Raúl Romero
Como todo proceso, el movimiento social que comenzó a articulares durante el primer semestre de 2011 enfrenta serios retos. En su búsqueda por detener la guerra y obtener justicia para las víctimas, los integrantes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad están obligados a realizar un balance crítico y trabajar sobre los puntos en los que se ha mostrado vulnerable. Sobre algunos de esos puntos versan las siguientes líneas.
Retos
1) Seguridad para los y las integrantes del MPJD y de otras organizaciones sociales. El asesinato de Pedro Leyva, Trinidad de la Cruz [2] y Nepomuceno Moreno [3] ; la desaparición de Eva Alarcón y de Marcial Bautista [4] , así como la agresión contra Norma Andrade [5] y las amenazas contra los integrantes del Comité Cerezo [6] ; son sólo un ejemplo de la vulnerabilidad en la que se encuentran los activistas y defensores de derechos humanos en México. Por ello –y obviando que no será el Estado quien brinde seguridad o protección a quienes cuestionan la guerra- el MPJD y todas las organizaciones sociales necesitan replantear sus estrategias y elaborar mecanismos de autoprotección.
2) Financiamiento. Uno de los problemas históricos de las organizaciones sociales es el de cómo financiar sus actividades sin comprometer su independencia y sus principios. Hasta el día de hoy el MPJD ha contado con el apoyo financiero incondicional de la sociedad nacional e internacional. Sin embargo, hoy por hoy , el movimiento se ve obligado a diseñar estrategias de financiamiento que le permitan tener ingresos constantes y seguros para poder seguir desarrollando sus acciones.
3) Profesionalización y continuidad de los equipos de documentación, acompañamiento jurídico y psicosocial. El MPJD logró conformar un pequeño grupo que ha hecho una importante labor de documentación, atención psicosocial y acompañamiento jurídico. Este grupo está integrado por jóvenes estudiantes y especialistas de las áreas afines. Sin embargo, la gravedad de la emergencia nacional ha rebasado las capacidades de dicha comisión. El MPJD tiene que avanzar con la construcción de grupos –y fortalecer lazos con los existentes- que brinden acompañamiento a un mayor número de víctimas. Lo anterior también le permitirá tener un panorama nacional y robustecer la organización de forma regional.
4) Memorial de víctimas. En un esfuerzo por hacer que las generaciones venideras sepan lo que sucedió en México, el MPJD debe de materializar aquello que ha sido una de sus banderas desde sus primeros pasos: la construcción del memorial de víctimas. Conocer los nombres y las historias de todas las personas asesinadas es una responsabilidad con nuestros/as muertos/as y con la historia.
5) Definición de identidad y diseño de la estrategia. A lo largo de 10 meses se ha ido delineando –en acciones y discursos- la identidad del MPJD, pero ha llegado el momento en que esto tiene que formalizarse. El contexto nacional y la coyuntura electoral así lo exigen. Algunos de estos elementos pueden ya vislumbrarse en el pronunciamiento de la Primera Reunión Nacional de Referentes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que salió a la luz el pasado 16 de enero de 2012.
6) Entender las diferencias culturales y regionales. Uno de los grandes obstáculos que han enfrentado los movimientos sociales en México es el de la diversidad cultural y geográfica del país. Lograr construir un movimiento de alcance nacional significa un reto en cuanto a comunicación, movilidad y temporalidad. Si a esto sumamos que la violencia que se vive en México se diferencia en intensidad de forma regional –sin olvidar la pluralidad cultural y los tipos de violencias-, entenderemos que las respuestas desde la sociedad también sean distintas. Ése, sin duda, es uno de los grandes retos que tiene el movimiento: lograr articular organizaciones de todo el país que tienen experiencias y prácticas distintas para resistir a la guerra.
7) Organización regional y articulación nacional. Las nuevas y las viejas organizaciones sociales que tienen que articularse, sin que eso signifique diluirse. La guerra no podrá detenerla ningún movimiento de forma aislada. Parar la guerra es una tarea de todos y todas. Peor aún, enfrentar las consecuencias será una labor larga y de arduo trabajo. Pero no se parte de cero: por todo el país existe una tradición organizativa sobre la que puede edificarse la resistencia a nivel nacional.
8) Mirar más allá de las elecciones. El MPJD es un movimiento que dialoga con el poder político, pero no aspira a detentarlo. Su objetivo ha sido empoderar a la sociedad, coadyuvar a la construcción de nuevos sujetos y actores sociales. Por ello su estrategia tiene que pensarse más allá del proceso electoral que tendrá lugar en julio de 2012. Construir una mirada colectiva a largo plazo sin perder de vista lo inmediato, es un reto clave para el movimiento.
