Montiel-Peña Nieto, conflictos privados, crisis pública

Jenaro Villamil

A Arturo Montiel y a Enrique Peña Nieto no sólo los une el origen común en Atlacomulco, su paso como gobernadores del Estado de México, su presunto parentesco, sus aspiraciones presidenciales (frustrado como candidato el primero y ahora precandidato único el segundo) y las sospechas de complicidad en varios expedientes polémicos en la administración de la entidad más poblada del país.

Ahora también los une el desarreglo desde el frente privado, marital y extramarital. En ambos casos rebasó el terreno de lo íntimo porque ya se ventilaron de manera pública. Peor aún: los dos apuntan a una crisis pública en la campaña presidencial del PRI, tanto o más grave que la ruptura de Elba Esther Gordillo con el PRI o los errores y dislates cometidos por Peña Nieto y señalados en las redes públicas.

Ya no hablamos de un reality show o de una telenovela producida desde los estudios de Televisa y sus asesores mercadológicos, especialistas en “control de daños”. Ahora vemos el entrelazamiento de la vida privada con el uso y abuso del poder.


Montiel-Versini

El conflicto entre el ex gobernador Arturo Montiel y su ex esposa Maude Versini dejó de ser un chisme de café en los pasillos toluqueños para convertirse en un asunto diplomático, con fuerte carga partidista.

Desde el viernes 13 de enero, el consulado general de Francia en México confirmó que existe un conflicto legal entre Versini y Arturo Montiel “relacionado con la custodia de sus tres hijos, quienes habían sido confiados, por el Tribunal de Primera Instancia en Tenancingo, a la señora Versini”.

Según la información del mismo comunicado, los niños se encuentran en México desde el 17 de diciembre de 2011. Debieron regresar a Francia el 2 de enero de 2012. El consulado aclaró que se trata “de un caso estrictamente privado”, en virtud del cual ya se ha recurrido a las autoridades judiciales y administrativas correspondientes.

Sin embargo, la señora Versini, en entrevistas y declaraciones a medios como Reforma o el blog Animal Político se ha encargado de ventilar este conflicto. La parte más álgida del asunto es que su asesor legal no es un abogado cualquiera: se trata del despacho de Fernando Gómez Mont, ex secretario de Gobernación con Felipe Calderón, destacado militante panista y, sobre todo, abogado defensor también de Calderón ante la Corte Penal Internacional. Es innegable el sesgo partidista que puede adquirir este conflicto.

Versini y la gente cercana a ella han señalado que si Montiel no acepta un arreglo para devolver a los niños, ella está dispuesta a revelar las “maniobras” y “la corrupción” de la cual fue testigo durante el gobierno del ex precandidato presidencial priista.

Todos los que vivieron el famoso affaire entre Montiel y Versini, durante la época del gobierno montielista, saben el grado de influencia que ejerció Versini y los negocios que se entretejieron entre ambos, al amparo del presupuesto público. Ella tuvo acceso a información privilegiada.

Versini también fue uno de los actores claves que influyeron para que Montiel decidiera que su sucesor fuera Enrique Peña Nieto y no Isidro Pastor o cualquier otro de los aspirantes de aquel gabinete. Había una buena relación entre Maude, Enrique y el ex procurador Alfonso Navarrete Prida que cristalizó en la postulación del Golden Boy en 2005.

Hijos Fuera de Matrimonio

El propio Peña Nieto decidió ventilar su vida privada y la existencia de hijos fuera del matrimonio cuando le confirmó a Mario Vázquez Raña y a Katia D’Artigues, en entrevistas por separado, que los rumores sobre la existencia de estos niños eran ciertos.

En las próximas semanas aparecerá un libro, escrito por el periodista Alberto Tavira, ex editor y cronista de la revista Quién, que detalla las relaciones de Peña Nieto con varias parejas sentimentales y otras mujeres que fueron determinantes en su vida.

