Gonzalo Martínez Corbalá
El estrecho de Ormuz, entre los golfos de Omán y el Pérsico, se ha convertido en un casus belli; por lo pronto, el presidente de Estados Unidos advirtió al de Irán, Mahmud Ajmadineyad, que no se atreva a bloquear el paso de los embarques de petróleo por esta ruta, entre las costas de Arabia Saudita, y las del propio Irán, pasando por Bahrein, Qatar y Emiratos Árabes Unidos, cuando vienen de salida cargados de petróleo o de gas, hacia el golfo de Omán. Por la difícil configuración geográfica, resulta muy problemático anular este dominio iraní. Por lo pronto están ya en el Pérsico tres portaviones estadunidenses y se comenta en la prensa internacional que algunos más van hacia allá.
Tras un largo periodo de anarquía, debido a la lucha de los chiítas, de aliento nacionalista, contra el dominio extranjero, del que sale hasta 1925-1926, con el advenimiento de Reza Sha Pahlevi, cuya dinastía reinó hasta la revolución islámica de 1979, se gestó la explotación del petróleo por la Irak Petroleum Company, y específicamente en este país por la Anglo-Iranian Company, la cual derrocó al presidente Mossadeg en 1954, por intentar la nacionalización de esa industria, y provocó el regreso de los shas, que sienta las bases del régimen cuasi teocrático actual.
Ésta seguramente fue la razón por la cual hoy el presidente Obama establece los medios para comunicarse directamente con el ayatola Alí Jamenei, la máxima autoridad en Irán, mientras el presidente Ajmadineyad hacía su gira en Sudamérica y Cuba.
En noviembre de 2011, dice The New York Times, inspectores de armamentos de la Organización de Naciones Unidas reportaron que se encontraron nuevas evidencias de un caso con credibilidad de que Irán llevó a cabo actividades para desarrollar un artefacto nuclear. Proyecto que podría estar todavía en vigencia.
Es cierto que las circunstancias actuales son completamente distintas a las que se daban en el régimen del presidente Bush. Precisamente el sábado pasado, el diario El País confirmó la gravedad de la crisis económica en Europa. En su información principal dice: Hachazo a la solvencia del euro, y explica que: las agencias de calificación y la inacabable crisis griega sacuden de nuevo la eurozona, para luego asegurar que “Standard & Poor’s degrada la deuda de nueve países, entre ellos España, que baja dos escalones. Francia pierde la máxima nota. Grecia rompe con los bancos”.
Es difícil pensar que en estas condiciones tan generalizadas en Europa, casi como en Estados Unidos, pudieran estar pensando en desencadenar otra guerra, la cual podría ser de mucho mayores proporciones que la de Irak.
En primer lugar, como señaló The New York Times en una colección de informaciones: la preocupación de China expresada en el viaje a Medio Oriente del primer ministro Wen Jiabao, quien fue recientemente a Arabia Saudita, Qatar y a Emiratos Árabes Unidos, para evaluar su política respecto al petróleo; Japón, en la persona del primer ministro Yoshihiko Noda, declaró el viernes pasado que su país tiene todavía que decidir si reducirá sus importaciones de Irán, continuando con señales mixtas de su gobierno. Benjamin Netanyahu, con el mismo cargo en Israel, declaró el sábado en una entrevista que las sanciones económicas podrán tener éxito, si se combinan con amenazas de acción militar; que el gobierno estadunidense advirtió al ayatola Alí Jamenei que el cierre del estrecho de Ormuz, significa traspasar una línea roja que provocaría una respuesta.
Por otra parte, Clifford Krauss afirma en el NYT que el precio del petróleo se elevará rápidamente si los iraníes cierran el paso en el estrecho. Mientras Dane Cardwell, Rick Gladstone, Seth Feaster y Elisabeth Bumiller aseguran que los analistas sostienen que la demanda global creciente y problemas probables que se presentarían en el abastecimiento procedente de Irán mantendrían el valor del petróleo en tres dígitos (100 dólares el barril).
En general hay gran preocupación entre los importadores directos de petróleo de Irán, en primer término, y ninguno ha presentado una verdadera solución para remplazar el abastecimiento. Lo mismo puede decirse del efecto político que puede afectar las elecciones ya muy próximas en Estados Unidos.
En suma, salvo Israel, que insiste en que Obama tiene que amenazar a Irán con acciones militares inmediatas que sean realizables, la sola posibilidad de que, en primer lugar, Ajmadineyad pudiera tener armas nucleares, que esté verdaderamente dispuesto a usar, y de que el ayatola lo apoyara, ha causado ya un conflicto cuyos efectos se hacen sentir, muy especialmente, en la Unión Europea, por la situación de suyo grave, de orden económico, que está planteando un efecto negativo que se suma al del abasto de crudo.
La preocupación, en grado muy alto, la tenemos seguramente quienes vemos con sentido de responsabilidad esta situación delicada y compleja, que desde luego nos afectaría del mismo modo a los mexicanos. Y no podemos menos que hacer votos por que prevalezca la razón, la determinación para resolver los conflictos pacíficamente y desde luego, teniendo presente en todo momento que lo que verdaderamente está en juego es la supervivencia humana. Las armas nucleares no son para jugar con el destino de la especie humana, son un peligro del que no está a salvo nadie en el planeta.
