Jorge Diaz
Es particularmente decepcionante haber vivido estos últimos cinco años, confirmando que nuestros gobernantes son incapaces de reconocer los errores como tales, proyectar una imagen de madurez y presentar propuestas para remediar por lo menos, los males más urgentes. Modificar estrategias para mejorar, informar con claridad, ser receptivo del sentimiento y necesidades de los demás, es una virtud escasa entre los políticos.
Una presidencia que llegó de manera muy forzada, en medio de muchos cuestionamientos y que; por tanto, debió haber entendido que era preciso gobernar de una manera incluyente, tomando el pulso exacto de los ciudadanos, opositores, empresarios, sindicatos, organizaciones sociales y demás actores de la vida pública, pero sobre todo hacer un ejercicio de aguda sensibilidad para con los gobernados; sin embargo, hizo todo lo contrario.
Se encapsuló, se habló a si mismo, se enfrascó en problemas más grandes que sus capacidades y de paso se instaló desde el principio en la negación. Mientras el rey observa a través de los ojos del grupo que lo rodea, creándole una realidad alterna, para que siga en la misma inercia, para que nada cambie, para que sus movimientos respondan a los intereses de esos quienes le bloquean la verdad sobre el pueblo desangrado y muerto de hambre que gobierna, el tiempo pasa haciendo los problemas más profundos.
Una y otra vez se empecina en negarles la razón a los otros. Un amplio sector de la población se ha cansado de hacerle ver de muchas formas su rechazo a la estrategia para el combate a las bandas del crimen organizado. Su respuesta, la victimización de si mismo, presentarse como un incomprendido, aferrarse a argumentos insostenibles y más sangre en las calles. Human Rights Watch, le reprocha lo que los mexicanos hemos venido haciendo desde hace mucho tiempo e igual, les lanza la descalificación, pretende ignorarlos, los desprecia. Me hubiera encantado escuchar sus comentarios si el reporte de HRW fuera uno que le hubiera gustado oír, entonces la mencionada organización sería digna de toda credibilidad y halagos. Pero no fue así.
Lo que no entiende HRW, es que los probables 67,000 muertos que se han arrojado a las calles mexicanas, para Calderón son solo 6.7 muertes ocasionadas por accidentes de tránsito.
Se levanta la voz sobre la hambruna que México padece en algunas poblaciones (hay cifras al respecto) y es evidente que la gente sufre y en ocasiones, muere de hambre. Pero él lo niega rotundamente, en su país, todos tienen que comer, nadie sufre carencias.
Lo grave no es que falten todavía 311 días para que deje el cargo, lo verdaderamente peligroso es que todavía con poder, será el principal operador de las elecciones por venir y con ello, las calamidades que le quedan en el sombrero pueden ser aun peores (por las consecuencias a largo plazo) que las que hemos vivido, pero en menos tiempo y el próximo sexenio no solamente sufriremos de los problemas que ya nos heredó como resultado de sus actos, sino también los que conscientemente esté dispuesto a dejarnos en el intento de ensuciar cuanto pueda el proceso electoral, para tratar de salirse con la suya. Eso sí, hecho el daño, lo va a negar.
Es particularmente decepcionante haber vivido estos últimos cinco años, confirmando que nuestros gobernantes son incapaces de reconocer los errores como tales, proyectar una imagen de madurez y presentar propuestas para remediar por lo menos, los males más urgentes. Modificar estrategias para mejorar, informar con claridad, ser receptivo del sentimiento y necesidades de los demás, es una virtud escasa entre los políticos.
Una presidencia que llegó de manera muy forzada, en medio de muchos cuestionamientos y que; por tanto, debió haber entendido que era preciso gobernar de una manera incluyente, tomando el pulso exacto de los ciudadanos, opositores, empresarios, sindicatos, organizaciones sociales y demás actores de la vida pública, pero sobre todo hacer un ejercicio de aguda sensibilidad para con los gobernados; sin embargo, hizo todo lo contrario.
Se encapsuló, se habló a si mismo, se enfrascó en problemas más grandes que sus capacidades y de paso se instaló desde el principio en la negación. Mientras el rey observa a través de los ojos del grupo que lo rodea, creándole una realidad alterna, para que siga en la misma inercia, para que nada cambie, para que sus movimientos respondan a los intereses de esos quienes le bloquean la verdad sobre el pueblo desangrado y muerto de hambre que gobierna, el tiempo pasa haciendo los problemas más profundos.
Una y otra vez se empecina en negarles la razón a los otros. Un amplio sector de la población se ha cansado de hacerle ver de muchas formas su rechazo a la estrategia para el combate a las bandas del crimen organizado. Su respuesta, la victimización de si mismo, presentarse como un incomprendido, aferrarse a argumentos insostenibles y más sangre en las calles. Human Rights Watch, le reprocha lo que los mexicanos hemos venido haciendo desde hace mucho tiempo e igual, les lanza la descalificación, pretende ignorarlos, los desprecia. Me hubiera encantado escuchar sus comentarios si el reporte de HRW fuera uno que le hubiera gustado oír, entonces la mencionada organización sería digna de toda credibilidad y halagos. Pero no fue así.
Lo que no entiende HRW, es que los probables 67,000 muertos que se han arrojado a las calles mexicanas, para Calderón son solo 6.7 muertes ocasionadas por accidentes de tránsito.
Se levanta la voz sobre la hambruna que México padece en algunas poblaciones (hay cifras al respecto) y es evidente que la gente sufre y en ocasiones, muere de hambre. Pero él lo niega rotundamente, en su país, todos tienen que comer, nadie sufre carencias.
Lo grave no es que falten todavía 311 días para que deje el cargo, lo verdaderamente peligroso es que todavía con poder, será el principal operador de las elecciones por venir y con ello, las calamidades que le quedan en el sombrero pueden ser aun peores (por las consecuencias a largo plazo) que las que hemos vivido, pero en menos tiempo y el próximo sexenio no solamente sufriremos de los problemas que ya nos heredó como resultado de sus actos, sino también los que conscientemente esté dispuesto a dejarnos en el intento de ensuciar cuanto pueda el proceso electoral, para tratar de salirse con la suya. Eso sí, hecho el daño, lo va a negar.
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