Mancera, el candidato oficial

Álvaro Delgado

“No, nosotros no somos delfines”, se defendió Miguel Angel Mancera con ese vicio que tiene de expresarse en primera persona del plural y quien pretende, con sólo una breve carrera policiaca al amparo de Marcelo Ebrard, ser el candidato de la izquierda a jefe de Gobierno del Distrito Federal.

La currícula oficial de Mancera evidencia el sello de Ebrard, su patrocinador: Fue su asesor en la Secretaría de Seguridad Pública, entre 2002 y 2004, y director jurídico en la Secretaría de Desarrollo Social, en 2005, durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, y luego subprocurador y procurador de Justicia.

Abogado penalista, doctor en derecho de la UNAM, Mancera fue también miembro del Consejo de la Judicatura capitalina, unos meses de 2005, y como procurador fue secretario ejecutivo del Consejo de Seguridad Pública del Distrito Federal.

Aunque es despectivo calificarlo de policía, como hacen sus detractores en medio de la disputa por la candidatura, lo cierto es que la carrera de Mancera en el servicio público es sobre todo policial y carece de toda experiencia en el ámbito político y menos en el social.

Qué paradoja: En vez de fortificar la política social aplicada en la Ciudad de México, el único enclave que la izquierda tiene en el país, se busca imitar con Mancera el modelo de la derecha que ha evidenciado con más de 60 mil cadáveres su categórico fracaso.

Lo de menos es si Mancera milita en el PRD, que no es un timbre de orgullo después de tantos desfiguros, porque lo relevante es que tenga proyecto, equipo y trayectoria, algo que hasta ahora no ha mostrado salvo los esbozos que presentó en su ceremonia de registro, el domingo 8, cuando negó ser el delfín de Ebrard.

Y lo es: Si un animal tiene patas de gallo, plumas de gallo y canta al amanecer como un gallo no puede tratarse de un cotorro, salvo que ese animal y sus impulsores tengan como imbéciles a los ciudadanos del Distrito Federal, que han acreditado su carácter indómito a las imposiciones.

Luego de que el secretario de Educación, Mario Delgado, fue incapaz de por lo menos ser conocido por los capitalinos, aun con sus penosas apariciones en diversos espectáculos, Ebrard habilitó como alterno a Mancera para materializar la “orientación política” que pactó con López Obrador, que en realidad es una licencia para imponer a su sucesor.

El martes 15 de noviembre, tras conocerse el resultado de las encuestas levantadas por Covarrubias y Nodos, López Obrador asumió la candidatura presidencial de la izquierda y advirtió: “También expreso que respaldaré a Marcelo Ebrard en la orientación política que él defina, en el marco de la legalidad y de la democracia, para seguir gobernando la Ciudad de México”.

López Obrador podrá tenerle mucha estima a Ebrard, o lo que sea, pero eso no le da derecho a escriturarle la candidatura y eventualmente el gobierno, sobre todo cuando la capital de la República es estratégica para ganar o perder la Presidencia de la República dentro de siete meses.

Eso es lo que está en riesgo en el proceso sesgado a favor de Mancera, neutralizado ya Delgado, y en general a favor de quienes tienen recursos en abundancia para atosigar con propaganda a los capitalinos, aunque estén desprovistos de ideas. Si de lo que se trata es de hacer candidato al más popular, entonces que postulen a Carlos Salinas.

Con excepción del debate del próximo jueves 12, previa a la batería de encuestas que se levantarán el fin de semana, el proceso de los partidos de la izquierda electoral para elegir a su candidato debe indignar a los ciudadanos que, al menos en la Ciudad de México, tienen madurez para optar por el mejor, quizá el menos peor, pero no sólo el más conocido.

Una cosa es cierta: Mancera puede ganar la candidatura a jefe de gobierno si las tres empresas encuestadoras recogen rigurosamente el pulso de los capitalinos y eventualmente triunfar en la elección –que para Ebrard es estratégico para su candidatura en 2018, al margen de lo que pase con López Obrador este año–, pero no hay ninguna certeza de que será un gobierno de orientación social.

Además de la imposición del delfín de Ebrard, avalado por López Obrador, y de privilegiarse la vertiente policial a la política de desarrollo social, el triunfo de Mancera evidencia, también, una tragedia de la izquierda en México y específicamente en la capital: Su incapacidad para generar y desarrollar cuadros calificados para la administración pública, el parlamento y el debate político.

Aunque además de Mancera, la diputada local Alejandra Barrales puede ganar la candidatura, los que me parecen más dotados para el cargo son el exsecretario de Desarrollo Social Martí Batres y el exdelegado Joel Ortega, y muy remotamente el senador Carlos Navarrete y el diputado Gerardo Fernández Noroña.

Así, poco entusiasmo concita la izquierda capitalina…

Apuntes

En Tabasco está en curso la primera imposición que se le puede achacar a Enrique Peña Nieto: Por la influencia de su compadre Benito Neme, hijo del depuesto gobernador Salvador Neme Castillo, se pretende ungir a Jesús Alí como candidato a gobernador, en un acto este miércoles en el CEN del PRI. Esa maniobra ha encolerizado al gobernador, Andrés Granier, cuyo hijo Fabián quiere que el candidato sea Luis Felipe Graham. El candidato de la izquierda ya está definido: Es el senador Arturo Núñez, de quien Alí fue secretario particular… Felipe Calderón inauguró el dispendioso adefesio llamado Estela de Luz con todo el sello de la casa: A escondidas, en medio de la tropa, con corrupción y encubrimiento… ¡Feliz 2012!

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