Miguel Ángel Mancera ha logrado algo impensable, reunir en su entornos a dos enemigos desde los tiempos de Luis Donaldo Colosio. En efecto, la precandidatura de Mancera le ha acercado a dos archirivales que, por azares de las alianzas tácticas, se encuentran por primera vez en el mismo barco. Uno es Manuel Camacho, coordinador del DIA y asesor del jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, quien está trabajando para que sea Mancera el candidato de la izquierda a sucederlo. El otro es Federico Arreola, el periodista devenido propagandista desde la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador, que al no quedarse en la asesoría de la ahora rival de Mancera, Alejandra Barrales, se cruzó la calle para respaldar al procurador. Si Camacho está tejiendo políticamente a favor de Mancera, Arreola está utilizando su legión de twitteros y su influencia con la casa encuestadora Covarrubias, para que las estrellas se alinean a favor del ex procurador. La historia detrás es otra cosa. Camacho perdió la candidatura presidencial en 1993 ante Colosio, e hizo tal berrinche que provocó tensión en el equipo del ex presidente Carlos Salinas, quien lo nombró canciller. Poco duró en el cargo, pues se dio el levantamiento indígena del EZLN y se propuso como negociador, desde donde, con su protagonismo, enturbió el entorno político que concluyó en el asesinado del candidato del PRI. Camacho no tuvo nada que ver con el crimen, pero políticamente fue acusado directamente de él, uno de los cuales fue Arreola, quien se encolerizó tanto con Camacho que todavía hoy denosta regularmente a Ebrard en sus espacios de propaganda.
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