Carlos Ramírez / Indicador Político
Si las cifras de decomisos de droga, armas y vehículos a los cárteles mexicanos se trasladaran a cifras de mercado, la Secretaría de la Defensa Nacional habría hecho un daño económico a las mafias por 40 mil millones de pesos al año durante los cinco de ofensiva.
La cifra estratosférica podría indicar el tamaño del problema: El negocio de la droga se mide también en recursos que maneja y sobre todo por los precios de mercado en materia de dosis de mariguana y cocaína. El comparativo también es importante: La Sedena cortó negocios por 200 mil millones de pesos en estos cinco años o 40 mil millones al año, cifra que se puede comparar con el gasto 2012 de 16 mil millones al IFE y 84 mil millones de pesos a desarrollo social.
El desglose de las cifras se hace a precios de mercado:
1.- La Sedena ha decomisado en cinco años 3.4 mil toneladas de mariguana. Sólo en el 2010, el año más alto de resultados, el Ejército decomisó 866.2 mil kilos de yerba. El precio en el mercado de consumo de esta droga es de 31 pesos por dosis de dos gramos, lo que pudo haber sido una venta al menudeo de 52 mil millones de pesos en cinco años, o 10 mil 400 millones de pesos al año. El producto de la droga en el mercado se reparte en toda la cadena, desde el productor hasta el vendedor.
2.- En los cinco años de la estrategia, el Ejército ha decomisado 34 mil kilos de cocaína. El precio en el mercado es de 71 pesos por dosis de 33 miligramos; por tanto, cada kilo de cocaína produce en la venta en la calle 2.1 millones de pesos por 30 mil 300 dosis. De haberse vendido en las calles, el decomiso de cocaína en cinco años hubiera producido en total 127 mil millones de pesos o 25.4 mil millones de pesos al año.
3.- En cinco años, el Ejército ha decomisado 103 mil 633 armas de varios calibres. En promedio, los precios oscilan entre mil 200/mil 500 dólares un R15, alrededor de 700 dólares un AK47 y 500 dólares las pistolas. Un promedio de compra de armas sería de 800 dólares por cada uno o 10 mil 400 pesos, lo que da un costo del decomiso de mil 78 millones de pesos en cinco años o 215 millones de pesos anuales.
4.- Asimismo, el ejército ha decomisado 40 mil vehículos, con un costo promedio de 30 mil dólares cada uno --casi 400 mil pesos porque la mayoría son camionetas--, lo que arroja un costo del decomiso de 16 mil millones de pesos en cinco años o 3 mil 200 millones de pesos. En armas y vehículos, el narco habría gastado 17 mil millones de pesos en cinco años, sin contar con inversiones en casas, logística, comunicaciones y gastos cotidianos. De esta dimensión es la gravedad de la violencia.
5.- Y lo que no se puede contabilizar es el costo de los delincuentes que fueron sacados por el Ejército de las calles: 40 mil detenidos y 50 mil muertos, 90 mil en total, lo que arroja un promedio anual de 18 mil delincuentes dados de baja del crimen organizado.
La cifra posible de contabilizar --mariguana, cocaína, armas y vehículos, sin contar con metanfetaminas y heroína, cuyos precios en el mercado son aún mayores-- revela lo gigantesco del problema. De no haberse decidido el combate del Gobierno federal contra los cárteles de la droga, el dinero del costo de venta de droga y los decomisos formarían parte de los activos del crimen organizado en toda su larga y sinuosa cadena de organización delictiva, contando desde luego con los sobornos a autoridades políticas, de gobierno y de seguridad.
Los cárteles de la droga se sostienen con el producto de la venta a los intermediarios, por lo que no todo el dinero se queda con ellos. Sin embargo, existe ya una línea de producción de economías a escala en la que algunos cárteles también se hacen cargo del procesamiento de la droga para venta al menudeo y controlan puntos de venta callejera; documentos oficiales de la Casa Blanca hablan de alrededor de dos mil ciudades estadounidenses donde existen mercados de venta al menudeo y en la mayoría de ellos se ha localizado la presencia y el control por parte de las cinco principales organizaciones criminales mexicanas dedicadas al narcotráfico.
La violencia asociada al crimen organizado ha sido producto de la decisión gubernamental de buscar a los delincuentes en sus madrigueras, de arrebatarles el control territorial y de afectar sus activos. Esa decisión condujo a la reacción violenta de las bandas contra otras en la lucha por territorios y contra las autoridades. La Secretaría de la Defensa Nacional tiene documentadas mil 840 agresiones de bandas criminales contra instalaciones móviles militares, con 122 soldados muertos y 689 heridos y dos mil 137 delincuentes muertos, 331 heridos y dos mil 78 detenidos.
Se trata, por tanto, de una lucha violenta: el Estado por imponer la ley y recuperar los territorios ocupados por delincuentes y los cárteles por rechazar la vigencia del Estado de derecho y mantener su dominio sobre espacios territoriales y sus habitantes. La dimensión de los decomisos y de los delincuentes muertos y detenidos habla, sobre todo, de la existencia de una masa criminal que estaba activa en el territorio nacional y que se le dejó incubarse durante años.
De ahí que las peticiones de paz inmediata no sean sino una demanda que beneficia a las bandas criminales, porque detendría la acción del Estado y permitiría el fortalecimiento de los cárteles y su reasentamiento en zonas donde fueron expulsados por las acciones de las fuerzas de seguridad. La paz no es la ausencia de la guerra o de la violencia asociada a bandas específicas, sino la expulsión de la criminalidad de la vida cotidiana en ciudades donde gobernaban con la complicidad de las autoridades.
