Jugar con petróleo
Dedazo ciudadano
PRD en cuesta
Julio Hernández López / Astillero
Para dar continuidad al proceso de construcción del Nuevo PRI, que este inicio de año le llevó a reunirse en Puebla con el nunca suficientemente bien apreciado Mario Marín, mejor conocido como el (ex) góber precioso, el bibliofóbico Enrique Peña Nieto tuvo ayer un encuentro masivo con trabajadores petroleros encabezados por su líder sindical, Carlos Romero Deschamps, en el que se permitió insistir en que, de llegar a presidir el país, habrá de tomar medidas audaces respecto a Pemex, según eso para darle nuevo impulso (¡gulp que de inmediato se guarda la cartera, en recuerdo de las grandes audacias cometidas en décadas recientes por caciques sindicales del petróleo, la electricidad, los ferrocarriles y la educación, sólo por dar algunos ejemplos, y por altísimos funcionarios públicos saqueadores!)
Los apuntes del licenciado Peña (es decir, lo indicado por el correspondiente apuntador) ya habían sido expresados en octubre del año pasado, según reporte del Financial Times en el que había llamado a ser audaces y deponer posiciones partidarias e ideológicas que han impedido la apertura de Petróleos Mexicanos a la inversión privada. A pesar del revuelo que generan tales ánimos proclives a una mayor privatización, el virtual candidato presidencial priísta no ha entrado en detalles, de tal manera que no es posible saber a qué niveles de apertura pretende llegar y cuál modelo de modernización desea adoptar, teniendo a la vista los esfuerzos ya hechos por su salinismo matriz, por los hermanos Bribiesca durante el foxismo y por las falsas manos limpias del calderonismo desde la etapa en que el michoacano era secretario de Energía, pasando por la nostálgica etapa del mouriñismo. Pero queda constancia temprana de que Peña Nieto, y sus padrinos y ahijados, desean audacias en el manejo de la máxima riqueza nacional. El líder Romero Deschamps está más que puesto para apoyar cualquier intrepidez redituable.
Otra temeridad de temporada fue difundida ayer por el presidente formal del comité nacional panista, Gustavo Madero, quien de mañana formalizó la anunciada postulación de Isabel Miranda de Wallace al gobierno de la ciudad de México. Lo primero que saltó a la vista fue la acomedida manera en que la cúpula del partido de blanco y azul asumió el dedazo de Los Pinos que hizo a un lado a los aspirantes internos y se posó en una dirigente de la trinidad de activistas cívicos que a partir de episodios relacionados con la terrible inseguridad pública han sido cuidadosamente promovidos por el propio jefe técnico del gobierno federal.
Miranda de Wallace ganó reconocimiento público merced a los esfuerzos solitarios que en su momento realizó para ubicar, perseguir y colocar al alcance de los órganos institucionales de justicia a algunos de quienes habían secuestrado y asesinado a su hijo Hugo Alberto, a quien vio por última vez con vida el 11 de julio de 2005. De otras tragedias familiares surgieron las figuras de María Elena Morera y Alejandro Martí. Los tres activistas han recibido foro y apoyo políticos de Felipe Calderón (un hijo de Morera fue asesor de Genaro García Luna, quien además ha destinado fondos de su secretaría a promover este tipo de movimientos) e incluso le han prestado importantes servicios para dividir y debilitar procesos de construcción de alternativas no oficialistas, como fue el caso de Javier Sicilia, cuyos besos a políticos y funcionarios cuestionables nunca tuvieron como propósito el prestarse a maniobras electorales.
Con la designación por dedazo de la señora Miranda de Wallace se comete también la audacia de utilizar para fines partidistas el capital de credibilidad que a pesar de todos sus enredos y contradicciones habían ido acumulando los activistas ya antes bajo sospecha de ir siendo cooptados pero ahora nítidamente alineados con el calderonismo (Martí expresó apoyo público a la candidata ciudadana y Morera ni siquiera necesita definirse en esta coyuntura). El PAN ha recurrido a esa postulación porque no tiene cuadros con tamaños para pelear la capital del país y porque desea aprovechar facciosamente el tema de la guerra contra la inseguridad pública y el narcotráfico, colocando incluso al Distrito Federal en el riesgo de desestabilizaciones programadas como las que en Michoacán antecedieron y acompañaron el proyecto de imposición de la hermana Cocoa como candidata a gobernadora.
