Las ‘emes’ de maximiliano

Otto Schober / La Línea del Tiempo

Maximiliano, quien fue emperador de México, le confió a su ayo de su niñez en una ocasión paseando por los hermosos jardines del castillo de Miramar, que tenía el presentimiento de que moriría “entre muchas emes”, pasada la efímera historia del imperio mexicano que todos conocemos, ese viejo servidor narraba a quien quería el temor de quien fue su amo, mencionando lugares y personajes que formaron parte de la última etapa de su vida, que constataban la forma en que se había cumplido su premonición.

Con “M” comenzaba su nombre: Maximiliano; también el nombre del país en donde fue fusilado: México; de igual manera el nombre del castillo del que salió para encontrar su destino al otro lado del mundo: Miramar; también en Miramar se firmaron los acuerdos para fundar el imperio; con “M” empezaba el largo nombre de su esposa: María Carlota Amalia.

También el apellido de la esposa del emperador francés Napoleón III, de quien fue la idea de crear un imperio en México: la bellísima emperatriz Eugenia de Montijo.

El nombre del Papa Pío IX, cuyo papel fue decisivo para no ayudar a Maximiliano, también empezaban con “M”: Giovanni María Mastai Ferreti. Con “M” empezaba el nombre del general que lo hizo prisionero: Mariano Escobedo, como también uno de los nombres del personaje mexicano que fue el impulsor de la idea monárquica en México: José María Gutiérrez Estrada.

La derrota de su ejército se consumó en el mes de mayo; Miguel López fue quien lo traicionó para que fuera capturada la ciudad de Querétaro.

Manuel Aspíroz fue el fiscal en su juicio y con “M” empezaban también los nombres y apellido de sus abogados defensores: Mariano Riva Palacio y Rafael Martínez de la Torre y Jesús María Velásquez. Mejía fue el ministro del gobierno de Juárez que firmó la sentencia de muerte de Maximiliano.

El emperador fue fusilado con dos de sus generales, cuyos apellidos empezaban con la letra “M”: Miramón y Mejía. Así como el apellido del general que debía defender la plaza de Querétaro y no lo hizo, causando la derrota de los conservadores: Leonardo Márquez. El capitán que ordenó las ejecuciones en el Cerro de las Campanas se apellidaba Montemayor.

La primera palabra del último discurso en el momento de su muerte empezaba con “M”: ¡Mexicanos! Finalmente Maximiliano fue fusilado en martes.

“La otra historia de México. Juárez y Maximiliano, La Roca y el Ensueño” de Armando Fuentes Aguirre.

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