Javier Arcadia Galaviz / Cuestión de Debate
¿De qué se reirán? ¿De lo que plantea Andrés Manuel López Obrador como lo que habrá de ser una República amorosa? Bueno, posiblemente así sea, porque la verdad es que, en lo que ha sido nuestra política mexicana, la idea y el concepto de República amorosa, son términos que jamás escuchamos, es algo totalmente novedoso y ajeno a lo que estamos acostumbrados a oír ordinariamente en campañas políticas.
Sin embargo, el sarcasmo o la ironía que para algunos ha causado la expresión de República amorosa, deberían de hacerlo a un lado para mejor reflexionar y tomar con seriedad la original propuesta política, ya que antes de reírse amerita adentrarse en su verdadero contenido, analizar sin prejuicios y con detenimiento sobre el alcance de la misma, porque seguro que no es algo ocurrente ni en balde, sino que República amorosa, más que otra cosa, podría interpretarse como un planteamiento de AMLO que pretende despertar las conciencias y la sensibilidad con el fin de contrarrestar las actuales circunstancias trágicas por las que atraviesa el país.
Entonces, República amorosa habrá de tener un fondo especial, como también una razón fuerte para que se invoque este concepto inusual en política, que en esencia entraña ser de una total naturaleza humanista. Pues, como suele decirse que el amor lo mueve todo y que vence cualquier obstáculo o barrera que se le presente por enfrente, seguro que por ello Andrés Manuel, ha puesto por delante este elemento íntimo e individual como un recurso diferente, para mover voluntades que participen en el rescate de los distintos valores que como nación y sociedad evidentemente se han perdido.
Sí, AMLO ha invocado el amor como el sentimiento que proviene de lo más profundo del alma para restañar las heridas de una nación lastimada intensamente.
Por eso es que AMLO ha manifestado que en su próxima campaña política su determinación y postulados serán enfocados hacía lo que habrá de ser una República amorosa, con lo cual se propone restituirle aquellos valores morales que se han perdido, como la honestidad, el respeto, la justiça, la paz, entre muchos otros.
Así pues, es de apreciarse que lo de República amorosa no es una banalidad ni tampoco algo cursi, mucho menos exageración, es algo muy serio, toda vez que el talante de esta dimensión expresiva surge como un antídoto o como un remedio al ver como el país se encuentra destrozado, inmerso en el caos total, metido en un callejón sin salida y sin rumbo claro. Ello por tantos crímenes que a diario se cometen en todas partes y a todas horas como producto de la actividad ilícita de los cárteles de la droga que se despliega por todo el país; porque no hay tranquilidad y certeza en las familias mexicanas; la sociedad vive atemorizada y a la vez crispada por la incertidumbre que no tiene fin; se padece un brutal desempleo que tiene postrados a los millones de jóvenes que no saben que hacer y con un futuro incierto que los ha alcanzado; el cáncer de la impunidad y la corrupción no desaparece y por el contrario, tal parece que cada día corroe aún más las estructuras de gobierno. Sin lugar a dudas, todo esto se debe a las torpezas de un gobierno que desde un principio se ha mostrado obstinado y errático.
Por eso es que ante una Nación convulsionada que le urge recuperar la calma y la confianza para reencauzarse por el camino de la paz y el progreso, seguro que para ese objetivo se propone como un primer paso el que se alcance la República amorosa concebida por Andrés Manuel López Obrador.
Pálida tinta: Independientemente de la ignorancia a la que se refiere el escritor Carlos Fuentes de Enrique Peña Nieto, candidato del PRI a la Presidencia de la República, algo más de éste quedó muy claro, que poco le importa la clase trabajadora de este país, ya que no supo cuál es su salario mínimo con el que subsiste todos los días tronándose los dedos, ni tampoco cuanto vale el kilo de tortillas, de esto último porque él no es la señora de la casa o mejor dicho porque no es mandilón.
¿De qué se reirán? ¿De lo que plantea Andrés Manuel López Obrador como lo que habrá de ser una República amorosa? Bueno, posiblemente así sea, porque la verdad es que, en lo que ha sido nuestra política mexicana, la idea y el concepto de República amorosa, son términos que jamás escuchamos, es algo totalmente novedoso y ajeno a lo que estamos acostumbrados a oír ordinariamente en campañas políticas.
Sin embargo, el sarcasmo o la ironía que para algunos ha causado la expresión de República amorosa, deberían de hacerlo a un lado para mejor reflexionar y tomar con seriedad la original propuesta política, ya que antes de reírse amerita adentrarse en su verdadero contenido, analizar sin prejuicios y con detenimiento sobre el alcance de la misma, porque seguro que no es algo ocurrente ni en balde, sino que República amorosa, más que otra cosa, podría interpretarse como un planteamiento de AMLO que pretende despertar las conciencias y la sensibilidad con el fin de contrarrestar las actuales circunstancias trágicas por las que atraviesa el país.
Entonces, República amorosa habrá de tener un fondo especial, como también una razón fuerte para que se invoque este concepto inusual en política, que en esencia entraña ser de una total naturaleza humanista. Pues, como suele decirse que el amor lo mueve todo y que vence cualquier obstáculo o barrera que se le presente por enfrente, seguro que por ello Andrés Manuel, ha puesto por delante este elemento íntimo e individual como un recurso diferente, para mover voluntades que participen en el rescate de los distintos valores que como nación y sociedad evidentemente se han perdido.
Sí, AMLO ha invocado el amor como el sentimiento que proviene de lo más profundo del alma para restañar las heridas de una nación lastimada intensamente.
Por eso es que AMLO ha manifestado que en su próxima campaña política su determinación y postulados serán enfocados hacía lo que habrá de ser una República amorosa, con lo cual se propone restituirle aquellos valores morales que se han perdido, como la honestidad, el respeto, la justiça, la paz, entre muchos otros.
Así pues, es de apreciarse que lo de República amorosa no es una banalidad ni tampoco algo cursi, mucho menos exageración, es algo muy serio, toda vez que el talante de esta dimensión expresiva surge como un antídoto o como un remedio al ver como el país se encuentra destrozado, inmerso en el caos total, metido en un callejón sin salida y sin rumbo claro. Ello por tantos crímenes que a diario se cometen en todas partes y a todas horas como producto de la actividad ilícita de los cárteles de la droga que se despliega por todo el país; porque no hay tranquilidad y certeza en las familias mexicanas; la sociedad vive atemorizada y a la vez crispada por la incertidumbre que no tiene fin; se padece un brutal desempleo que tiene postrados a los millones de jóvenes que no saben que hacer y con un futuro incierto que los ha alcanzado; el cáncer de la impunidad y la corrupción no desaparece y por el contrario, tal parece que cada día corroe aún más las estructuras de gobierno. Sin lugar a dudas, todo esto se debe a las torpezas de un gobierno que desde un principio se ha mostrado obstinado y errático.
Por eso es que ante una Nación convulsionada que le urge recuperar la calma y la confianza para reencauzarse por el camino de la paz y el progreso, seguro que para ese objetivo se propone como un primer paso el que se alcance la República amorosa concebida por Andrés Manuel López Obrador.
Pálida tinta: Independientemente de la ignorancia a la que se refiere el escritor Carlos Fuentes de Enrique Peña Nieto, candidato del PRI a la Presidencia de la República, algo más de éste quedó muy claro, que poco le importa la clase trabajadora de este país, ya que no supo cuál es su salario mínimo con el que subsiste todos los días tronándose los dedos, ni tampoco cuanto vale el kilo de tortillas, de esto último porque él no es la señora de la casa o mejor dicho porque no es mandilón.
Comentarios