Jorge Zepeda Patterson
Con algo de socarronería Beatriz Paredes afirmó hace unos días que La Jefatura de Gobierno del Distrito Federal requiere de pesos pesados. Este fin de semana los perredistas se preguntan si Alejandra Barrales y Miguel Mancera verdaderamente lo son.
La pregunta dentro de la izquierda es válida porque en las últimas tres elecciones el PRD ha presentando verdaderos pesos completos para aspirar a gobernar la ciudad y ha ganado: Cuauhtémoc Cárdenas (1997), Andrés Manuel López Obrador (2000) y Marcelo Ebrard (2006). Se podrá decir que los dos últimos en realidad embarnecieron una vez que llegaron a la jefatura capitalina.
Sin embargo, nadie podrá negar que ya eran figuras de consideración en la escena nacional. López Obrador había sido presidente del PRD y líder de marchas importantes en el Zócalo y en la toma de instalaciones petroleras. Ebrard había ocupado tres secretarías del Gobierno de la ciudad: la general con Manuel Camacho, y Seguridad Pública y Desarrollo Social con AMLO, y fundado el PCD.
Ni Barrales ni Mancera tienen tal currícula. Gozan ambos de buena reputación, pero son más promesa que contundencia. Ella ha sido líder del Sindicato de sobrecargos, diputada federal y local, líder del PRD en el DF, y secretaria de turismo con Ebrard. Sin embargo, perdió ante el panista Germán de la Garza la disputa por la delegación Benito Juárez en 2006. No es una figura desconocida para la opinión pública, pero no ha sido titular de una dependencia que le permita acreditar una imagen de funcionaria responsable y experimentada ante el grueso de los ciudadanos.
Esa es la gran ventaja de Miguel Mancera, cuyo paso por cuatro años en la Procuraduría del Distrito Federal lo convirtió en un funcionario conocido y relativamente exitoso, gracias a un estilo transparente y sencillo, a las buenas estadísticas capitalinas en materia de seguridad, y a un par de incidentes policiacos afortunados. Pero antes de eso, el licenciado y doctor en derecho era virtualmente un desconocido salido de las áreas jurídicas de esa Procuraduría.
Sin duda Barrales tendría un mejor desempeño en los foros públicos, en los debates y en las entrevistas ante los medios.
Tiene muchos años de experiencia ante micrófonos, posee oficio político y es muy articulada verbalmente. Su condición de mujer no representaría una desventaja frente a Beatriz Paredes e Isabel Miranda, quienes competirán por el PRI y el PAN, respectivamente.
Mancera, en cambio, tendrá que acreditar que puede manejar otros temas que no sean la seguridad pública. De convertirse en candidato seguramente será atacado por su escasa experiencia en asuntos vitales para la vida de la ciudad: ecología, transporte, finanzas, política, etc. Pero Mancera tiene la enorme ventaja de que el grueso de la población ve con buenos ojos su gestión, no se le vincula al ambiente viciado de las tribus perredistas y, por lo mismo, está en condiciones de apelar al voto de los ciudadanos desencantados de la política.
En otras palabras, Mancera nunca podrá competir con Paredes en sagacidad política, y seguramente mostrará durante la campaña cierta ingenuidad en algunas áreas de la administración pública. Aunque esa frescura podría ser su virtud, a condición de que su equipo de campaña prepare la estrategia adecuada.
Este fin de semana el PRD aplicará la encuesta que determine quién de los dos podría quedarse con la candidatura. Mancera aparecía por adelante en los sondeos previos, aunque Barrales le seguía de cerca. Los resultados serán dados a conocer el miércoles 19.
Pero al margen de quien finalmente resulte designado, es evidente que el PRD tendrá mucho trabajo por delante para convertir a su candidato en un triunfador. En mal momento se le ocurrió al partido llegar al 2012 sin una carta tan contundente como en los comicios anteriores. La apuesta que Marcelo Ebrard hizo en Mario Delgado al convertirlo en su delfín y en desalentar otras postulaciones fue un error que a la postre podría ser trágico.
El tema no es menor, porque prácticamente todas las esperanzas del PRD para el futuro están puestas en la retención de éste, su último bastión (luego de perder Zacatecas, Baja California y Michoacán). En este momento Beatriz Paredes aparece encabezando todas las encuestas, lo cual es explicable por el grado de exposición que le otorga su larga carrera política.
A su favor el PRD cuenta con el hecho de que el partido sigue siendo el favorito de los capitalinos, según lo demuestra todo sondeo de opinión pública. Pero no pueden subestimar a Beatriz y al PRI. Para ganar el PRD necesitará un candidato que parezca Jefe de Gobierno.
Desperdiciaron varios años en la precandidatura fallida de Mario Delgado (el Ernesto Cordero de Ebrard); ahora tendrán muy pocos meses para convertir en peso pesado a Alejandra Barrales o a Miguel Ángel Mancera.