El flanco privado se le abrirá a Peña Nieto. Al parecer, las recientes entrevistas tuvieron el objetivo de “vacunarlo” contra el escándalo y de revertir el impacto negativo que puede generar en sus índices de popularidad.

Peña Nieto y sus publicistas no sólo construyeron la imagen de un hombre impoluto, de un viudo atento a su familia, sino que convirtieron su segundo matrimonio con la actriz Angélica Rivero en un reality show, en el cual utilizaron hasta una visita de ambos a El Vaticano para anunciarlo “involuntariamente” en cadena nacional.

La imagen de galán católico, respetuoso de las formas y las creencias de la ortodoxia cristiana (que prohíbe las relaciones extramaritales) se enfrenta a las propias palabras de Peña Nieto, especialmente en la entrevista con Katia D’Artigues, en El Universal, el pasado 22 de enero.

Llama la atención que Peña Nieto opte por el estilo de confesión unilateral. No acepta réplica ni polémica. En esta entrevista describe sus relaciones extramaritales y sus hijos como si se tratara de adquirir un bien inmueble, cambiar de carro o de vestuario.

¿Por qué decidió ventilar de esta manera un asunto que involucra a menores de edad (uno de ellos fallecido a los 6 meses de nacido y otro de más de 7 años) y a mujeres que, en algún momento, asumieron guardar el silencio para no afectar la carrera política de Peña Nieto y a sus propios hijos? ¿Se trata otra vez de un guión tele-producido para generar un efecto en el largo reality show de Peña Nieto?

Si es así, erró el camino y las palabras. A través de su cuenta en Facebook, Martiza Díaz Hernández, ex pareja de Peña Nieto, madre del niño de siete años que nació antes de que él fuera gobernador del Estado de México, decidió replicar, sin ofrecer mayores detalles, la versión del aspirante presidencial priista de un capítulo de su vida íntima.

Una sucesión de mensajes en esta cuenta de Facebook califican a Peña Nieto de “mentiroso” porque no cumplió con lo prometido: reconocer a su hijo:

“-2012, desde finales del 2006 he venido escuchando… ‘en el 2012…en julio de 2012…Hasta el 2012’. Por fin es 2012”, dice el primero.

“Mi respeto y admiración a los HOMBRES que defienden a sus hijos con uñas y dientes… de todos contra todos ¡Esos son hombres! (Sábado 21 de enero).

“A principios de noviembre me dijo que en alguna entrevista diría exactamente lo que ha mencionado en las entrevistas de este fin de semana. Qué bárbaro. No le falló ni un punto ni una coma… tal cual me dio, en ese entonces, la misma versión” (Lunes 23 de enero, un día después de la entrevista en El Universal).

“EPN. Entrevistas llenas de mentiras… hasta cuándo dejarás de mentir. Es más loable ser sincero, que seguir mintiendo. Piensa que la presidencia dura sólo 6 años, tus hijos son para siempre y estás dejando huella de todo lo que haces y dices. A ellos no los engañas, ellos saben y se dan cuenta de muchas cosas, aunque tú salgas y digas otras cosas” (este mensaje es del mismo lunes. Hasta la tarde de este martes 24 de enero había sido reproducido más de 600 veces en la red social de Facebook).

Existe una versión, nunca explícita, de que esta cuenta es apócrifa, que no se trata de Maritza Díaz. Pero esto no es lo importante. El punto es que fue el propio Peña Nieto el que ha decidido ventilar en medio de la contienda presidencial asuntos delicados de su vida privada, pretendiendo cancelar por decreto que se investiguen los entretelones de estas historias.

Como a Montiel, el conflicto privado puede transformársele en una crisis pública por una sencilla razón: si la mentira es el eje, entonces dejará de ser la simulación de un reality para convertirse en un expediente más de falta de confiabilidad en quien pretende gobernar con pleno respeto a las mujeres.

A la cultura misógina siempre se le aparece, en algún momento, su némesis: una Lisbeth Salander dispuesta a dar la contraparte.

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