Enrique Campos Suárez
La reunión anual de Davos produce fascinación en muchos políticos que ven una gran oportunidad de tener reflectores de gran potencia durante los trabajos del Foro Económico Mundial.
Desde las épocas de Carlos Salinas de Gortari empezamos a ver desde México este Foro como un paraje necesario en nuestro camino al primer mundo. Son pocos los políticos que entienden de la importancia de ser parte de un mundo global que resisten la tentación de darse una vuelta por Davos en estas fechas.
Claro que hay quien cree que no hace falta entender al mundo para gobernar y, en lugar de globalizarse, se transforman en amorosos candidatos, pero ésos son harina de otro costal.
Lo cierto es que hay que ver que ni Enrique Peña Nieto ni Marcelo Ebrard resistieron la tentación de dejarse ver en este encuentro global.
Pero también están los viejos lobos de mar del encuentro en la población alpina, aquellos que ya no necesitan mapa para moverse por las calles de Davos y que ya tienen a su mesero favorito en su restaurante predilecto del centro vacacional suizo.
El más destacado de los mexicanos presentes es Ernesto Zedillo, quien en su calidad de expresidente de México tiene muchas puertas abiertas. Picaportes que, por cierto, se abrió solo por su tendencia de ser un personaje global.
Digo, no imagino a Vicente Fox conviviendo con estos personajes en Davos. Pero Zedillo es ajonjolí de todos los moles globales y es consejero de la fundación del propio Foro Económico Mundial, además de director del Centro Yale para la Globalización.
Pero, con todo y esas cartas de recomendación, hay otros mexicanos más destacados en el extranjero. Claro, Zedillo es expresidente de México y eso pesa. Pero otros nombres pesan más.
El más importante es, por mucho, José Ángel Gurría. Este exsecretario de Hacienda, en esos tiempos de Zedillo en su calidad de Secretario General de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, se ha ganado un lugar básico en el mundo financiero global.
Pero están otros pesos pesados que no desperdician el Foro para nada. El exgobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, hoy es presidente del Consejo de Administración de Banorte. Y, sobre todo, es un enamorado de esos mitotes internacionales, así que no se los pierde.
Otro tiburón de las aguas internacionales que también se luce en Davos es Agustín Carstens. Este respetadísimo banquero central es considerado uno de los financieros más influyentes del mundo. Y le abren paso en los pasillos de la cumbre.
Está por allá el que tiene que estar o sea el presidente Calderón que, además de ir a defender la imagen de este desprestigiado país, ha recibido premio como estadista global.
Hay otros mexicanos que van porque los llevan como Francisco Javier Mayorga, secretario de Agricultura, que mejor debería estar recorriendo las zonas de sequía en lugar de las pistas de esquí de Suiza. Pero su jefe Calderón lo llevó.
Total que hay 38 mexicanos entre funcionarios, financieros y empresarios que asisten oficialmente a Davos. Más otro número de colados y acreditados de prensa que van más bien de paseo.
Pero la realidad es que mas lucidos que los mexicanos están otros personajes que tampoco desaprovechan estos encuentros para tratar de mejorar su imagen. Entre los más destacados de esta lista están los superricos del planeta.
Desde un Bill Gates, que además de tener que reunirse con políticos como Calderón o Peña Nieto, donó en el marco de la cumbre de Davos 750 millones de dólares al fondo mundial de lucha contra el SIDA.
O un George Soros que, a pesar de haber hecho su fortuna en la especulación de los mercados, va a advertir al mundo desde la tribuna de Davos que la Unión Europea está en peligro por la avaricia de los mismos mercados.
Pero también van y se lucen los jefes de Estado europeos que van y lavan la ropa sucia en público y ahí se enfrentan. Desde un Primer Ministro británico que va a incitar al Banco Central Europeo a que haga más por la unión monetaria.
O Angela Merkel que le pone límites a la participación alemana en el rescate de los demás europeos.
Total que Davos es para lucirse y nadie desaprovecha la oportunidad.
