Andy Novell F.
Los diarios nacionales siempre hablan de los ejecutados y sacan sus fotografías en las primeras planas para el morbo de las personas; sin embargo, algo que está comenzando a preocupar a las autoridades federales y que debe de preocupar a la ciudadanía, es que las mujeres han entrado de lleno al crimen organizado.
En los últimos 10 años, el sector femenino ha ingresado al crimen organizado para cometer delitos como extorsión, secuestro, tráfico de droga y robo. Un dato que llama la atención es que durante la década de los 70´s la participación de las mujeres en delitos tanto federales como comunes, era muy poca; sin embargo, desde los años 90´s son cada vez más las que se involucran en la delincuencia organizada.
Los motivos que las orillan y arriesgan hasta perder la vida, son las que siempre han flagelado a la sociedad, en especial al sector femenino como son: falta de oportunidades, de recursos para la manutención de sus hijos; pero también por amor, esto porque sus parejas están involucradas en el narcotráfico. En ocasiones los delincuentes utilizan a sus parejas para el trasiego de droga.
A estas mujeres se les conoce como burreras, su actividad es transportar paquetes de la frontera mexicana a Estados Unidos, muchas veces desconocen que dentro de los envoltorios hay marihuana o cocaína.
Otras mujeres son vendedoras del narcomenudeo, en la calle o casas, llamadas narco tienditas, algunas más se involucran en actividades de lavado de dinero, o son enganchadas para cuidar a secuestrados o cobrar el derecho de piso.
Con estos datos nos podremos dar cuenta que eso del incremento de la violencia y crimen organizado se dio en otros sexenios; lo que llamó la atención en los investigadores enfocados a los temas de seguridad, y es que a partir de la última década se comenzó a notar ese incremento de mujeres involucradas en asuntos ilegales. Hace 10 años la proporción entre mujeres y hombres delincuentes era de uno a 10, ahora es de una mujer por cada cinco hombres.
Aunque las estadísticas reflejan que no cometen el mismo número de delitos que los hombres, que es un 80 por ciento si alcanzan un 30 por ciento, dentro de este porcentaje se encuentran involucradas jóvenes, que oscilan entre los14 y 17 años.
Esta por demás decir que uno de los delitos más recurrentes en la población femenil es el robo en cualesquiera de sus modalidades, pero varias de ellas roban 200 o 300 pesos, y confiesan que lo hacen por necesidad. Existen otros casos donde las mujeres llevan las riendas del negocio o están ahí por amor. Un ejemplo sobresaliente de mujeres que están dentro del crimen organizado es Sandra Ávila Beltrán, familiar de Los Beltrán Leyva. Su madre, María Luisa Beltrán Félix, es prima del capo Miguel Ángel Félix Gallardo.
Este es un caso representativo, pero solo bastaría acudir a un reclusorio femenil para saber que la mayoría de mujeres internas son juzgadas por delitos contra la salud, son cómplices de sus parejas que las han abandonado a su suerte cuando caen en prisión.
La pregunta es ¿Si las autoridades tienen estos datos, por qué no tratan de evitar que las mujeres sigan cayendo en garras del crimen organizado?
Tal vez se lea mal lo siguiente, pero es una realidad. Las mujeres han sido billete de cambio para las organizaciones criminales, además de un gran negocio. Es momento de que se les dé un respeto en toda la extensión de la palabra.
Los diarios nacionales siempre hablan de los ejecutados y sacan sus fotografías en las primeras planas para el morbo de las personas; sin embargo, algo que está comenzando a preocupar a las autoridades federales y que debe de preocupar a la ciudadanía, es que las mujeres han entrado de lleno al crimen organizado.
En los últimos 10 años, el sector femenino ha ingresado al crimen organizado para cometer delitos como extorsión, secuestro, tráfico de droga y robo. Un dato que llama la atención es que durante la década de los 70´s la participación de las mujeres en delitos tanto federales como comunes, era muy poca; sin embargo, desde los años 90´s son cada vez más las que se involucran en la delincuencia organizada.
Los motivos que las orillan y arriesgan hasta perder la vida, son las que siempre han flagelado a la sociedad, en especial al sector femenino como son: falta de oportunidades, de recursos para la manutención de sus hijos; pero también por amor, esto porque sus parejas están involucradas en el narcotráfico. En ocasiones los delincuentes utilizan a sus parejas para el trasiego de droga.
A estas mujeres se les conoce como burreras, su actividad es transportar paquetes de la frontera mexicana a Estados Unidos, muchas veces desconocen que dentro de los envoltorios hay marihuana o cocaína.
Otras mujeres son vendedoras del narcomenudeo, en la calle o casas, llamadas narco tienditas, algunas más se involucran en actividades de lavado de dinero, o son enganchadas para cuidar a secuestrados o cobrar el derecho de piso.
Con estos datos nos podremos dar cuenta que eso del incremento de la violencia y crimen organizado se dio en otros sexenios; lo que llamó la atención en los investigadores enfocados a los temas de seguridad, y es que a partir de la última década se comenzó a notar ese incremento de mujeres involucradas en asuntos ilegales. Hace 10 años la proporción entre mujeres y hombres delincuentes era de uno a 10, ahora es de una mujer por cada cinco hombres.
Aunque las estadísticas reflejan que no cometen el mismo número de delitos que los hombres, que es un 80 por ciento si alcanzan un 30 por ciento, dentro de este porcentaje se encuentran involucradas jóvenes, que oscilan entre los14 y 17 años.
Esta por demás decir que uno de los delitos más recurrentes en la población femenil es el robo en cualesquiera de sus modalidades, pero varias de ellas roban 200 o 300 pesos, y confiesan que lo hacen por necesidad. Existen otros casos donde las mujeres llevan las riendas del negocio o están ahí por amor. Un ejemplo sobresaliente de mujeres que están dentro del crimen organizado es Sandra Ávila Beltrán, familiar de Los Beltrán Leyva. Su madre, María Luisa Beltrán Félix, es prima del capo Miguel Ángel Félix Gallardo.
Este es un caso representativo, pero solo bastaría acudir a un reclusorio femenil para saber que la mayoría de mujeres internas son juzgadas por delitos contra la salud, son cómplices de sus parejas que las han abandonado a su suerte cuando caen en prisión.
La pregunta es ¿Si las autoridades tienen estos datos, por qué no tratan de evitar que las mujeres sigan cayendo en garras del crimen organizado?
Tal vez se lea mal lo siguiente, pero es una realidad. Las mujeres han sido billete de cambio para las organizaciones criminales, además de un gran negocio. Es momento de que se les dé un respeto en toda la extensión de la palabra.
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