Ricardo Alemán
La ambición desmedida por el Gobierno del Distrito Federal mostró su peor cara en las últimas horas, cuando se confirmó la traición de Andrés Manuel López Obrador a la promesa de que Marcelo Ebrard tendría “mano” en la sucesión de la capital del país.
Y es que en una impensada vuelta de tuerca, “Los Chuchos” –y su candidato a jefe de Gobierno, Carlos Navarrete– decidieron aliarse a López Obrador para sumar fuerzas con la candidata Alejandra Barrales.
Navarrete se colocaba entre el tercero y cuarto puestos de las preferencias, pero luego de las más recientes encuestas –que mostraron una sorpresiva fuga de Miguel Ángel Mancera– se produjo la negociación y el reacomodo, cuando Navarrete anunció que declinaba a sus aspiraciones, a favor de Alejandra Barrales.
El acuerdo alcanzado entre Los Chuchos y AMLO es un duro golpe a los intereses de Marcelo Ebrard, quien había manejado dos cartas para la jugada de la sucesión en la capital del país. Su favorito era Mario Delgado, secretario de Educación, quien nunca remontó números marginales entre la extensa lista de pretendientes al GDF.
Luego que Mario Delgado declinó, Ebrard echó a caminar lo que fue conocido como su “Plan B”, encabezado por el entonces procurador capitalino, Miguel Ángel Mancera, quien en las más recientes encuestas sorprendió a propios y extraños con un avance notable. A muchos llamó la atención que un servidor público sin partido se haya convertido, de la noche a la mañana, en el más aceptado de los precandidatos al GDF, por la llamada izquierda.
Y el fenómeno no tiene nada de extraño; en realidad la aceptación que tiene en las encuestas el ex procurador Mancera, tiene su origen en el hecho de que no es un político de partido y que la gente lo ve como un proyecto más cercano a la llamada sociedad civil.
Por eso, cuando el pasado martes se dio a conocer una nueva batería de encuestas, Mancera se colocaba por arriba de todos los pretensos de la llamada izquierda, con entre cinco y siete puntos por arriba de Barrales, lo que prendió los focos rojos del establo de AMLO.
Ante esa nueva realidad, y poseedores de un bien desarrollado olfato político, “Los Chuchos” vieron que sus posibilidades eran casi nulas, y rápidamente pactaron con AMLO y se sumaron a la candidatura de Alejandra Barrales.
Es probable que en las próximas horas se produzcan nuevas declinaciones del “lopezobradorismo” a favor de Alejandra Barrales, ya que el candidato presidencial de las izquierdas no permitirá que la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal quede en manos de Marcelo Ebrard.
En pocas palabras, que es previsible que “le echen montón” al precandidato Miguel Ángel Mancera –que es el delfín de Marcelo Ebrard–, para arrebatarle la sucesión a Marcelo. Es decir, estaríamos a un paso de la traición.
Pero en la otra cancha también apareció el peor rostro de la política. Es decir, luego de una evaluación de semanas, el PAN decidió que ninguno de sus militantes y gobernantes de la capital del país reunía los requisitos para aspirar al GDF y, en otra vuelta de tuerca, los azules decidieron que su candidata a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal sería, nada más y nada menos que la señora Isabel Miranda de Wallace. ¡Sí, aunque usted lo no crea!
¿Y qué significa que la señora Wallace se convierta en candidata de un partido a un puesto de elección presidencial?
En pocas palabras, que asistimos a la perversión de la lucha social; a la muestra más clara de que la política y los políticos son capaces de traicionar hasta las más nobles causas sociales y a los más convencidos líderes. ¿Qué hará la señora Miranda de Wallace –además del ridículo y de pervertir las causas sociales– en el Distrito Federal?
En efecto, servirá a las ambiciones políticas de los azules en el Distrito Federal; servirá a las ambiciones desmedidas de poder que ya mostraba en los años recientes la señora Wallace y, por consecuencia, lastimosamente contribuirá a que cada vez los ciudadanos crean menos en los políticos y los líderes sociales. ¿Por qué? Porque todos los días nos demuestran que son la misma porquería. ¿Qué no?
Lo curioso del asunto es que si se confirma a la señora Wallace como candidata del PAN, si cuaja la traición de AMLO a Marcelo y la candidata de la izquierda es la señora Alejandra Barrales, entonces los tres partidos en disputa nos regalarán un histórico; tres mujeres candidatas al GDF, ya que por el PRI va la señora Beatriz Paredes. ¿Qué tal? Mujeres y traiciones.