9) Sentar las bases para la reconstrucción del tejido social. Mientras la clase política nacional enfoca todas sus energías en las elecciones presidenciales de julio de 2012, los asesinatos y las desapariciones siguen en aumento. Como si en México no pasara nada, los candidatos a la presidencia nada dicen sobre la guerra. Pareciera no convenirles por ser un tema que no les asegura votos. Aunado a esto, ni la clase política ni las organizaciones de la sociedad civil están preparándose para enfrentar las consecuencias sociales de ésta guerra; la cual dejará marcada a las siguientes generaciones. Por eso, el MPJD y el movimiento social en general deben comenzar a diseñar estrategias que les permitan ayudar a reconstruir el deteriorado tejido social y aminorar las consecuencias.
10) En diferentes ocasiones, los integrantes del MPJD han señalado que los gobiernos de los EUA tienen una gran responsabilidad de la barbarie que se vive en México. El tráfico ilegal de armas, el número de consumidores de cocaína, las operaciones ilegales para meter armas a México y la corrupción, son sólo algunos de los argumentos para hacer dicho señalamiento. Ante esto, el MPJD tiene que intentar insertar en la agenda político-electoral de los EUA el tema de la guerra en México y alentar a la sociedad norteamericana para que desde allá se solidaricen y se movilicen exigiendo el alto a la guerra en México.
La sociedad mexicana y el MPJD enfrentan una grave disyuntiva: detener la guerra o acostumbrarse a ella. Afortunadamente 2011 fue el año en que la sociedad y las organizaciones sociales despertaron a una dolorosa realidad: la de los 60 mil muertos, 10 mil desaparecidos y más de 120 mil desplazados de guerra. El camino para conseguir la paz con justicia y dignidad parece largo, sin embargo ya se ha dado el paso más importante: organizarse.
[1] Técnico Académico Asociado C del Instituto de Investigaciones Sociales-UNAM, Consejero Editorial de Consideraciones, Revista del Sindicato de Trabajadores de la UNAM e integrante del Centro de Investigación para la Construcción de Alternativas (CIPCA).
[2] Comuneros de Santa María Ostula.
[3] Padre de Jorge Mario Moreno León, quién se encuentra desaparecido desde julio de 2010.
[4] Miembros de la Organización de Campesinos Ecologistas de la Sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán A.C.
[5] Fundadora de la organización Nuestras Hijas de Regreso a Casa
[6] Organización de derechos humanos.
Como todo proceso, el movimiento social que comenzó a articulares durante el primer semestre de 2011 enfrenta serios retos. En su búsqueda por detener la guerra y obtener justicia para las víctimas, los integrantes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad están obligados a realizar un balance crítico y trabajar sobre los puntos en los que se ha mostrado vulnerable. Sobre algunos de esos puntos versan las siguientes líneas.
Retos
1) Seguridad para los y las integrantes del MPJD y de otras organizaciones sociales. El asesinato de Pedro Leyva, Trinidad de la Cruz [2] y Nepomuceno Moreno [3] ; la desaparición de Eva Alarcón y de Marcial Bautista [4] , así como la agresión contra Norma Andrade [5] y las amenazas contra los integrantes del Comité Cerezo [6] ; son sólo un ejemplo de la vulnerabilidad en la que se encuentran los activistas y defensores de derechos humanos en México. Por ello –y obviando que no será el Estado quien brinde seguridad o protección a quienes cuestionan la guerra- el MPJD y todas las organizaciones sociales necesitan replantear sus estrategias y elaborar mecanismos de autoprotección.
2) Financiamiento. Uno de los problemas históricos de las organizaciones sociales es el de cómo financiar sus actividades sin comprometer su independencia y sus principios. Hasta el día de hoy el MPJD ha contado con el apoyo financiero incondicional de la sociedad nacional e internacional. Sin embargo, hoy por hoy , el movimiento se ve obligado a diseñar estrategias de financiamiento que le permitan tener ingresos constantes y seguros para poder seguir desarrollando sus acciones.
3) Profesionalización y continuidad de los equipos de documentación, acompañamiento jurídico y psicosocial. El MPJD logró conformar un pequeño grupo que ha hecho una importante labor de documentación, atención psicosocial y acompañamiento jurídico. Este grupo está integrado por jóvenes estudiantes y especialistas de las áreas afines. Sin embargo, la gravedad de la emergencia nacional ha rebasado las capacidades de dicha comisión. El MPJD tiene que avanzar con la construcción de grupos –y fortalecer lazos con los existentes- que brinden acompañamiento a un mayor número de víctimas. Lo anterior también le permitirá tener un panorama nacional y robustecer la organización de forma regional.