Con algo de socarronería Beatriz Paredes afirmó hace unos días que La Jefatura de Gobierno del Distrito Federal requiere de pesos pesados. Este fin de semana los perredistas se preguntan si Alejandra Barrales y Miguel Mancera verdaderamente lo son.
La pregunta dentro de la izquierda es válida porque en las últimas tres elecciones el PRD ha presentando verdaderos pesos completos para aspirar a gobernar la ciudad y ha ganado: Cuauhtémoc Cárdenas (1997), Andrés Manuel López Obrador (2000) y Marcelo Ebrard (2006). Se podrá decir que los dos últimos en realidad embarnecieron una vez que llegaron a la jefatura capitalina.
Sin embargo, nadie podrá negar que ya eran figuras de consideración en la escena nacional. López Obrador había sido presidente del PRD y líder de marchas importantes en el Zócalo y en la toma de instalaciones petroleras. Ebrard había ocupado tres secretarías del Gobierno de la ciudad: la general con Manuel Camacho, y Seguridad Pública y Desarrollo Social con AMLO, y fundado el PCD.
Ni Barrales ni Mancera tienen tal currícula. Gozan ambos de buena reputación, pero son más promesa que contundencia. Ella ha sido líder del Sindicato de sobrecargos, diputada federal y local, líder del PRD en el DF, y secretaria de turismo con Ebrard. Sin embargo, perdió ante el panista Germán de la Garza la disputa por la delegación Benito Juárez en 2006. No es una figura desconocida para la opinión pública, pero no ha sido titular de una dependencia que le permita acreditar una imagen de funcionaria responsable y experimentada ante el grueso de los ciudadanos.
Esa es la gran ventaja de Miguel Mancera, cuyo paso por cuatro años en la Procuraduría del Distrito Federal lo convirtió en un funcionario conocido y relativamente exitoso, gracias a un estilo transparente y sencillo, a las buenas estadísticas capitalinas en materia de seguridad, y a un par de incidentes policiacos afortunados. Pero antes de eso, el licenciado y doctor en derecho era virtualmente un desconocido salido de las áreas jurídicas de esa Procuraduría.
Sin duda Barrales tendría un mejor desempeño en los foros públicos, en los debates y en las entrevistas ante los medios.
Tiene muchos años de experiencia ante micrófonos, posee oficio político y es muy articulada verbalmente. Su condición de mujer no representaría una desventaja frente a Beatriz Paredes e Isabel Miranda, quienes competirán por el PRI y el PAN, respectivamente.
Mancera, en cambio, tendrá que acreditar que puede manejar otros temas que no sean la seguridad pública. De convertirse en candidato seguramente será atacado por su escasa experiencia en asuntos vitales para la vida de la ciudad: ecología, transporte, finanzas, política, etc. Pero Mancera tiene la enorme ventaja de que el grueso de la población ve con buenos ojos su gestión, no se le vincula al ambiente viciado de las tribus perredistas y, por lo mismo, está en condiciones de apelar al voto de los ciudadanos desencantados de la política.
En otras palabras, Mancera nunca podrá competir con Paredes en sagacidad política, y seguramente mostrará durante la campaña cierta ingenuidad en algunas áreas de la administración pública. Aunque esa frescura podría ser su virtud, a condición de que su equipo de campaña prepare la estrategia adecuada.
Este fin de semana el PRD aplicará la encuesta que determine quién de los dos podría quedarse con la candidatura. Mancera aparecía por adelante en los sondeos previos, aunque Barrales le seguía de cerca. Los resultados serán dados a conocer el miércoles 19.
Pero al margen de quien finalmente resulte designado, es evidente que el PRD tendrá mucho trabajo por delante para convertir a su candidato en un triunfador. En mal momento se le ocurrió al partido llegar al 2012 sin una carta tan contundente como en los comicios anteriores. La apuesta que Marcelo Ebrard hizo en Mario Delgado al convertirlo en su delfín y en desalentar otras postulaciones fue un error que a la postre podría ser trágico.
El tema no es menor, porque prácticamente todas las esperanzas del PRD para el futuro están puestas en la retención de éste, su último bastión (luego de perder Zacatecas, Baja California y Michoacán). En este momento Beatriz Paredes aparece encabezando todas las encuestas, lo cual es explicable por el grado de exposición que le otorga su larga carrera política.
A su favor el PRD cuenta con el hecho de que el partido sigue siendo el favorito de los capitalinos, según lo demuestra todo sondeo de opinión pública. Pero no pueden subestimar a Beatriz y al PRI. Para ganar el PRD necesitará un candidato que parezca Jefe de Gobierno.
Desperdiciaron varios años en la precandidatura fallida de Mario Delgado (el Ernesto Cordero de Ebrard); ahora tendrán muy pocos meses para convertir en peso pesado a Alejandra Barrales o a Miguel Ángel Mancera.
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