PAN: pocos, pero sectarios

Jorge Fernández Menéndez

Es cierto lo que dice Joaquín Sabina, “no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”. Pero en política no se puede apostar, por la razón que sea, a la nostalgia de lo que podría ser.

¿Qué sentido tiene la llamada consulta indicativa que se propone realizar el Comité Ejecutivo Nacional del PAN? En principio la idea parecía interesante: las encuestas están mostrando una tendencia muy clara respecto a la intención de voto de los simpatizantes panistas a favor de Josefina Vázquez Mota; los dos adversarios de ese partido, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, ya están trabajando, con aciertos y errores, pero sobre una base sólida de cara al primero de julio.

La resolución del IFE les permite a ambos hacer, en los hechos, una abierta campaña de proselitismo mientras que el proceso interno del PAN parece cada vez más eso: un mecanismo cada vez más interno, más subterráneo de selección de candidato que, por eso mismo, se contamina día con día. En ese sentido se podría pensar que la fórmula de la consulta indicativa serviría para despejar el panorama y permitir que el PAN comience de una vez por todas su verdadera campaña electoral con una candidatura ya definida.

Pero no es así: la intención del ejercicio que se propone en el panismo tiene otros objetivos: no es definir un candidato, sino reducir el proceso a dos; no busca ampliar la convocatoria para la designación, sino cerrarla aún más al dejarla sólo en manos de los militantes y ya no de los adherentes (los segundos superan en tres a uno a los primeros): buscan hacer la consulta el día 15 al mismo tiempo que la selección de candidatos a legisladores, que sólo serán elegidos por los militantes, lo que hace depender la consulta más aún de los aparatos estatales.

El objetivo es mostrar que la candidatura de Ernesto Cordero tiene peso, aunque no salga primera en esa consulta, entre los militantes del partido, pese a que las encuestas entre los simpatizantes panistas den resultados diametralmente diferentes. La idea es que Ernesto pueda aparecer segundo, desplazando a Santiago Creel, presionar para que éste abandone la contienda y tener así oportunidades más claras el 5 de febrero, cuando se realice la elección interna. El problema es que ni Vázquez Mota ni Creel están de acuerdo con el procedimiento, sobre el que no fueron siquiera consultados antes de que Cecilia Romero lo presentara ante los medios, un procedimiento que ven forzado y con altas posibilidades de manipulación.

Se ha dicho que el cambio de reglas en el IFE respecto a los candidatos únicos obligan a realizar este ejercicio. En realidad no es así: a lo que obligaría es a que el PAN comience a tomar con mucha mayor seriedad las cosas, abandone una lucha interna que de acuerdo con los números que muestran las propias encuestas resulta estéril y defina con claridad su candidatura. El problema es que mientras Peña Nieto y López Obrador hacen campaña entre la gente, buscan acuerdos, negocian candidaturas y trabajan para el electorado, el PAN quiere encerrarse aún más: ya no quiere determinar el proceso con sus simpatizantes, ni siquiera con el universo de militantes y adherentes, que son cerca de un millón y medio de electores, sino sólo entre los militantes, que suman apenas unos 300 mil. Somos pocos pero sectarios, se decía en la vieja izquierda, parece que ahora desde el otro vértice del arco iris político algunos piensan igual.

El ejercicio como está planteado no tiene sentido, menos aún cuando faltarán dos semanas para la elección interna y cuando esta misma semana, las encuestas que están próximas a divulgarse volverán a mostrar que la intención interna de voto para Vázquez Mota sigue superando 60%, mientras que la de Cordero sigue estando un poco por arriba de 10 y Creel tiene alrededor de 18 por ciento. Entiendo que en el equipo del ex secretario de Hacienda estén buscando mecanismos para posicionarse en la contienda interna: es muy obvio. Pero servirá de poco, salvo que la intención sea desgastar aún más el proceso, si ese posicionamiento no coincide con la percepción y las intenciones de la mayoría de los panistas, ya no hablemos del electorado.

Dejemos en el aire una pregunta que ya se ha hecho Pablo Hiriart: ya que se habla de una consulta indicativa para saber qué piensa el partido antes de los comicios internas y si es una respuesta a las candidaturas únicas del PRI y el PRD, ¿estarían dispuestos los dos aspirantes que salgan segundos a renunciar a sus aspiraciones para tener desde el 15 de enero una candidatura definida? Si no es así, ¿qué sentido tiene hacerla? Porque como sostenía Churchill, “tras un recuento electoral, sólo importa quién es el ganador. Todos los demás son perdedores”.

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