María Peña
Todas sabemos que en el cosmos existieron y existen muchos elementos y partículas que lograron formar lo que hoy vemos gracias a las fotografías de telescopsios y satélites.
Peter Higgs propuso en la década de los sesentas una teoría sobre la existencia de un campo de energía que permeaba a todo el universo, mejor llamado como campo Higgs. En ese entonces nadie entendía por qué ciertas partículas subatómicas presentaban más masa que otras, y porque algunas ni siquiera tenían masa.
Durante mucho tiempo todos los físicos del mundo creyeron en una teoría llamada Modelo Estándar. Esta teoría explica las interacciones entre partículas y ha hecho posible que sepamos utilizar la energía nuclear, la tele, el microondas y los lasers. Sólo existe un pequeño problema.
La teoría tiene una pequeña laguna. Falla al tratar de explicar porqué se han encontrado algunas partículas con masa y otra sin ella. Te preguntarás, ¿cómo es posible que algo no tenga masa? Ellos también.
Es por ello que Higgs y su equipo pensaron que existe una especie de campo de energía que interactúa más con ciertas partículas que con otras, y por ende, ciertas partículas tienen mayor valor en su masa. Ese campo se conoce ahora como campo de Higgs, y se vincula con una partícula llamada el bosón de Higgs, popularmente conocida como “partícula Dios”.
El bosón de Higgs es una teoría, y encontrarla es una de las tareas científicas más costosas de la historia. Con una inversión de cerca de 10 mil millones de dólares, se creo el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) para intentar recrear los primeros momentos del Big Bang, dónde deberían de encontrar rastros de las primeras partículas del cosmos, las cuales no tenían peso y se encontraban de forma caótica vagando a la velocidad de la luz.
Momentos después de la gran explosión que lo empezó todo, el campo Higgs debió de comenzar a interactuar con ciertas partículas y les dio masa, lo que las hizo moverse con mayor lentitud a través del espacio. Esto les permitió agruparse, y formar átomos y moléculas como las que conocemos hoy.
De no encontrar la “partícula Dios” todo el modelo podría colapsar, y nos veríamos forzados a replantear nuestra forma de entender el universo.
Sin ese campo, o algo parecido a él, no podríamos estar aquí ahora y toda la materia se movería a la velocidad de la luz. Los planetas, las estrellas, las galaxias y la vida en sí jamás hubieran ocurrido.
Pero no se preocupen, sólo 4,6 % del universo está compuesto por átomos, 23% está compuesto por materia oscura, y el 72% de energía oscura. Así que la existencia del bosón de Higgs sólo explica 4.6% de nuestro entorno.
Fabiola Gianotti, una de las investigadoras del experimento ATLAS, explicó “Creo que es extremadamente probable que el bosón de Higgs se encuentre aquí. Pero es demasiado pronto para sacar conclusiones finales, ... hace falta realizar más estudios y se necesitan más datos. Los próximos meses van a ser muy emocionantes”.
La incertidumbre nos rodea, y las grandes preguntas aún están por resolverse. Mientras tanto esperemos tener los resultados preliminares de los últimos experimentos en el Colisionador y, con suerte, tener poco a poco mayor comprensión sobre este inmenso cosmos en donde habitamos.
Todas sabemos que en el cosmos existieron y existen muchos elementos y partículas que lograron formar lo que hoy vemos gracias a las fotografías de telescopsios y satélites.
Peter Higgs propuso en la década de los sesentas una teoría sobre la existencia de un campo de energía que permeaba a todo el universo, mejor llamado como campo Higgs. En ese entonces nadie entendía por qué ciertas partículas subatómicas presentaban más masa que otras, y porque algunas ni siquiera tenían masa.
Durante mucho tiempo todos los físicos del mundo creyeron en una teoría llamada Modelo Estándar. Esta teoría explica las interacciones entre partículas y ha hecho posible que sepamos utilizar la energía nuclear, la tele, el microondas y los lasers. Sólo existe un pequeño problema.
La teoría tiene una pequeña laguna. Falla al tratar de explicar porqué se han encontrado algunas partículas con masa y otra sin ella. Te preguntarás, ¿cómo es posible que algo no tenga masa? Ellos también.
Es por ello que Higgs y su equipo pensaron que existe una especie de campo de energía que interactúa más con ciertas partículas que con otras, y por ende, ciertas partículas tienen mayor valor en su masa. Ese campo se conoce ahora como campo de Higgs, y se vincula con una partícula llamada el bosón de Higgs, popularmente conocida como “partícula Dios”.
El bosón de Higgs es una teoría, y encontrarla es una de las tareas científicas más costosas de la historia. Con una inversión de cerca de 10 mil millones de dólares, se creo el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) para intentar recrear los primeros momentos del Big Bang, dónde deberían de encontrar rastros de las primeras partículas del cosmos, las cuales no tenían peso y se encontraban de forma caótica vagando a la velocidad de la luz.
Momentos después de la gran explosión que lo empezó todo, el campo Higgs debió de comenzar a interactuar con ciertas partículas y les dio masa, lo que las hizo moverse con mayor lentitud a través del espacio. Esto les permitió agruparse, y formar átomos y moléculas como las que conocemos hoy.
De no encontrar la “partícula Dios” todo el modelo podría colapsar, y nos veríamos forzados a replantear nuestra forma de entender el universo.
Sin ese campo, o algo parecido a él, no podríamos estar aquí ahora y toda la materia se movería a la velocidad de la luz. Los planetas, las estrellas, las galaxias y la vida en sí jamás hubieran ocurrido.
Pero no se preocupen, sólo 4,6 % del universo está compuesto por átomos, 23% está compuesto por materia oscura, y el 72% de energía oscura. Así que la existencia del bosón de Higgs sólo explica 4.6% de nuestro entorno.
Fabiola Gianotti, una de las investigadoras del experimento ATLAS, explicó “Creo que es extremadamente probable que el bosón de Higgs se encuentre aquí. Pero es demasiado pronto para sacar conclusiones finales, ... hace falta realizar más estudios y se necesitan más datos. Los próximos meses van a ser muy emocionantes”.
La incertidumbre nos rodea, y las grandes preguntas aún están por resolverse. Mientras tanto esperemos tener los resultados preliminares de los últimos experimentos en el Colisionador y, con suerte, tener poco a poco mayor comprensión sobre este inmenso cosmos en donde habitamos.
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