Del lado perredista no hubo ayer arrojos sino cierto pasmo. Entrevistas fueron y vinieron y la palabrería se multiplicó, pero nadie decía a ciencia cierta si la nueva conformación feminista de dos tercios del escenario electoral capitalino llevaría al sol azteca a sumarse a la modalidad, en cuyo caso Alejandra Barrales resultaría beneficiada no solamente en razón de género sino por la concurrencia en torno suyo de ánimos pacificadores entre la tendencia de izquierda histórica, que no acepta al habilitado Miguel Ángel Mancera, y el ebrardismo regente que primero apoyaba a Mario Delgado, luego al ahora ex procurador de justicia y finalmente podría dar un giro en atención a las circunstancias presentadas en el PRI con Paredes y el PAN con Miranda. Pero, a pesar de todo el reacomodo escenográfico con mujeres en el centro, en ciertos mandos de izquierda se defendía la postulación de Mancera, considerando que su perfil de aspirante externo impide que esa etiqueta sea aprovechada solamente por la ex dirigente cívica (adelgazamiento de militancias que perjudicaría a Batres, Fernández Noroña y Ortega) y que el ex procurador puede alegar cumplimientos en materia de justicia que Miranda de Wallace apenas estará proponiendo, pues nunca ha sido autoridad.
Y, mientras se ha cumplido un mes del ataque de fuerzas policiacas federales y estatales a estudiantes de la normal de Ayotzinapa, que dejó dos estudiantes y un trabajador muertos, sin que a la fecha haya un atisbo de justicia, ¡feliz fin de semana, con el secretario de gobernación, Alejandro Poiré, explicando que el número de muertos en lo que va del sexenio está en consonancia con el promedio continental!
Dedazo ciudadano
PRD en cuesta
Julio Hernández López / Astillero
Para dar continuidad al proceso de construcción del Nuevo PRI, que este inicio de año le llevó a reunirse en Puebla con el nunca suficientemente bien apreciado Mario Marín, mejor conocido como el (ex) góber precioso, el bibliofóbico Enrique Peña Nieto tuvo ayer un encuentro masivo con trabajadores petroleros encabezados por su líder sindical, Carlos Romero Deschamps, en el que se permitió insistir en que, de llegar a presidir el país, habrá de tomar medidas audaces respecto a Pemex, según eso para darle nuevo impulso (¡gulp que de inmediato se guarda la cartera, en recuerdo de las grandes audacias cometidas en décadas recientes por caciques sindicales del petróleo, la electricidad, los ferrocarriles y la educación, sólo por dar algunos ejemplos, y por altísimos funcionarios públicos saqueadores!)
Los apuntes del licenciado Peña (es decir, lo indicado por el correspondiente apuntador) ya habían sido expresados en octubre del año pasado, según reporte del Financial Times en el que había llamado a ser audaces y deponer posiciones partidarias e ideológicas que han impedido la apertura de Petróleos Mexicanos a la inversión privada. A pesar del revuelo que generan tales ánimos proclives a una mayor privatización, el virtual candidato presidencial priísta no ha entrado en detalles, de tal manera que no es posible saber a qué niveles de apertura pretende llegar y cuál modelo de modernización desea adoptar, teniendo a la vista los esfuerzos ya hechos por su salinismo matriz, por los hermanos Bribiesca durante el foxismo y por las falsas manos limpias del calderonismo desde la etapa en que el michoacano era secretario de Energía, pasando por la nostálgica etapa del mouriñismo. Pero queda constancia temprana de que Peña Nieto, y sus padrinos y ahijados, desean audacias en el manejo de la máxima riqueza nacional. El líder Romero Deschamps está más que puesto para apoyar cualquier intrepidez redituable.
