El pensador de Davos

EPN en pose
¿Barrales o Padierna?
Claroscuros del bejaranismo

Julio Hernández López / Astillero


Enrique Peña Nieto se ha hecho de una persistente escenificación tragicómica con una insólita rapidez. Desde su Error de Diciembre (en la Feria Internacional del Libro, en Guadalajara) parece predestinado a cometer error tras error pero, sobre todo, a demostrar con épica enjundia que le es casi imposible salir bien librado de sus propios traspiés e incluso, en un contraproducente espíritu de perfeccionismo, que es capaz de potenciarlos y darles caracter de memorables.

Ayer el virtual candidato priísta a la Presidencia de la República dedicó buena parte de su estancia en Davos a tratar de demostrar a los mexicanos que tiene la altura intelectual y las habilidades profesionales para codearse con personajes importantes del foro económico al que había asistido desde años atrás como gobernador del estado de México y al que ahora va en una gelatinosa condición de aspirante a presidir su nación.

En tales afanes de intelectualización por ósmosis, Peña Nieto se hizo fotografiar de manera que siempre se le viera profundamente interesado en las palabras de sus especializados interlocutores, con una pose de profundas reflexiones que pareciera pensada con la intención de contrarrestar la impresión de terrible déficit cultural y político que ha ido esparciendo por el país con una aplicación y consistencia dignas de mejores causas. Las gráficas de la sapiencia modelada fueron difundidas con entusiasmo tuitero por su coordinador de campaña, Luis Videgaray.

En ese periplo propagandístico, el candidato priísta se reunió con Ernesto Zedillo, quien se ha convertido en parte del inventario del citado foro. En momentos en que las rebeliones regionales parecen incontroladas por el peñanietismo, le es importante la toma de esa foto de unidad circunstancial con el principal opositor interno de Carlos Salinas de Gortari que, a su vez, es reputado como el tutor general del atribulado Peña Nieto. Por allí también andaba un personaje de apellido Calderón Hinojosa, pero a la hora de teclear las presentes líneas no se sabía si se habría producido una cumbre suiza bipartidista.

Tampoco se conocía aún el desenlace de la larga telenovela que ha causado la instalación de Miguel Ángel Mancera como candidato oficial de las izquierdas mediante un dedazo disfrazado de encuestas. Alejandra Barrales se ha negado hasta ahora a reconocer al ex procurador de justicia como legítimo ganador del peculiar proceso conducido por Manuel Camacho Solís y Marcelo Ebrard. Ella y algunos de sus allegados han hecho saber que persistirán en la lucha desde la izquierda, mientras se multiplican las especulaciones acerca de la manera como tal vuelta al carril habrá de ser pagada en términos electorales. Ayer mismo, dando curso a la versión de que a Barrales se le ha ofrecido que sea candidata al Senado por el Distrito Federal, el jefe político y administrativo de esta demarcación, el antes citado Ebrard, dijo que sería extraordinario verla postulada para ir a esa cámara. Tales palabras brotaron como reacción al temprano anuncio hecho por Dolores Padierna de que buscará la misma candidatura.

El forcejeo entre Barrales, apoyada a medias por los Chuchos y ahora por Ebrard, y Padierna, que ejerce una especie de codirección del movimiento bejaranista, forma parte de los reacomodos crujientes que se están dando en la política capitalina, donde el marcelismo-camachismo ha ido formando su propia corriente al mismo tiempo que le abre paso arguyendo justamente lo contrario, es decir, estar por encima de las corrientes y no aspirar a generar la propia.

La dupla Bejarano-Padierna podría estar, de prosperar sus aspiraciones, en una privilegiada condición política, instalado uno en San Lázaro, a donde pretende llegar como candidato por la vía plurinominal, y otra en el Senado, aprovechando la aritmética de género. Ha sido impresionante la reconstitución política después del golpe que en su momento parecía mortal, el de los videoescándalos urdidos por el salinismo a partir de material ahumado pero verídico.

Bejarano quedó sin imputación judicial y con sus derechos cívicos a salvo y emprendió una tarea de resurrección que le llevó a crear su propio movimiento, el de la Esperanza, que le permitió recorrer el país y comenzar a presentarse en público de nuevo. Sin conexión directa, sin diálogos personales, el neobejaranismo, que en realidad es el de siempre, ha sido soporte de las movilizaciones importantes de López Obrador en la capital del país, y a esa carta tabasqueña sigue apostando abiertamente, tratando de no aportar más parque negativo a quienes insisten en ligar (vaya verbo) al virtual candidato presidencial perredista con las escenas machaconamente utilizadas por las televisoras para dar cuenta de una forma de corrupción política.

Beatriz Paredes, por su parte, se declara lista para emprender la campaña que podría devolver al PRI un poder perdido durante largos años. Su larga carrera política contrastará con la novatez de la postulada por el PAN, Isabel Miranda de Wallace, y sus destellos de izquierda priísta podrían agigantarse ante la poca fuerza ideológica de su contrincante izquierdista, Miguel Ángel Mancera. Ya se verá si el efecto Peña Nieto, que hace meses hacía pensar en una revitalización del voto de tres colores en la capital del país, acaba funcionando en sentido adverso, pues una parte importante de la conciencia más crítica respecto a las insuficiencias del ex gobernador mexiquense está justamente en la ciudad de México.

Silencio, mientras tanto, guarda el otras veces estridente esposo de la señora Marta, cuyas propiedades y cuentas están siendo revisadas de manera ostentosa por las fuerzas policiacas calderonistas a partir de una denuncia por indicios de corrupción que fue presentada años atrás. El posible destinatario final de estas diligencias político-electorales, Santiago Creel, ha dicho que es una infamia lo que se hace contra el ex presidente. Todo sea en aras de que Calderón pueda manejar la postulación panista sólo entre dos piezas de su agrado. ¡Hasta mañana!

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