Las mentiras de la señora Wallace

Ricardo Alemán

Isabel Miranda de Wallace fue –hasta antes de su imposición como candidata al GDF por el PAN–, una de las más respetadas líderes sociales en los últimos años.

Víctima del secuestro y asesinato de su hijo Hugo, la señora Miranda se dio a la tarea de buscar y llevar a prisión a casi todos los responsables del crimen, al tiempo que contribuyó a empujar reformas para contener y castigar con mayor severidad ese flagelo.

Lo curioso del caso, es que mientras crecía su liderazgo entre la sociedad civil, desde las alturas del poder se promovía la imagen de la señora Wallace –desde hace años–, en todos los foros, de casi todos los temas, dentro y fuera del país, hasta que en días pasados se cerró el círculo. Y sí, por instrucciones presidenciales fue impuesta como candidata del PAN al gobierno del DF.

¿Qué significa que una líder social, como la señora Wallace, sea arrebatada del espacio ciudadano, y que un partido como el PAN intente llevarla al otro extremo, el de la militancia y el ejercicio del poder?

Significa, en primer lugar, que el PAN fracasó en la construcción de cuadros en la capital del país, capaces de competir en propuestas, imagen, popularidad y arraigo entre los electores, con los políticos de la izquierda que gobierna.

Por eso, ante ese fracaso, el PAN salió comprar un liderazgo al nutrido mercado de líderes sociales mexicanos. Se juntaron, en realidad, la demanda y la oferta. El fracaso del PAN y, claro, la ambición desmedida de la señora Wallace. Pero en el camino dejaron un cochinero. ¿Por qué?

Porque a pesar de las ingenuas declaraciones de la señora Wallace –dice que su candidatura marca la hora de los ciudadanos–, todos saben que es candidata por el palomeo de Los Pinos.

Porque la imposición de la señora Wallace es una grosera expresión del “dedazo” al más puro estilo del PRI –aplicado en el PAN–, lo que confirma que doña Isabel ya es parte del mismo sistema político que cuestionó por años y, en cuyas fallas y deficiencias, secuestraron y mataron a su hijo.

Porque es de risa que, mientras la señora Wallace pregona que su candidatura es para impedir “el carro completo del PRI”, ella es ungida por una de las más groseras prácticas de la antidemocracia priísta. Más curioso resulta que Santiago Creel y Josefina Vázquez Mota rechazan que Calderón imponga a Cordero, pero aplauden el dedazo de Wallace.

Porque la señora Wallace siempre cuestionó la profesionalización nula de los impartidores de justicia, reprochó la improvisación en las procuradurías y policías y… ella, en tanto aspirante al GDF, es una improvisada carente de las herramientas profesionales básicas.

Porque la señora Wallace juró y perjuró que nunca aceptaría un cargo público o de elección popular –porque sería traicionar su lucha–, y hoy prodiga demagogia, miente y promete igual que los políticos que criticó.

Porque la señora Wallace argumenta que aceptó ser candidata, “porque nos negaron las candidaturas independientes”, cuando en realidad los partidos negaron esas candidaturas, porque lo que intenta es cooptar a los líderes sociales.

Porque la señora Wallace dice que su candidatura no es del PAN, pero lo cierto es que la palomeó el jefe del PAN, Felipe Calderón; la registrará el PAN, la campaña la financiará el PAN, los votos los recibirá el PAN y, claro, la estructura del PAN hará la campaña.

Porque, en el fondo, la señora Wallace no es más que una oportunista a la que nada importa su causa. ¿Pruebas? Dijo que si ese cargo se lo hubiese ofrecido el PRI o el PRD, lo hubiese aceptado; que si le hubiesen dado a escoger, hubiese preferido al PRD; que no conoce los estatutos del PAN, pero que no le importa, ya que ella impulsará su agenda ciudadana.

¿De verdad será tal la ingenuidad de doña Isabel, que cree que en el PAN la dejarán hacer lo que le plazca? Queda claro que la señora Wallace nunca entendió que los líderes sociales, en tanto voceros de la opinión pública, tienen como principal responsabilidad, hacer valer las leyes de la opinión pública; el repudio a los malos gobiernos y gobernantes y el aplauso a los aciertos.

Nunca entendió que en la historia de la humanidad, los poderes constituidos y los poderes fácticos siempre intentan cooptar a los líderes sociales, para –precisamente–, debilitar las causas, las luchas y las voces sociales.

Hoy, la sociedad mexicana perdió a una soldadera. ¿Cuántos secuestrados habrán perdido la esperanza, mientras Isabel hace campaña y disfruta las mieles del poder; cuántos secuestradores estarán de fiesta? Al tiempo.

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