DF: Pierde PRD, gana Morena

Carlos Ramírez / Indicador Político

Detrás de la jugada política de Marcelo Ebrard para imponer al intencionadamente no-perredista Miguel Ángel Mancera como candidato del PRD a la jefatura de gobierno, se oculta una estrategia política de Ebrard y López Obrador para quitarle al perredismo el control de la estructura de poder del DF.

Pero la ausencia de Alejandra Barrales de la conferencia de difusión de resultados podría reventar la maniobra AMLO-Ebrard y evitar el desplazamiento del PRD de la estructura de poder del DF.

La disminución del PRD en el DF se escondió detrás del pacto de López Obrador y Ebrard en torno a la candidatura presidencial: Ebrard declinó a sus aspiraciones luego de una rara y sospechosa encuesta y se quedó con el apoyo de López Obrador para decidir al candidato del PRD al gobierno del DF. Sólo que la clave se localizó en la nominación casi segura, luego de tres encuestas igualmente sospechosas, de un declaradamente no-perredista que, de ganar las elecciones, no tendrá compromiso con los perredistas para formar un gobierno; de ahí la previsión de que los funcionarios de Mancera en el DF serán de… Morena.

A pesar de la fuerza de López Obrador, un candidato de Morena para el DF no ganaría las elecciones sin la alianza con el PRD; por eso López Obrador se alió a Ebrard para construir una sucesión lógica de continuismo pero en la jugada de los intereses de Morena de desplazar mal PRD del poder en el DF y quedarse con todo el pastel vía Mancera, un incondicional de Ebrard y asesor de López Obrador en el caso de El Encino.

Ebrard se afilió al PRD después de que López Obrador lo eligió por dedazo como candidato del PRD en el 2006. A lo largo de su gestión capitalina, Ebrard mantuvo siempre la distancia del PRD en el DF y aprovechó las divisiones internas entre López Obrador y Los Chuchos. Así, la declinación del 2000 de Ebrard a favor de López Obrador le sirvió para infiltrarse en el PRD y ascender a la categoría de caudillo y el DF se convertirá en su cacicazgo personal porque jugó con las fracturas internas para enfrentar a las tribus, debilitarlas y poner de candidato a Miguel Ángel Mancera a través de una encuesta de popularidad.

Como en política no hay secretos ni derechos de autor, Ebrard se encargó de esculpir la figura política de Mancera siguiendo el método de Carlos Salinas cuando se encontró a Colosio en 1979 como modesto economista en la Secretaría de Programación y Presupuesto y lo forjó hasta hacerlo candidato presidencial.
Ebrard recogió Mancera en el 2002 y desde entonces lo fue puliendo hasta imponerlo como precandidato perredista sin pertenecer al PRD y sí subordinado “confiable y fiel” a Ebrard, como lo reveló el hoy ex secretario de Turismo del DF, Alejandro Rojas Díaz Durán.

La carrera de Mancera como funcionario público es muy reciente: Apenas en el 2000 como asesor de la Asamblea de Representantes del DF; en el 2002 el entonces titular de la SSP capitalina, Ebrard, lo rescató para hacerlo director de Investigaciones y Procedimientos de la dependencia y lo hizo ascender hasta que el presidente Fox corrió a Ebrard por incompetente aunque en realidad por responsabilidad en el linchamiento de policías federales en Tláhuac. De todos modos, Ebrard puso a su sucesor en el cargo, Joel Ortega, y dejó a Mancera como asesor del nuevo titular.

En el 2005, Ebrard se encaminó hacia la candidatura perredista a jefe de gobierno por obra y gracia del dedo de oro de López Obrador y utilizó el cargo de secretario de Desarrollo Social para asegurar la nominación; ahí, en el 2005, Ebrard nombró a Mancera como director jurídico de la dependencia aunque luego saltó como consejero de la judicatura del DF, igual con el apoyo de Ebrard. En el 2006 pasó con Ebrard ya en la jefatura de gobierno como subprocurador de Procesos de la Procuraduría capitalina.

En el 2008, cuando Ebrard soltó lastre político para desembarazarse de las salpicaduras por los adolescentes muertos en el incendio de la disco New’s Divine y despidió a su secretario de Seguridad Pública y a su procurador, Joel Ortega y Rodolfo Félix Cárdenas, Mancera ascendió a procurador capitalino por decisión de Ebrard y se quedó como carta oculta mientras Ebrard trataba de consolidar inútilmente la precandidatura de Mario Delgado, otro externo perredista. Lo único claro en la estrategia de Ebrard para la nominación del candidato perredista era que no debía ser perredista; por eso sus cartas fueron siempre Delgado y Mancera y nunca un perredista; ahí fue donde Ebrard logró el beneplácito de López Obrador para intercambiar el DF a cambio de la declinación de Ebrard a la inalcanzable candidatura presidencial.

La crisis de representatividad de los perredistas en el PRD fue producto de un acuerdo secreto entre Ebrard y López Obrador, además de que el tabasqueño fue auxiliado por Mancera en el caso de El Encino. Sin embargo, López Obrador tuvo siempre claro que Ebrard iba a nominar como candidato perredista a un no-perredista y con ello López Obrador también contribuirá a la debacle del PRD en el DF sobre todo por la expectativa de que Morena sea un partido político después de las elecciones y el PRD se quede desfondado y como cascarón abierto; al final del día, Ebrard es ya secretario designado de Gobernación del gabinete presidencial de López Obrador… que aún no gana las elecciones, pero ya enfilado hacia las presidenciales del 2018.

En esta jugada política se encuentra la explicación del porqué López Obrador, como los caciques priístas del pasado revolucionario, cedió la plaza a Ebrard pero en la lógica de evitar que la Ciudad de México se quede en manos de los perredistas controlados por Los Chuchos. Al impedir que el PRD tuviera candidato capitalino y someter al PRD a las directrices de Morena, López Obrador y Ebrard quieren convertir al PRD en la alianza DIA en una especie de Partido Verde o Panal.

La lucha que viene en el DF es entre AMLO-Ebrard y Barrales-PRD.

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