Thom Patterson / CNN
La comunidad espacial en línea quedó sorprendida, por decir lo menos. Un respetado editor de una revista espacial británica dijo la semana pasada que el avión espacial secreto no tripulado X-37B del Pentágono probablemente espiaba a un satélite chino.
La blogosfera estalló en indignación: Las órbitas de los vehículos espaciales eran muy diferentes, dijeron los expertos.
“¡INCORRECTO!”, tuiteó @EllieAsksWhy.
El excontrolador de misiones de la NASA, James Oberg, publicó en su blog que la “muy respetada sociedad británica de vuelos espaciales” había cometido un “error tremendo”.
Mientras tanto las búsquedas en Google Trends para el X-37B se fueron hasta las nubes.
El reporte también afirmó que la tecnología había hecho que la vigilancia desde el espacio fuese ahora “un juego completamente nuevo”.
¿En verdad? Es de conocimiento general en la comunidad de inteligencia que Estados Unidos ha utilizado satélites para inspeccionar otros hardware en órbita durante medio siglo, dice el analista de defensa John Pike de globalsecurity.org. ¿Qué factores entran ahora en juego que impulsan un juego de espionaje en órbita a un nivel sin precedentes?
En las siguientes décadas, se espera que los satélites sean más pequeños, más furtivos, manejables y sus capacidades de sensores aumentarán al ritmo acelerado del desarrollo tecnológico, según los expertos. Estados Unidos todavía lidera el mundo de la tecnología espacial, pero otros países, incluyendo a China, reducen cada vez más su distancia. Los chinos “reconocieron el valor de los activos en el espacio y lo agregan rápidamente a su inventario y a sus capacidades”, dice la analista de política de defensa espacial Joan Johnson-Frese.
Estados Unidos cuenta con satélites furtivos diseñados para evitar ser detectados desde los primeros años de la década de los 90, dice Pike. “Los rusos y los chinos están trabados 20 años detrás de nosotros, por lo tanto desarrollar satélites furtivos sólo es algo que tratan de hacer. Pero no sé si realmente lo estén haciendo”, dice Pike.
Hay muchas cosas ahí. Y la mayoría es basura que flota en el espacio. En total, hay cerca de 21,000 objetos fabricados por el hombre mayores de 10 centímetros que en este momento dan vueltas sobre el planeta, de acuerdo con el Pentágono. Se piensa que otros 1,000 objetos más son satélites activos, de acuerdo con la Union of Concerned Sicentists (Unión de Científicos Interesados). Localizar todos es bastante complicado e identificarlos puede ser más difícil.
Satélites furtivos y espías en el Universo.
La razón principal para participar en una vigilancia desde y hacia el mismo espacio es identificar los satélites furtivos, según Pike.
Algo crítico en toda la ecuación es algo que los expertos llaman RPO —rendezvous and proximity operations (operaciones de encuentro y aproximación)— la capacidad de los satélites para volar cerca de otro y desempeñar tareas, como el espionaje. El desarrollo RPO, dicen los expertos, está en camino de servir bien a la comunidad de vigilancia durante las siguientes dos décadas.
Por supuesto, el hardware en la mesa de planeación es secreto. Pero a los analistas y a los aficionados a rastrear satélites les encanta especular sobre los pequeños satélites de alto desempeño, sorprendentemente manejables y diseñados para espiar a otros objetos en órbita. Se habla sobre nuevos módulos orbitales antisatélite diseñados para chocar deliberadamente con otras naves en orbita.
El año pasado el satélite SJ-12 de China chocó contra otro satélite chino, lo que llevó a la especulación sobre si el incidente fue una parte intencional del programa de desarrollo antisatélite. Brian Weeden, exanalista de órbita de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y que ahora analiza tecnología espacial en Secure World Foundation, observó de cerca los datos de la Fuerza Aérea de Estados Unidos sobre el incidente chino. Weeden duda que el choque fuera intencional.
“Si quieres probar un sistema de armas antisatélite necesitabas chocar con el objetivo de otra forma. La aproximación necesita suceder de una manera muy rápida para que tengan poca o ninguna alerta, con el resultado de que el choque a una alta velocidad destruiría el objetivo. El SJ-12 hizo completamente lo opuesto”, dice Weeden.
El Pentágono también ha estado ocupado con un satélite RPO. El satélite experimental XSS-11 de la Fuerza Aérea de Estados Unidos que se lanzó en 2005 se encontró con la parte superior de su propio cohete de lanzamiento.
