Alatriste en Venecia

Jacobo Zabludovsky / Bucareli

La aparición de cada episodio de la vida del capitán Alatriste se convierte en un acontecimiento literario. El último libro de Arturo Pérez se llama “El Puente de los Asesinos”.

–“Uno envejece”, me dice Arturo Pérez Reverte. “Supongo que el tiempo de escribir novelas poco a poco se va limitando y el capitán ya está escrito. Cada vez que un lector lo abre, su vida se reanuda. Lo bueno de escribir cosas que los lectores después adoptan como suyas es que ya vive su propia vida independiente del autor; espero que Alatriste me sobreviva un poquito”.

En este último libro se recobran viejos personajes como ese malvado de Gualterio Malatesta.

–Es mi malvado favorito. Me he dado cuenta de que a veces, cuando uno peina canas y da vuelta atrás, quiere uno más a los viejos enemigos que a los viejos amigos; que un buen enemigo de toda la vida te ha obligado a estar todo el tiempo en vigilia constante, vigilando, precaviéndote de él, te ha ayudado a vivir, te ha ayudado a estar despierto, entonces un buen enemigo durante los años, al cabo del tiempo, resulta que te ha sido más útil técnicamente que algún amigo. Es una connotación curiosa que he adquirido escribiendo este libro.

Al final el malvado Malatesta deja buen sabor de boca, le digo.

–“Sí, es que, ¿sabes qué pasa? que a veces no sé, a mi generación la educaron todavía en que había buenos y malos, es por la vida que llevé como reportero y como periodista, escritor y ser humano normal y corriente de infantería. Me demostró que eso de los buenos y los malos tiene fronteras muy tenues difusas y muy confusas y que no esta tan claro, que a veces un malvado, como Malatesta puede ser en la novela, no es más que la otra cara de nosotros mismos. Un malvado somos nosotros en circunstancias determinadas; a veces la vida, la educación, hacen que una persona buena se vuelva mala o que uno participe en los dos lados. Cuando yo era reportero de guerra, conocí gente que en el mismo día podía hacer cosas sublimes y cosas atroces, gente que violaba, que mataba, que torturaba y después, a lo mejor por un perro, por un niño, por un amigo, hacía cosas increíblemente tiernas. Con eso es con lo que escribo novelas”.

Cambia tu estilo de una novela a otra.

– “Es cierto, es verdad, hay una evolución lógica, hace 15 años que escribo esta serie, yo envejezco, pero el lenguaje también evoluciona hay percepciones distintas que también se transforman con el tiempo y quizá esté más afinado.

“Ahora Alatriste me obliga a volver a los clásicos, una cosa buena para mi entre otras, muchos placeres personales, es que como cada tres o cuatro años escribo un Alatriste eso me obliga otra vez a leer, a poner a punto las herramientas leyendo otra vez a Quevedo dándome un buen atracón de Lope, de Calderón, de Sor Juana, incluso de autores menores que no son de tan definida línea y eso me devuelve otra vez el ritmo, el lenguaje de esa lengua española castellana tan hermosa y tan llena de posibilidades”.

Hay en tu novela una metáfora difícil de entender. Dice: “Esa tarde Venecia tenía la humedad de un pañuelo de recién casada”.

“Son pequeños guiños que hago a la manera de los viejos maestros clásicos. La recién casada iba al matrimonio ingenua, de blanco, llorando, es la imagen antigua que me produce cierto placer recuperar”.

El aire de las novelas de capa y espada, como “El Conde de Montecristo”, una novela perfecta.

Se disfrutan igual con 14 años que 65 ó 75, son una compañía agradable, ligera pero al mismo tiempo te dejan un poso. A veces me pregunto cuando dicen: bueno y usted ¿qué autores pisó más en su vida? Pues tanto Dostoievski como Alejandro Dumas, y han gente que dice: ¿pero cómo es eso? Dostoievski me da unas cosas y Dumas me da otras. Dumas es fundamental Dumas es el primer amor como lector. Con él aprendí a leer y amar la historia y la literatura teniendo yo 8 o 9 años. Le sigo siendo radicalmente fiel a pesar de todo.

“Es que ahí está todo: el tesoro, la venganza, la traición, la ambición, el amor, el odio, el perdón, la compasión todas las grandes pasiones del ser humano están en el ‘Conde de Montecristo’ y además todos nosotros por eso me fascina tanto, siempre me ha gustado, me parece que con la edad lo llego a apreciar más que ‘Los Tres Mosqueteros’ que en mi caso ya es un elogio muy fuerte. ‘La Reina del Sur’ también la escribí jugando un poco con la imagen del ‘Conde de Montecristo’ como fondo, ‘El Conde de Montecristo’ es la novela perfecta donde está todo, es la novela de pasiones de vida desbordante creo además que es una novela que se aprecia más con los años y creo que nadie es lector de verdad hasta que no ha leído alguna vez el Conde de Montecristo”.

Hoy, otra vez, Alatriste.

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