4) Memorial de víctimas. En un esfuerzo por hacer que las generaciones venideras sepan lo que sucedió en México, el MPJD debe de materializar aquello que ha sido una de sus banderas desde sus primeros pasos: la construcción del memorial de víctimas. Conocer los nombres y las historias de todas las personas asesinadas es una responsabilidad con nuestros/as muertos/as y con la historia.
5) Definición de identidad y diseño de la estrategia. A lo largo de 10 meses se ha ido delineando –en acciones y discursos- la identidad del MPJD, pero ha llegado el momento en que esto tiene que formalizarse. El contexto nacional y la coyuntura electoral así lo exigen. Algunos de estos elementos pueden ya vislumbrarse en el pronunciamiento de la Primera Reunión Nacional de Referentes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que salió a la luz el pasado 16 de enero de 2012.
6) Entender las diferencias culturales y regionales. Uno de los grandes obstáculos que han enfrentado los movimientos sociales en México es el de la diversidad cultural y geográfica del país. Lograr construir un movimiento de alcance nacional significa un reto en cuanto a comunicación, movilidad y temporalidad. Si a esto sumamos que la violencia que se vive en México se diferencia en intensidad de forma regional –sin olvidar la pluralidad cultural y los tipos de violencias-, entenderemos que las respuestas desde la sociedad también sean distintas. Ése, sin duda, es uno de los grandes retos que tiene el movimiento: lograr articular organizaciones de todo el país que tienen experiencias y prácticas distintas para resistir a la guerra.
7) Organización regional y articulación nacional. Las nuevas y las viejas organizaciones sociales que tienen que articularse, sin que eso signifique diluirse. La guerra no podrá detenerla ningún movimiento de forma aislada. Parar la guerra es una tarea de todos y todas. Peor aún, enfrentar las consecuencias será una labor larga y de arduo trabajo. Pero no se parte de cero: por todo el país existe una tradición organizativa sobre la que puede edificarse la resistencia a nivel nacional.
8) Mirar más allá de las elecciones. El MPJD es un movimiento que dialoga con el poder político, pero no aspira a detentarlo. Su objetivo ha sido empoderar a la sociedad, coadyuvar a la construcción de nuevos sujetos y actores sociales. Por ello su estrategia tiene que pensarse más allá del proceso electoral que tendrá lugar en julio de 2012. Construir una mirada colectiva a largo plazo sin perder de vista lo inmediato, es un reto clave para el movimiento.
9) Sentar las bases para la reconstrucción del tejido social. Mientras la clase política nacional enfoca todas sus energías en las elecciones presidenciales de julio de 2012, los asesinatos y las desapariciones siguen en aumento. Como si en México no pasara nada, los candidatos a la presidencia nada dicen sobre la guerra. Pareciera no convenirles por ser un tema que no les asegura votos. Aunado a esto, ni la clase política ni las organizaciones de la sociedad civil están preparándose para enfrentar las consecuencias sociales de ésta guerra; la cual dejará marcada a las siguientes generaciones. Por eso, el MPJD y el movimiento social en general deben comenzar a diseñar estrategias que les permitan ayudar a reconstruir el deteriorado tejido social y aminorar las consecuencias.
10) En diferentes ocasiones, los integrantes del MPJD han señalado que los gobiernos de los EUA tienen una gran responsabilidad de la barbarie que se vive en México. El tráfico ilegal de armas, el número de consumidores de cocaína, las operaciones ilegales para meter armas a México y la corrupción, son sólo algunos de los argumentos para hacer dicho señalamiento. Ante esto, el MPJD tiene que intentar insertar en la agenda político-electoral de los EUA el tema de la guerra en México y alentar a la sociedad norteamericana para que desde allá se solidaricen y se movilicen exigiendo el alto a la guerra en México.
La sociedad mexicana y el MPJD enfrentan una grave disyuntiva: detener la guerra o acostumbrarse a ella. Afortunadamente 2011 fue el año en que la sociedad y las organizaciones sociales despertaron a una dolorosa realidad: la de los 60 mil muertos, 10 mil desaparecidos y más de 120 mil desplazados de guerra. El camino para conseguir la paz con justicia y dignidad parece largo, sin embargo ya se ha dado el paso más importante: organizarse.
[1] Técnico Académico Asociado C del Instituto de Investigaciones Sociales-UNAM, Consejero Editorial de Consideraciones, Revista del Sindicato de Trabajadores de la UNAM e integrante del Centro de Investigación para la Construcción de Alternativas (CIPCA).
[2] Comuneros de Santa María Ostula.
[3] Padre de Jorge Mario Moreno León, quién se encuentra desaparecido desde julio de 2010.
[4] Miembros de la Organización de Campesinos Ecologistas de la Sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán A.C.
[5] Fundadora de la organización Nuestras Hijas de Regreso a Casa
[6] Organización de derechos humanos.
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