“Usando un radar o un telescopio en tierra, puedes obtener un poco de información de un satélite. Pero si puedes subir y volar junto a él, por supuesto que tendrás una cantidad mucho mayor de información”, dice Weeden.
Pero acercarse a estos satélites en órbita no es sencillo. Algunos de estos objetos viajan a más de 25,106 kilómetros por hora. Tomar una foto de algo bajo esas condiciones podría frustrar a los paparazzi más implacables de Hollywood.
Justo el año pasado la Fuerza Aérea de Estados Unidos lanzó un telescopio de 1,043 kilogramos llamado el Sistema de Vigilancia con Base en el Espacio (SBSS por sus siglas en inglés), un satélite que viaja en la órbita baja de la Tierra descrito por Boeing, su fabricante, como un “sensor con base en el espacio con la capacidad para detectar escombros, naves espaciales y otros objetos distantes en el espacio”.
“No han avanzado más allá de eso”, dice Weeden. “No han dicho lo que pueden rastrear y lo que no pueden y cuáles son los límites”.
Naturalmente todos los países con actividad espacial quieren proteger sus ojos en el cielo. Pero Pike dice que Washington sólo está preocupado de que alguien “nos saque los ojos”.
“Debido a que estamos ubicados del otro lado de Rusia y de China. Es más difícil para Estados Unidos saber qué sucede en nuestras áreas de interés que en sus áreas de interés”, explica.
La vigilancia desde el espacio al espacio no sólo tiene como objetivo identificar el propósito, sino también la tecnología de los satélites.
En la actualidad, los satélites espías sirven para mucho más que sólo fotografiar objetos. Las imágenes multiespectrales y las hiperspectrales utilizan cientos de longitudes de onda diferentes de luz para ver lo que de otra manera sería invisible. Diferentes materiales absorben las longitudes de onda de luz. Esto puede servir para revelar a los analistas con qué se fabricó un objeto.
Otra herramienta crítica es el radar
La ventaja del radar es que penetra las nubes y "se habla de usar radares satelitales para rastrear vehículos en tierra, pero eso todavía es un concepto a futuro”, dice Weeden. “Con el software correcto pueden explorar grandes partes del océano y rastrear barcos”.
Apenas el mes pasado, Japón lanzó un satélite espía equipado con radar con el que los analistas especularon se utilizaría para espiar a Corea del Norte, de acuerdo con informes de noticias.
Para 2015, la Fuerza Aérea de Estados Unidos piensa desarrollar un sistema de radar espacial con una constelación de nueve satélites que rodeen al planeta para aumentar significativamente nuestro nivel de vigilancia continua contra nuestros adversarios”.
El futuro del espionaje espacial.
Weeden predice que se usarán una gran cantidad de vehículos orbitales no tripulados para distintas razones.
“Todo, desde las inspecciones en órbita, la reparación de satélites, recarga o incluso (para) eliminar los escombros de la órbita”.
El Pentágono desarrolla un fascinante proyecto basado en el RPO de nombre Phoenix, con el objetivo de desarrollar hardware que pueda acercarse a satélites muertos en órbita, recoger el equipo utilizable —como antenas— y volver a utilizar las partes para construir nuevos satélites en el mismo sitio.
¿Qué pasa con el ejército? Las Directrices Estratégicas de Defensa 2012 del Pentágono hacen hincapié en la inversión en seguridad para el espacio de Estados Unidos. Pero Johnson-Freese, un miembro del cuerpo docente del U.S. Naval War College (Colegio de Guerra Naval de Estados Unidos), teme que no sea suficiente. “Debemos mejorar el GPS; los sistemas de reconocimiento; debemos mejorar los sistemas de comunicación. Deberíamos hacer más de lo que se hace actualmente”.
A pesar de que el acalorado comentario en la red de la afirmación de la semana pasada del X-37B se enfrió, la pregunta permanece: ¿Cuál es la misión del avión espacial?
“Bien podría tener una capacidad de vigilancia desde el espacio al espacio. Pudo haber liberado objetos de prueba para observarlos”, dice Pike.
Pero Pike es escéptico. La nave espacial, que esta en desarrollo desde 1999, primero por la NASA y después por DARPA, la división de investigación del Pentágono, y después por la Fuerza Aérea de Estados Unidos, ha tenido “muchos administradores” y “cocineros”. “Es la naturaleza de los proyectos burocráticos. El secreto de eso podría ser que se gastaron miles de millones de dólares sin un propósito real”, dice Pike.