Si las cifras de decomisos de droga, armas y vehículos a los cárteles mexicanos se trasladaran a cifras de mercado, la Secretaría de la Defensa Nacional habría hecho un daño económico a las mafias por 40 mil millones de pesos al año durante los cinco de ofensiva.
La cifra estratosférica podría indicar el tamaño del problema: El negocio de la droga se mide también en recursos que maneja y sobre todo por los precios de mercado en materia de dosis de mariguana y cocaína. El comparativo también es importante: La Sedena cortó negocios por 200 mil millones de pesos en estos cinco años o 40 mil millones al año, cifra que se puede comparar con el gasto 2012 de 16 mil millones al IFE y 84 mil millones de pesos a desarrollo social.
El desglose de las cifras se hace a precios de mercado:
1.- La Sedena ha decomisado en cinco años 3.4 mil toneladas de mariguana. Sólo en el 2010, el año más alto de resultados, el Ejército decomisó 866.2 mil kilos de yerba. El precio en el mercado de consumo de esta droga es de 31 pesos por dosis de dos gramos, lo que pudo haber sido una venta al menudeo de 52 mil millones de pesos en cinco años, o 10 mil 400 millones de pesos al año. El producto de la droga en el mercado se reparte en toda la cadena, desde el productor hasta el vendedor.
2.- En los cinco años de la estrategia, el Ejército ha decomisado 34 mil kilos de cocaína. El precio en el mercado es de 71 pesos por dosis de 33 miligramos; por tanto, cada kilo de cocaína produce en la venta en la calle 2.1 millones de pesos por 30 mil 300 dosis. De haberse vendido en las calles, el decomiso de cocaína en cinco años hubiera producido en total 127 mil millones de pesos o 25.4 mil millones de pesos al año.
3.- En cinco años, el Ejército ha decomisado 103 mil 633 armas de varios calibres. En promedio, los precios oscilan entre mil 200/mil 500 dólares un R15, alrededor de 700 dólares un AK47 y 500 dólares las pistolas. Un promedio de compra de armas sería de 800 dólares por cada uno o 10 mil 400 pesos, lo que da un costo del decomiso de mil 78 millones de pesos en cinco años o 215 millones de pesos anuales.
4.- Asimismo, el ejército ha decomisado 40 mil vehículos, con un costo promedio de 30 mil dólares cada uno --casi 400 mil pesos porque la mayoría son camionetas--, lo que arroja un costo del decomiso de 16 mil millones de pesos en cinco años o 3 mil 200 millones de pesos. En armas y vehículos, el narco habría gastado 17 mil millones de pesos en cinco años, sin contar con inversiones en casas, logística, comunicaciones y gastos cotidianos. De esta dimensión es la gravedad de la violencia.
5.- Y lo que no se puede contabilizar es el costo de los delincuentes que fueron sacados por el Ejército de las calles: 40 mil detenidos y 50 mil muertos, 90 mil en total, lo que arroja un promedio anual de 18 mil delincuentes dados de baja del crimen organizado.
La cifra posible de contabilizar --mariguana, cocaína, armas y vehículos, sin contar con metanfetaminas y heroína, cuyos precios en el mercado son aún mayores-- revela lo gigantesco del problema. De no haberse decidido el combate del Gobierno federal contra los cárteles de la droga, el dinero del costo de venta de droga y los decomisos formarían parte de los activos del crimen organizado en toda su larga y sinuosa cadena de organización delictiva, contando desde luego con los sobornos a autoridades políticas, de gobierno y de seguridad.
Los cárteles de la droga se sostienen con el producto de la venta a los intermediarios, por lo que no todo el dinero se queda con ellos. Sin embargo, existe ya una línea de producción de economías a escala en la que algunos cárteles también se hacen cargo del procesamiento de la droga para venta al menudeo y controlan puntos de venta callejera; documentos oficiales de la Casa Blanca hablan de alrededor de dos mil ciudades estadounidenses donde existen mercados de venta al menudeo y en la mayoría de ellos se ha localizado la presencia y el control por parte de las cinco principales organizaciones criminales mexicanas dedicadas al narcotráfico.
La violencia asociada al crimen organizado ha sido producto de la decisión gubernamental de buscar a los delincuentes en sus madrigueras, de arrebatarles el control territorial y de afectar sus activos. Esa decisión condujo a la reacción violenta de las bandas contra otras en la lucha por territorios y contra las autoridades. La Secretaría de la Defensa Nacional tiene documentadas mil 840 agresiones de bandas criminales contra instalaciones móviles militares, con 122 soldados muertos y 689 heridos y dos mil 137 delincuentes muertos, 331 heridos y dos mil 78 detenidos.
Se trata, por tanto, de una lucha violenta: el Estado por imponer la ley y recuperar los territorios ocupados por delincuentes y los cárteles por rechazar la vigencia del Estado de derecho y mantener su dominio sobre espacios territoriales y sus habitantes. La dimensión de los decomisos y de los delincuentes muertos y detenidos habla, sobre todo, de la existencia de una masa criminal que estaba activa en el territorio nacional y que se le dejó incubarse durante años.
De ahí que las peticiones de paz inmediata no sean sino una demanda que beneficia a las bandas criminales, porque detendría la acción del Estado y permitiría el fortalecimiento de los cárteles y su reasentamiento en zonas donde fueron expulsados por las acciones de las fuerzas de seguridad. La paz no es la ausencia de la guerra o de la violencia asociada a bandas específicas, sino la expulsión de la criminalidad de la vida cotidiana en ciudades donde gobernaban con la complicidad de las autoridades.
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