La ambición desmedida por el Gobierno del Distrito Federal mostró su peor cara en las últimas horas, cuando se confirmó la traición de Andrés Manuel López Obrador a la promesa de que Marcelo Ebrard tendría “mano” en la sucesión de la capital del país.
Y es que en una impensada vuelta de tuerca, “Los Chuchos” –y su candidato a jefe de Gobierno, Carlos Navarrete– decidieron aliarse a López Obrador para sumar fuerzas con la candidata Alejandra Barrales.
Navarrete se colocaba entre el tercero y cuarto puestos de las preferencias, pero luego de las más recientes encuestas –que mostraron una sorpresiva fuga de Miguel Ángel Mancera– se produjo la negociación y el reacomodo, cuando Navarrete anunció que declinaba a sus aspiraciones, a favor de Alejandra Barrales.
El acuerdo alcanzado entre Los Chuchos y AMLO es un duro golpe a los intereses de Marcelo Ebrard, quien había manejado dos cartas para la jugada de la sucesión en la capital del país. Su favorito era Mario Delgado, secretario de Educación, quien nunca remontó números marginales entre la extensa lista de pretendientes al GDF.
Luego que Mario Delgado declinó, Ebrard echó a caminar lo que fue conocido como su “Plan B”, encabezado por el entonces procurador capitalino, Miguel Ángel Mancera, quien en las más recientes encuestas sorprendió a propios y extraños con un avance notable. A muchos llamó la atención que un servidor público sin partido se haya convertido, de la noche a la mañana, en el más aceptado de los precandidatos al GDF, por la llamada izquierda.
Y el fenómeno no tiene nada de extraño; en realidad la aceptación que tiene en las encuestas el ex procurador Mancera, tiene su origen en el hecho de que no es un político de partido y que la gente lo ve como un proyecto más cercano a la llamada sociedad civil.
Por eso, cuando el pasado martes se dio a conocer una nueva batería de encuestas, Mancera se colocaba por arriba de todos los pretensos de la llamada izquierda, con entre cinco y siete puntos por arriba de Barrales, lo que prendió los focos rojos del establo de AMLO.
Ante esa nueva realidad, y poseedores de un bien desarrollado olfato político, “Los Chuchos” vieron que sus posibilidades eran casi nulas, y rápidamente pactaron con AMLO y se sumaron a la candidatura de Alejandra Barrales.
Es probable que en las próximas horas se produzcan nuevas declinaciones del “lopezobradorismo” a favor de Alejandra Barrales, ya que el candidato presidencial de las izquierdas no permitirá que la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal quede en manos de Marcelo Ebrard.
En pocas palabras, que es previsible que “le echen montón” al precandidato Miguel Ángel Mancera –que es el delfín de Marcelo Ebrard–, para arrebatarle la sucesión a Marcelo. Es decir, estaríamos a un paso de la traición.
Pero en la otra cancha también apareció el peor rostro de la política. Es decir, luego de una evaluación de semanas, el PAN decidió que ninguno de sus militantes y gobernantes de la capital del país reunía los requisitos para aspirar al GDF y, en otra vuelta de tuerca, los azules decidieron que su candidata a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal sería, nada más y nada menos que la señora Isabel Miranda de Wallace. ¡Sí, aunque usted lo no crea!
¿Y qué significa que la señora Wallace se convierta en candidata de un partido a un puesto de elección presidencial?
En pocas palabras, que asistimos a la perversión de la lucha social; a la muestra más clara de que la política y los políticos son capaces de traicionar hasta las más nobles causas sociales y a los más convencidos líderes. ¿Qué hará la señora Miranda de Wallace –además del ridículo y de pervertir las causas sociales– en el Distrito Federal?
En efecto, servirá a las ambiciones políticas de los azules en el Distrito Federal; servirá a las ambiciones desmedidas de poder que ya mostraba en los años recientes la señora Wallace y, por consecuencia, lastimosamente contribuirá a que cada vez los ciudadanos crean menos en los políticos y los líderes sociales. ¿Por qué? Porque todos los días nos demuestran que son la misma porquería. ¿Qué no?
Lo curioso del asunto es que si se confirma a la señora Wallace como candidata del PAN, si cuaja la traición de AMLO a Marcelo y la candidata de la izquierda es la señora Alejandra Barrales, entonces los tres partidos en disputa nos regalarán un histórico; tres mujeres candidatas al GDF, ya que por el PRI va la señora Beatriz Paredes. ¿Qué tal? Mujeres y traiciones.
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