La comunidad espacial en línea quedó sorprendida, por decir lo menos. Un respetado editor de una revista espacial británica dijo la semana pasada que el avión espacial secreto no tripulado X-37B del Pentágono probablemente espiaba a un satélite chino.
La blogosfera estalló en indignación: Las órbitas de los vehículos espaciales eran muy diferentes, dijeron los expertos.
“¡INCORRECTO!”, tuiteó @EllieAsksWhy.
El excontrolador de misiones de la NASA, James Oberg, publicó en su blog que la “muy respetada sociedad británica de vuelos espaciales” había cometido un “error tremendo”.
Mientras tanto las búsquedas en Google Trends para el X-37B se fueron hasta las nubes.
El reporte también afirmó que la tecnología había hecho que la vigilancia desde el espacio fuese ahora “un juego completamente nuevo”.
¿En verdad? Es de conocimiento general en la comunidad de inteligencia que Estados Unidos ha utilizado satélites para inspeccionar otros hardware en órbita durante medio siglo, dice el analista de defensa John Pike de globalsecurity.org. ¿Qué factores entran ahora en juego que impulsan un juego de espionaje en órbita a un nivel sin precedentes?
En las siguientes décadas, se espera que los satélites sean más pequeños, más furtivos, manejables y sus capacidades de sensores aumentarán al ritmo acelerado del desarrollo tecnológico, según los expertos. Estados Unidos todavía lidera el mundo de la tecnología espacial, pero otros países, incluyendo a China, reducen cada vez más su distancia. Los chinos “reconocieron el valor de los activos en el espacio y lo agregan rápidamente a su inventario y a sus capacidades”, dice la analista de política de defensa espacial Joan Johnson-Frese.
Estados Unidos cuenta con satélites furtivos diseñados para evitar ser detectados desde los primeros años de la década de los 90, dice Pike. “Los rusos y los chinos están trabados 20 años detrás de nosotros, por lo tanto desarrollar satélites furtivos sólo es algo que tratan de hacer. Pero no sé si realmente lo estén haciendo”, dice Pike.
Hay muchas cosas ahí. Y la mayoría es basura que flota en el espacio. En total, hay cerca de 21,000 objetos fabricados por el hombre mayores de 10 centímetros que en este momento dan vueltas sobre el planeta, de acuerdo con el Pentágono. Se piensa que otros 1,000 objetos más son satélites activos, de acuerdo con la Union of Concerned Sicentists (Unión de Científicos Interesados). Localizar todos es bastante complicado e identificarlos puede ser más difícil.
Satélites furtivos y espías en el Universo.
La razón principal para participar en una vigilancia desde y hacia el mismo espacio es identificar los satélites furtivos, según Pike.
Algo crítico en toda la ecuación es algo que los expertos llaman RPO —rendezvous and proximity operations (operaciones de encuentro y aproximación)— la capacidad de los satélites para volar cerca de otro y desempeñar tareas, como el espionaje. El desarrollo RPO, dicen los expertos, está en camino de servir bien a la comunidad de vigilancia durante las siguientes dos décadas.
Por supuesto, el hardware en la mesa de planeación es secreto. Pero a los analistas y a los aficionados a rastrear satélites les encanta especular sobre los pequeños satélites de alto desempeño, sorprendentemente manejables y diseñados para espiar a otros objetos en órbita. Se habla sobre nuevos módulos orbitales antisatélite diseñados para chocar deliberadamente con otras naves en orbita.
El año pasado el satélite SJ-12 de China chocó contra otro satélite chino, lo que llevó a la especulación sobre si el incidente fue una parte intencional del programa de desarrollo antisatélite. Brian Weeden, exanalista de órbita de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y que ahora analiza tecnología espacial en Secure World Foundation, observó de cerca los datos de la Fuerza Aérea de Estados Unidos sobre el incidente chino. Weeden duda que el choque fuera intencional.
“Si quieres probar un sistema de armas antisatélite necesitabas chocar con el objetivo de otra forma. La aproximación necesita suceder de una manera muy rápida para que tengan poca o ninguna alerta, con el resultado de que el choque a una alta velocidad destruiría el objetivo. El SJ-12 hizo completamente lo opuesto”, dice Weeden.
El Pentágono también ha estado ocupado con un satélite RPO. El satélite experimental XSS-11 de la Fuerza Aérea de Estados Unidos que se lanzó en 2005 se encontró con la parte superior de su propio cohete de lanzamiento.
