El cuarto as para el D.F.

Javier Arcadia Galaviz / Cuestión de Debate

Es indudable que a partir de que llegan los gobiernos de izquierda a tomar las riendas del Distrito Federal, en lo inmediato se empiezan a impulsar políticas públicas innovadoras que dan como resultado el reflejo de un permanente cambio en la imagen urbana de la Ciudad de México y en una transformación positiva en la vida social, política, económica y cultural de los habitantes de esta gran metrópoli.

Sí, habrá de reconocerse que es con los respectivos gobiernos democráticos del Ing. Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador y actualmente con Marcelo Ebrard, como el Distrito Federal logra salir de su prolongado letargo de atrasos, corrupción, abandonos y olvidos, para dar paso a una nueva etapa moderna, en que las finanzas públicas son utilizadas para rehabilitar la Ciudad al irla dotando de las obras publicas que le eran necesarias; al ordenar y modernizar paulatinamente las calles de su centro histórico abandonado y sucio por décadas; al construir nuevas vialidades rápidas, como lo son los segundos pisos y los diversos distribuidores viales; la dotación de transporte público ágil y moderno, como lo es el metrobus, mismo que está en proceso de crearse nuevas líneas, así como la nueva línea 12 del metro que próximamente entrará en funcionamiento. Ya no se diga los múltiples programas sociales que indistintamente estos gobiernos de izquierda tuvieron el tino y la sensibilidad de crear para atender las necesidades básicas de una población antes desdeñada, desprotegida y vulnerable.

Por eso es que ahora, Miguel Ángel Mancera, ex Procurador de Justicia del Distrito Federal, quien si mediante el voto ciudadano llega a convertirse en el próximo Jefe de Gobierno del Distrito Federal, sería el cuarto as, porque seguro que continuaría con la obra política en la Ciudad de México de sus antecesores Cárdenas, López Obrador y Marcelo Ebrard.

Claro que primero tendrá que convertirse en el candidato de las izquierdas, y para ello habrá de superar en preferencias electorales que se medirán por encuestas a sus competidores correligionarios que hoy tiene enfrente.

En ese sentido creo que no hay la menor duda deque va salir adelante, ya que para empezar fue el único que se atrevió a renunciar a su cargo de funcionario público.

Situación que ninguno de los otros aspirantes tuvieron el valor tan siquiera de pedir licencia para ir en busca de esa candidatura de la izquierda a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, quizá para no quedarse sin chamba.

Esto significa que Miguel Ángel Mancera, ahora ex Procurador de Justicia del Distrito Federal, se tiene confianza en lograr su objetivo, que primero será en el de convertirse en el candidato de las izquierdas y después vencer a sus adversarios del PRI y del PAN, que en el caso del PRI, seguro que será la engallada Beatriz Paredes, que con anterioridad ya fue favorecida por el dedazo de Enrique Peña Nieto, situación de la que nos ocuparemos en una próxima columna. Por lo que hace al PAN, también casi es seguro que volveremos a ver al tránsfuga y oportunista de Demetrio Sodi de la Tijera, quien al igual que Paredes, hace seis años ambos cayeron derrotados ante el candidato del PRD, que como todos lo saben en esa ocasión fue Marcelo Ebrard.



Pálida tinta: En lugar de estela de luz, cómo le gustaría llamarle a ese monumento, dizque alusivo al bicentenario de la independencia y al centenario de la revolución, aunque dicho sea de paso ya un tanto desfasaditos de tales festejos, pero bueno, fue recién inaugurado por el Presidente de la República, Felipe Calderón, y, ¿se le podría llamar a esta cosa estela la de corrupción, estela del engaño, estela de incumplimiento, estela del cinismo o estela de indignación? Quizá cualquiera de los adjetivos de rechazo y de descalificación que se le ocurran son apropiados para nombrar a una inútil obra muy costosa y más aún por la opacidad y la evidente corrupción que encierra el manejo turbio de los recursos económicos que la misma representó, la cual consistente en una simple y enorme estructura cuadriculada, sin sentido, erigida verticalmente, similar a cualquier anuncio comercial luminoso, que todo podrá ser, menos un monumento que llegara a simbolizar a esa dos importantes gestas históricas que sacudieron desde las raíces a la nación entera. Se dice que inicialmente este elefantito blanco se presupuestó en 335 millones de pesos, pero al final el costo total se elevó estratosféricamente a 1035 millones. Ojalá que la Auditoría Superior de la Federación se aboque a auditar esos recursos, quiérase o no mal invertidos.

Comentarios