La reunión anual de Davos produce fascinación en muchos políticos que ven una gran oportunidad de tener reflectores de gran potencia durante los trabajos del Foro Económico Mundial.
Desde las épocas de Carlos Salinas de Gortari empezamos a ver desde México este Foro como un paraje necesario en nuestro camino al primer mundo. Son pocos los políticos que entienden de la importancia de ser parte de un mundo global que resisten la tentación de darse una vuelta por Davos en estas fechas.
Claro que hay quien cree que no hace falta entender al mundo para gobernar y, en lugar de globalizarse, se transforman en amorosos candidatos, pero ésos son harina de otro costal.
Lo cierto es que hay que ver que ni Enrique Peña Nieto ni Marcelo Ebrard resistieron la tentación de dejarse ver en este encuentro global.
Pero también están los viejos lobos de mar del encuentro en la población alpina, aquellos que ya no necesitan mapa para moverse por las calles de Davos y que ya tienen a su mesero favorito en su restaurante predilecto del centro vacacional suizo.
El más destacado de los mexicanos presentes es Ernesto Zedillo, quien en su calidad de expresidente de México tiene muchas puertas abiertas. Picaportes que, por cierto, se abrió solo por su tendencia de ser un personaje global.
Digo, no imagino a Vicente Fox conviviendo con estos personajes en Davos. Pero Zedillo es ajonjolí de todos los moles globales y es consejero de la fundación del propio Foro Económico Mundial, además de director del Centro Yale para la Globalización.
Pero, con todo y esas cartas de recomendación, hay otros mexicanos más destacados en el extranjero. Claro, Zedillo es expresidente de México y eso pesa. Pero otros nombres pesan más.
El más importante es, por mucho, José Ángel Gurría. Este exsecretario de Hacienda, en esos tiempos de Zedillo en su calidad de Secretario General de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, se ha ganado un lugar básico en el mundo financiero global.
Pero están otros pesos pesados que no desperdician el Foro para nada. El exgobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, hoy es presidente del Consejo de Administración de Banorte. Y, sobre todo, es un enamorado de esos mitotes internacionales, así que no se los pierde.
Otro tiburón de las aguas internacionales que también se luce en Davos es Agustín Carstens. Este respetadísimo banquero central es considerado uno de los financieros más influyentes del mundo. Y le abren paso en los pasillos de la cumbre.
Está por allá el que tiene que estar o sea el presidente Calderón que, además de ir a defender la imagen de este desprestigiado país, ha recibido premio como estadista global.
Hay otros mexicanos que van porque los llevan como Francisco Javier Mayorga, secretario de Agricultura, que mejor debería estar recorriendo las zonas de sequía en lugar de las pistas de esquí de Suiza. Pero su jefe Calderón lo llevó.
Total que hay 38 mexicanos entre funcionarios, financieros y empresarios que asisten oficialmente a Davos. Más otro número de colados y acreditados de prensa que van más bien de paseo.
Pero la realidad es que mas lucidos que los mexicanos están otros personajes que tampoco desaprovechan estos encuentros para tratar de mejorar su imagen. Entre los más destacados de esta lista están los superricos del planeta.
Desde un Bill Gates, que además de tener que reunirse con políticos como Calderón o Peña Nieto, donó en el marco de la cumbre de Davos 750 millones de dólares al fondo mundial de lucha contra el SIDA.
O un George Soros que, a pesar de haber hecho su fortuna en la especulación de los mercados, va a advertir al mundo desde la tribuna de Davos que la Unión Europea está en peligro por la avaricia de los mismos mercados.
Pero también van y se lucen los jefes de Estado europeos que van y lavan la ropa sucia en público y ahí se enfrentan. Desde un Primer Ministro británico que va a incitar al Banco Central Europeo a que haga más por la unión monetaria.
O Angela Merkel que le pone límites a la participación alemana en el rescate de los demás europeos.
Total que Davos es para lucirse y nadie desaprovecha la oportunidad.
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