Eduardo Ibarra Aguirre
Que se permita “que un cártel sea dominante en todo el país o una especie de tregua entre los cárteles hegemónicos del país: Los Zetas y la Federación de Sinaloa”, son los dos caminos que contempla el grupo de análisis Stratfor como “La única manera en que el gobierno mexicano puede llevar la violencia hasta lo que se considera como un nivel aceptable”.
Ambos caminos, sin embargo, no los estima viables “en el corto plazo” la firma privada de investigación, lo que implica que en los 10 meses que le restan a Felipe Calderón como inquilino de Los Pinos, no se producirán variaciones de significación en el altísimo nivel de violencia, multiplicado con la festinada guerra anticrimen.
Más aún, pese a los 17 jefes de plaza y de célula perdidos con la estrategia del general de cinco estrellas, Los Zetas “pasaron a ser el cártel más grande de México”, a juicio de Stratfor, al operar en 17 estados, mientras que La Federación actúa en 16, con todo y pérdida de 10 integrantes mayores. El duopolio del crimen organizado permanece confrontado hasta hacer imposible cualquier tregua negociada por ellos o inducida por el gobierno.
Para medir la magnitud de los corporativos criminales es insuficiente el número de entidades en que actúan, falta contemplar los cargamentos de narcóticos que colocan en el mercado local y exterior, además de la participación en el tráfico de órganos y personas, piratería, extorsión, trata de personas y secuestro que, en conjunto, manejan una masa de capital superior al primero.
En su reporte 2012 sobre la situación de México, el think tank recoge una obviedad que analistas locales postulan hace décadas: “El gobierno no puede acabar con los cárteles como tampoco puede acabar con el tráfico de drogas”. Naturalmente que es más probable que Calderón Hinojosa escuche al primero y que sus posturas fundamentalistas, religiosas, retrocedan aunque sea milímetros, antes de que termine radicando en Estados Unidos.
La violencia no se ha reducido es otra de la conclusiones del informe a cargo del grupo de análisis estadunidense, lo que desmiente a la histérica propaganda oficial. Conclusión que, sin mediar investigación especializada, padecieron 60 mil víctimas mortales, 10 mil desaparecidos y cientos de miles de desplazados de sus hogares y ciudades con motivo de la guerra convertida en lucha para evitar los tribunales internacionales.
Si la violencia disminuye en Ciudad Juárez y Tijuana, por ejemplo, se desplaza a otras ciudades y repunta en Durango, Monterrey y Veracruz. Pero lo más preocupante o alentador, depende la perspectiva desde la cual se analice, es que el Ejército y la Marina no tienen capacidad para llevar su ofensiva a otras regiones del país porque los 45 mil soldados y marinos desplegados constituyen prácticamente la totalidad de los elementos de línea existentes. Además de que no pueden emprender acciones ofensivas “sin poner en peligro lo que ya han logrado”. Y las fuerzas de reserva son “escasas y pobremente mantenidas”, estima la casa de inteligencia.
En síntesis, aunque inviables a corto plazo, Stratfor brinda carta de naturalidad a una parte de las estrategias en las que trabaja la Casa Blanca y el Pentágono para México en materia de narcotráfico y en coordinación sin precedente con el gobierno azteca, hasta el punto de que en varios operativos trascendentes lo ignoraron.
La estrategia de Calderón, objetivos e intenciones públicas aparte, produjo ya un vigoroso duopolio del crimen organizado que con aliento gubernamental, directo o indirecto, simplemente hostigando más a uno que otro, producirá más temprano que tarde y con un baño de sangre acaso más escandaloso todavía, un monopolio que formará parte del paisaje dominante en México.
Que se permita “que un cártel sea dominante en todo el país o una especie de tregua entre los cárteles hegemónicos del país: Los Zetas y la Federación de Sinaloa”, son los dos caminos que contempla el grupo de análisis Stratfor como “La única manera en que el gobierno mexicano puede llevar la violencia hasta lo que se considera como un nivel aceptable”.
Ambos caminos, sin embargo, no los estima viables “en el corto plazo” la firma privada de investigación, lo que implica que en los 10 meses que le restan a Felipe Calderón como inquilino de Los Pinos, no se producirán variaciones de significación en el altísimo nivel de violencia, multiplicado con la festinada guerra anticrimen.
Más aún, pese a los 17 jefes de plaza y de célula perdidos con la estrategia del general de cinco estrellas, Los Zetas “pasaron a ser el cártel más grande de México”, a juicio de Stratfor, al operar en 17 estados, mientras que La Federación actúa en 16, con todo y pérdida de 10 integrantes mayores. El duopolio del crimen organizado permanece confrontado hasta hacer imposible cualquier tregua negociada por ellos o inducida por el gobierno.
Para medir la magnitud de los corporativos criminales es insuficiente el número de entidades en que actúan, falta contemplar los cargamentos de narcóticos que colocan en el mercado local y exterior, además de la participación en el tráfico de órganos y personas, piratería, extorsión, trata de personas y secuestro que, en conjunto, manejan una masa de capital superior al primero.
En su reporte 2012 sobre la situación de México, el think tank recoge una obviedad que analistas locales postulan hace décadas: “El gobierno no puede acabar con los cárteles como tampoco puede acabar con el tráfico de drogas”. Naturalmente que es más probable que Calderón Hinojosa escuche al primero y que sus posturas fundamentalistas, religiosas, retrocedan aunque sea milímetros, antes de que termine radicando en Estados Unidos.
La violencia no se ha reducido es otra de la conclusiones del informe a cargo del grupo de análisis estadunidense, lo que desmiente a la histérica propaganda oficial. Conclusión que, sin mediar investigación especializada, padecieron 60 mil víctimas mortales, 10 mil desaparecidos y cientos de miles de desplazados de sus hogares y ciudades con motivo de la guerra convertida en lucha para evitar los tribunales internacionales.
Si la violencia disminuye en Ciudad Juárez y Tijuana, por ejemplo, se desplaza a otras ciudades y repunta en Durango, Monterrey y Veracruz. Pero lo más preocupante o alentador, depende la perspectiva desde la cual se analice, es que el Ejército y la Marina no tienen capacidad para llevar su ofensiva a otras regiones del país porque los 45 mil soldados y marinos desplegados constituyen prácticamente la totalidad de los elementos de línea existentes. Además de que no pueden emprender acciones ofensivas “sin poner en peligro lo que ya han logrado”. Y las fuerzas de reserva son “escasas y pobremente mantenidas”, estima la casa de inteligencia.
En síntesis, aunque inviables a corto plazo, Stratfor brinda carta de naturalidad a una parte de las estrategias en las que trabaja la Casa Blanca y el Pentágono para México en materia de narcotráfico y en coordinación sin precedente con el gobierno azteca, hasta el punto de que en varios operativos trascendentes lo ignoraron.
La estrategia de Calderón, objetivos e intenciones públicas aparte, produjo ya un vigoroso duopolio del crimen organizado que con aliento gubernamental, directo o indirecto, simplemente hostigando más a uno que otro, producirá más temprano que tarde y con un baño de sangre acaso más escandaloso todavía, un monopolio que formará parte del paisaje dominante en México.
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