Platanar

Enojo (sólo) por un chiste
Narco: cáscara electoral
Orantes, nueva opositora

Julio Hernández López / Astillero


Es valioso, pero insuficiente, el enojo masivo que provocó un cómico de televisión de paga al usar en sus chistoretes del día el tema de los niños muertos en la guardería sonorense ABC.

Justiciera fue la indignación generalizada ante lo dicho por Platanito Show en TeleHit, una de las vertientes de Televisa a través de cable, pero una buena porción de esas protestas se quedaron en la superficie, dispuestas a darse por satisfechas si la empresa que es corresponsable de muchas de las desgracias del país se deshiciese simplemente del personaje incómodo (una especie de payaso expiatorio), circunscrito el tema a su aparición mal tratada en un foro de pastelazos, sin denunciar y confrontar las verdaderas causas y a los responsables de ese episodio doloroso de la conciencia nacional.

Así parecen irse procesando las muchas vergüenzas nacionales. Hay una especie de desmemoria convenida que prefiere cerrar los ojos ante los escenarios serios de la descomposición nacional y que, alegando hastío ante la política, los políticos y la politiquería, prefiere dejar hacer, dejar pasar, como ha sucedido con el caso de la guardería ABC, tan terrible e inaceptable que es de suponerse que en otros países habría provocado protestas populares y una crisis institucional. Pero acá, en la República de la Conciencia Anestesiada, aquella tragedia fue solamente parte del inicio del viacrucis alfabético que ha llegado a las Zetas sangrientas (entre otras letras escritas en inhumanos carteles) y continúa dándole vuelta a la colección de signos idiomáticos infamantes.

El platanar del sexenio queda así reducido al caso escandaloso de un comediante pasado de tono. Paredón al Platanito Show, mientras la prima de la esposa del ocupante de Los Pinos es declarada inocente de cualquier culpa en el manejo de la guardería, cuyo manejo para efectos de lucro les fue asignado como parte de las concesiones que desde los poderes se dan a los familiares y a los favoritos, tanto a ramales panistas, entre los que destaca Marcia Matilde Gómez del Campo, prima de Margarita Zavala Gómez del Campo (y por lo cual todo mundo supo, desde siempre, que no sería tocada ni por el pétalo de una sanción mínima), como a priístas sonorenses relacionados con el entonces gobernador, Eduardo Bours.

Castigos menores, medidas distractoras, impunidad garantizada para los grandes responsables. Uno de los culpables inequívocos se dedica actualmente a organizar la próxima campaña presidencial panista, a título de funcionario del PAN: Juan Francisco Molinar Horcasitas, cuyo primer apellido podría quedar en Platanar. Válido es demandar que sea retirado el programa del Platanito Show, pero mejor será exigir justicia en el caso ABC, específicamente en el caso de los concesionarios ahora absueltos y de los funcionarios ahora tan campantes. También sería importante que Televisa revise los contenidos de canales como TeleHit, convertido en depósito de buena parte de lo peor de su programación, dedicado a exaltar la procacidad y la irrelevancia, empecinado en intoxicar a su audiencia con tonteras para que continúen la desmemoria y el anestesiamiento colectivos.

The Washington Post alerta sobre el riesgo sabido por todos los mexicanos de que la cáscara del narcotráfico, manejada desde altos platanares, hiciera resbalar las próximas elecciones por Los Pinos tan temidas. El dinero del crimen organizado puede comprar autoridades de manera directa o ayudándolas a instalarse en el poder y, haciendo segunda a la versión tramposa del hermano de la candidata Cocoa, y de ésta misma, el diario estadunidense recoge la versión de que en Michoacán fue el narcotráfico el factor que quitó una presunta victoria de Luisa María Calderón.

En el flanco priísta, los directivos y el virtual candidato presidencial hacen malabares para jurar que el tema de los recursos sucios no les llegará a tocar. Pedro Joaquín Coldwell anuncia la creación de un comité de vigilancia de financiamiento a las campañas y promete que el partido de tres colores no tendrá candidatos relacionados con el narco (esta columna procede de inmediato a chuparse el dedo y cree a pie juntillas en tan espectaculares ofertas). Entre más salvamentos de papel intentan, más parecen enredarse el peñanietismo y sus aliados oscuros (Romero Deschamps y el Pemexgate, Gordillo y el gabinete como botín a repartir, los gobernadores preciosos, tanto los anteriores, como Mario Marín y Ulises Ruiz, como los actuales, que también tienen lo suyo).

En Chiapas, por lo pronto, ha estallado la primera rebelión a los pactos Peña Nieto-Partido Verde Dólar-Panal. La senadora María Elena Orantes ha renunciado al PRI porque su entidad fue seleccionada por los Niños Verdes para hacerse de su primera gubernatura a través del actual senador Manuel Velasco, que sería presentado como candidato común para relevar a Juan Sabines cuando se le termine la fiesta sexenal. Además, la hija de la profesora Gordillo, Mónica Arriola, virtual encargada ejecutiva del Panal, será postulada candidata al senado en la primera fórmula de esa alianza con Peña Nieto. No hay nada en la dimitente Orantes que ofrezca fundamento para considerarla abanderada de las izquierdas en Chiapas, pero la amorosidad electoralmente oportunista requiere de votos a como dé lugar y por tanto está en proceso la intención de entregarle la candidatura que su partido original le está negando. Ya se vio en Oaxaca, Sinaloa, Guerrero, Puebla y la misma Chiapas lo que sucede con esas alianzas de última hora que en nada acaban beneficiando los intereses de la presunta izquierda mexicana, pero aun así se avanza en la construcción de un nuevo engaño coyuntural.

Y, mientras Cordero, Creel y Vázquez Mota debaten hoy, según eso con respeto y sin descalificaciones (es decir, un encuentro pasteurizado, que por tanto no debería ser llamado debate, sino picnic), ¡hasta mañana, con el gobierno de Ángel Aguirre habilitando a dos agentes ministeriales como presuntos culpables de la matanza de dos normalistas!

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