Otra temeridad de temporada fue difundida ayer por el presidente formal del comité nacional panista, Gustavo Madero, quien de mañana formalizó la anunciada postulación de Isabel Miranda de Wallace al gobierno de la ciudad de México. Lo primero que saltó a la vista fue la acomedida manera en que la cúpula del partido de blanco y azul asumió el dedazo de Los Pinos que hizo a un lado a los aspirantes internos y se posó en una dirigente de la trinidad de activistas cívicos que a partir de episodios relacionados con la terrible inseguridad pública han sido cuidadosamente promovidos por el propio jefe técnico del gobierno federal.
Miranda de Wallace ganó reconocimiento público merced a los esfuerzos solitarios que en su momento realizó para ubicar, perseguir y colocar al alcance de los órganos institucionales de justicia a algunos de quienes habían secuestrado y asesinado a su hijo Hugo Alberto, a quien vio por última vez con vida el 11 de julio de 2005. De otras tragedias familiares surgieron las figuras de María Elena Morera y Alejandro Martí. Los tres activistas han recibido foro y apoyo políticos de Felipe Calderón (un hijo de Morera fue asesor de Genaro García Luna, quien además ha destinado fondos de su secretaría a promover este tipo de movimientos) e incluso le han prestado importantes servicios para dividir y debilitar procesos de construcción de alternativas no oficialistas, como fue el caso de Javier Sicilia, cuyos besos a políticos y funcionarios cuestionables nunca tuvieron como propósito el prestarse a maniobras electorales.
Con la designación por dedazo de la señora Miranda de Wallace se comete también la audacia de utilizar para fines partidistas el capital de credibilidad que a pesar de todos sus enredos y contradicciones habían ido acumulando los activistas ya antes bajo sospecha de ir siendo cooptados pero ahora nítidamente alineados con el calderonismo (Martí expresó apoyo público a la candidata ciudadana y Morera ni siquiera necesita definirse en esta coyuntura). El PAN ha recurrido a esa postulación porque no tiene cuadros con tamaños para pelear la capital del país y porque desea aprovechar facciosamente el tema de la guerra contra la inseguridad pública y el narcotráfico, colocando incluso al Distrito Federal en el riesgo de desestabilizaciones programadas como las que en Michoacán antecedieron y acompañaron el proyecto de imposición de la hermana Cocoa como candidata a gobernadora.
Del lado perredista no hubo ayer arrojos sino cierto pasmo. Entrevistas fueron y vinieron y la palabrería se multiplicó, pero nadie decía a ciencia cierta si la nueva conformación feminista de dos tercios del escenario electoral capitalino llevaría al sol azteca a sumarse a la modalidad, en cuyo caso Alejandra Barrales resultaría beneficiada no solamente en razón de género sino por la concurrencia en torno suyo de ánimos pacificadores entre la tendencia de izquierda histórica, que no acepta al habilitado Miguel Ángel Mancera, y el ebrardismo regente que primero apoyaba a Mario Delgado, luego al ahora ex procurador de justicia y finalmente podría dar un giro en atención a las circunstancias presentadas en el PRI con Paredes y el PAN con Miranda. Pero, a pesar de todo el reacomodo escenográfico con mujeres en el centro, en ciertos mandos de izquierda se defendía la postulación de Mancera, considerando que su perfil de aspirante externo impide que esa etiqueta sea aprovechada solamente por la ex dirigente cívica (adelgazamiento de militancias que perjudicaría a Batres, Fernández Noroña y Ortega) y que el ex procurador puede alegar cumplimientos en materia de justicia que Miranda de Wallace apenas estará proponiendo, pues nunca ha sido autoridad.
Y, mientras se ha cumplido un mes del ataque de fuerzas policiacas federales y estatales a estudiantes de la normal de Ayotzinapa, que dejó dos estudiantes y un trabajador muertos, sin que a la fecha haya un atisbo de justicia, ¡feliz fin de semana, con el secretario de gobernación, Alejandro Poiré, explicando que el número de muertos en lo que va del sexenio está en consonancia con el promedio continental!
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