“Usando un radar o un telescopio en tierra, puedes obtener un poco de información de un satélite. Pero si puedes subir y volar junto a él, por supuesto que tendrás una cantidad mucho mayor de información”, dice Weeden.
Pero acercarse a estos satélites en órbita no es sencillo. Algunos de estos objetos viajan a más de 25,106 kilómetros por hora. Tomar una foto de algo bajo esas condiciones podría frustrar a los paparazzi más implacables de Hollywood.
Justo el año pasado la Fuerza Aérea de Estados Unidos lanzó un telescopio de 1,043 kilogramos llamado el Sistema de Vigilancia con Base en el Espacio (SBSS por sus siglas en inglés), un satélite que viaja en la órbita baja de la Tierra descrito por Boeing, su fabricante, como un “sensor con base en el espacio con la capacidad para detectar escombros, naves espaciales y otros objetos distantes en el espacio”.
“No han avanzado más allá de eso”, dice Weeden. “No han dicho lo que pueden rastrear y lo que no pueden y cuáles son los límites”.
Naturalmente todos los países con actividad espacial quieren proteger sus ojos en el cielo. Pero Pike dice que Washington sólo está preocupado de que alguien “nos saque los ojos”.
“Debido a que estamos ubicados del otro lado de Rusia y de China. Es más difícil para Estados Unidos saber qué sucede en nuestras áreas de interés que en sus áreas de interés”, explica.
La vigilancia desde el espacio al espacio no sólo tiene como objetivo identificar el propósito, sino también la tecnología de los satélites.
En la actualidad, los satélites espías sirven para mucho más que sólo fotografiar objetos. Las imágenes multiespectrales y las hiperspectrales utilizan cientos de longitudes de onda diferentes de luz para ver lo que de otra manera sería invisible. Diferentes materiales absorben las longitudes de onda de luz. Esto puede servir para revelar a los analistas con qué se fabricó un objeto.
Otra herramienta crítica es el radar
La ventaja del radar es que penetra las nubes y "se habla de usar radares satelitales para rastrear vehículos en tierra, pero eso todavía es un concepto a futuro”, dice Weeden. “Con el software correcto pueden explorar grandes partes del océano y rastrear barcos”.
Apenas el mes pasado, Japón lanzó un satélite espía equipado con radar con el que los analistas especularon se utilizaría para espiar a Corea del Norte, de acuerdo con informes de noticias.
Para 2015, la Fuerza Aérea de Estados Unidos piensa desarrollar un sistema de radar espacial con una constelación de nueve satélites que rodeen al planeta para aumentar significativamente nuestro nivel de vigilancia continua contra nuestros adversarios”.
El futuro del espionaje espacial.
Weeden predice que se usarán una gran cantidad de vehículos orbitales no tripulados para distintas razones.
“Todo, desde las inspecciones en órbita, la reparación de satélites, recarga o incluso (para) eliminar los escombros de la órbita”.
El Pentágono desarrolla un fascinante proyecto basado en el RPO de nombre Phoenix, con el objetivo de desarrollar hardware que pueda acercarse a satélites muertos en órbita, recoger el equipo utilizable —como antenas— y volver a utilizar las partes para construir nuevos satélites en el mismo sitio.
¿Qué pasa con el ejército? Las Directrices Estratégicas de Defensa 2012 del Pentágono hacen hincapié en la inversión en seguridad para el espacio de Estados Unidos. Pero Johnson-Freese, un miembro del cuerpo docente del U.S. Naval War College (Colegio de Guerra Naval de Estados Unidos), teme que no sea suficiente. “Debemos mejorar el GPS; los sistemas de reconocimiento; debemos mejorar los sistemas de comunicación. Deberíamos hacer más de lo que se hace actualmente”.
A pesar de que el acalorado comentario en la red de la afirmación de la semana pasada del X-37B se enfrió, la pregunta permanece: ¿Cuál es la misión del avión espacial?
“Bien podría tener una capacidad de vigilancia desde el espacio al espacio. Pudo haber liberado objetos de prueba para observarlos”, dice Pike.
Pero Pike es escéptico. La nave espacial, que esta en desarrollo desde 1999, primero por la NASA y después por DARPA, la división de investigación del Pentágono, y después por la Fuerza Aérea de Estados Unidos, ha tenido “muchos administradores” y “cocineros”. “Es la naturaleza de los proyectos burocráticos. El secreto de eso podría ser que se gastaron miles de millones de dólares sin un propósito real”, dice Pike.
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