacerle un gesto a Beatriz Paredes y que Silvana Beltrones, la hija de Manlio, es una posición del senador. Lo cierto es que la de Ochoa es una posición francamente menor, y en el caso de Silvana, una mujer preparada, lista, que quiere hacer una carrera propia en la política, casada con el diputado Pablo Escudero, su posición en el CEN es para trabajar directamente con Pedro Joaquín, no en la campaña.

No entiendo la estrategia de Peña: con la ventaja que tiene en las encuestas podría armar un equipo de campaña y un CEN pletórico de figuras de peso, con mensajes muy claros sobre amores y desamores políticos, con un candidato colocando propuestas y generando expectativas día con día. Pero prefieren cuidar la ventaja, endurecer la pierna, apostar por amigos o por rudos. Como Mourinho en el Madrid.

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