El estrecho de Ormuz, entre los golfos de Omán y el Pérsico, se ha convertido en un casus belli; por lo pronto, el presidente de Estados Unidos advirtió al de Irán, Mahmud Ajmadineyad, que no se atreva a bloquear el paso de los embarques de petróleo por esta ruta, entre las costas de Arabia Saudita, y las del propio Irán, pasando por Bahrein, Qatar y Emiratos Árabes Unidos, cuando vienen de salida cargados de petróleo o de gas, hacia el golfo de Omán. Por la difícil configuración geográfica, resulta muy problemático anular este dominio iraní. Por lo pronto están ya en el Pérsico tres portaviones estadunidenses y se comenta en la prensa internacional que algunos más van hacia allá.
Tras un largo periodo de anarquía, debido a la lucha de los chiítas, de aliento nacionalista, contra el dominio extranjero, del que sale hasta 1925-1926, con el advenimiento de Reza Sha Pahlevi, cuya dinastía reinó hasta la revolución islámica de 1979, se gestó la explotación del petróleo por la Irak Petroleum Company, y específicamente en este país por la Anglo-Iranian Company, la cual derrocó al presidente Mossadeg en 1954, por intentar la nacionalización de esa industria, y provocó el regreso de los shas, que sienta las bases del régimen cuasi teocrático actual.
Ésta seguramente fue la razón por la cual hoy el presidente Obama establece los medios para comunicarse directamente con el ayatola Alí Jamenei, la máxima autoridad en Irán, mientras el presidente Ajmadineyad hacía su gira en Sudamérica y Cuba.
En noviembre de 2011, dice The New York Times, inspectores de armamentos de la Organización de Naciones Unidas reportaron que se encontraron nuevas evidencias de un caso con credibilidad de que Irán llevó a cabo actividades para desarrollar un artefacto nuclear. Proyecto que podría estar todavía en vigencia.
Es cierto que las circunstancias actuales son completamente distintas a las que se daban en el régimen del presidente Bush. Precisamente el sábado pasado, el diario El País confirmó la gravedad de la crisis económica en Europa. En su información principal dice: Hachazo a la solvencia del euro, y explica que: las agencias de calificación y la inacabable crisis griega sacuden de nuevo la eurozona, para luego asegurar que “Standard & Poor’s degrada la deuda de nueve países, entre ellos España, que baja dos escalones. Francia pierde la máxima nota. Grecia rompe con los bancos”.
Es difícil pensar que en estas condiciones tan generalizadas en Europa, casi como en Estados Unidos, pudieran estar pensando en desencadenar otra guerra, la cual podría ser de mucho mayores proporciones que la de Irak.
En primer lugar, como señaló The New York Times en una colección de informaciones: la preocupación de China expresada en el viaje a Medio Oriente del primer ministro Wen Jiabao, quien fue recientemente a Arabia Saudita, Qatar y a Emiratos Árabes Unidos, para evaluar su política respecto al petróleo; Japón, en la persona del primer ministro Yoshihiko Noda, declaró el viernes pasado que su país tiene todavía que decidir si reducirá sus importaciones de Irán, continuando con señales mixtas de su gobierno. Benjamin Netanyahu, con el mismo cargo en Israel, declaró el sábado en una entrevista que las sanciones económicas podrán tener éxito, si se combinan con amenazas de acción militar; que el gobierno estadunidense advirtió al ayatola Alí Jamenei que el cierre del estrecho de Ormuz, significa traspasar una línea roja que provocaría una respuesta.
Por otra parte, Clifford Krauss afirma en el NYT que el precio del petróleo se elevará rápidamente si los iraníes cierran el paso en el estrecho. Mientras Dane Cardwell, Rick Gladstone, Seth Feaster y Elisabeth Bumiller aseguran que los analistas sostienen que la demanda global creciente y problemas probables que se presentarían en el abastecimiento procedente de Irán mantendrían el valor del petróleo en tres dígitos (100 dólares el barril).
En general hay gran preocupación entre los importadores directos de petróleo de Irán, en primer término, y ninguno ha presentado una verdadera solución para remplazar el abastecimiento. Lo mismo puede decirse del efecto político que puede afectar las elecciones ya muy próximas en Estados Unidos.
En suma, salvo Israel, que insiste en que Obama tiene que amenazar a Irán con acciones militares inmediatas que sean realizables, la sola posibilidad de que, en primer lugar, Ajmadineyad pudiera tener armas nucleares, que esté verdaderamente dispuesto a usar, y de que el ayatola lo apoyara, ha causado ya un conflicto cuyos efectos se hacen sentir, muy especialmente, en la Unión Europea, por la situación de suyo grave, de orden económico, que está planteando un efecto negativo que se suma al del abasto de crudo.
La preocupación, en grado muy alto, la tenemos seguramente quienes vemos con sentido de responsabilidad esta situación delicada y compleja, que desde luego nos afectaría del mismo modo a los mexicanos. Y no podemos menos que hacer votos por que prevalezca la razón, la determinación para resolver los conflictos pacíficamente y desde luego, teniendo presente en todo momento que lo que verdaderamente está en juego es la supervivencia humana. Las armas nucleares no son para jugar con el destino de la especie humana, son un peligro del que no está a salvo nadie en el planeta.
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