Peña Nieto: peligrosa ignorancia

AXEL DIDRIKSSON

No hay político tradicional en México al que no le resulte satisfactorio salir en sus spots, en sus mensajes televisivos o en sus fotos personales con una biblioteca a sus espaldas, mostrando libros encuadernados en cuero finísimo a un lado de su escritorio o a su diestra, con todo y que ese entorno no sea más que un mero artificio para dar una imagen ficticia de su nivel educativo y cultural.

Desde ese trasfondo imaginario está ocurriendo la mutación de una nueva especie de político mexicano. Surgió hace un sexenio como una alteración destemplada, con Vicente Fox y sus repetidas pifias literarias, si así pudieran llamárseles, pero luego creció con una camada de tecnócratas y burócratas cobijados en distintas secretarías del actual gobierno (el lenguaje que frecuenta el titular de la Secretaría del Trabajo es más que demostrativo) y de otros personajes gubernamentales (cómo no recordar el grado alcanzado con la verborrea etílico-religiosa del actual gobernador de Jalisco), pero continuó su evolución con los vergonzosos desatinos y trabalenguazos de la lideresa del SNTE, y se ha consagrado con los discursos monotemáticos de Felipe Calderón que insiste en afirmar que su principal tarea es la de combatir al crimen organizado, cuando nadie le ha señalado lo contrario, pero no atina a reconocer que las críticas no son por ejercer una responsabilidad hasta de sentido común, sino por la manera fallida como lo está haciendo y por el tremendo desastre nacional que ha generado su gobierno.

Sin embargo la consagración de la nueva estirpe de político mexicano la está demostrando el priista Enrique Peña Nieto (y su descendencia se está reproduciendo con una rapidez insólita, porque ya una de sus hijas está mostrando la misma naturaleza con un talante extraordinario). Lo han querido emular algunos políticos de otros partidos, pero no han alcanzado la altura de la especie que representa Peña Nieto, al estar ubicado como el mejor político promotor de la ignorancia durante la actual campaña hacia la Presidencia de la República.

Existen dos tipos de ignorancia. Una proviene de la desigualdad social y la pobreza, por la falta de oportunidades que tienen millones de niños y jóvenes, de adultos y marginados del campo o de la ciudad para alcanzar un grado de escolaridad básica que les permita leer y escribir con soltura y conocimiento a lo largo de su vida.

Otro tipo de ignorancia proviene de quien cree que sabe pero sostiene y reproduce falacias, medias verdades o mentiras, como es el caso de la nueva estirpe del político mexicano, que ha tenido la oportunidad de estudiar, sacar títulos, ir al extranjero a sacar más títulos y cubrir un nivel de escolaridad media superior o superior, y a pesar de ello no ha alcanzado a leer un libro entero durante toda su vida, ni escribir lo que piensa, ni tienen una dicción adecuada y que cuando se les pregunta, como ha ocurrido, sobre su nivel de lectura sus respuestas sean totalmente pedestres.

Las mediciones que se han realizado respecto de las capacidades de los alumnos del nivel básico en el país, a través de las denominadas pruebas PISA (organizadas por la OCDE), evalúan sobre todo el desempeño de la formación adquirida durante la primaria y la secundaria. Entre los principales focos de atención de estas pruebas está el de la evaluación de la comprensión de la lectura. En estas pruebas se consideran seis niveles de desempeño, en donde los niveles 0 y 1 establecen que el alumno tiene un tipo de competencia en lectura mínimo para el ejercicio de su vida social y laboral. Los niveles 3 y 4 son intermedios y los 5 y 6 son demostrativos de actividades cognitivas más complejas.

Respecto del dominio de la lectura, en el ejercicio de la prueba PISA 2009 se define la competencia lectora como “la capacidad de un individuo para comprender, emplear, reflexionar e interesarse en textos escritos con el fin de lograr metas propias, desarrollar sus conocimientos y su potencial personal y participar en la sociedad”. En esta versión de la prueba se subrayó, a diferencia de las anteriores, el término “interés” de la persona, para enfatizar su motivación y su gusto por la lectura.

De acuerdo con los niveles señalados, el primero evalúa la capacidad del lector para “localizar un dato en un contexto de información explícita y resaltado en un texto breve, de sintaxis sencilla, con un tema y tipo de texto conocidos, como una narrativa sencilla o una lista simple”; por ejemplo, decir qué libro o título o frase se ha leído en alguna ocasión durante la escolaridad de esa persona. El nivel tres hace referencia a la capacidad lectora de la persona que puede comparar, contrastar o categorizar las ideas principales de un texto. El nivel 5 evalúa la capacidad del lector para ubicar lo relevante de un texto, su reflexión crítica y la elaboración de hipótesis que vayan más allá del texto. El nivel 6, el más alto, evalúa la comprensión global del lector respecto de uno o más textos y su capacidad para debatir con ideas propias desde categorías abstractas de interpretación.

La nueva estirpe de políticos mexicanos encabezada por el candidato a la Presidencia de la República Enrique Peña Nieto, con la reciente evaluación pública sobre su capacidad lectora, da cuenta de que se encuentra en el nivel 1 de la prueba PISA.

Cuando se trata de un ciudadano común y corriente que tiene problemas de expresión escrita, verbal o de lectura, como ocurre de forma muy amplia en el país por las enormes deficiencias educativas que se padecen y por la falta de políticas adecuadas para elevar la cobertura y calidad de lo que se enseña y aprende, el asunto resulta verdaderamente grave. Pero cuando eso ocurre con quien quiere dirigir el país desde el Poder Ejecutivo, desde el rango más alto de esta investidura, para que tome decisiones trascendentales sobre el desarrollo cultural, educativo, científico, social y económico a nivel nacional e internacional, el asunto rebasa cualquier límite de aceptabilidad.

A la sociedad de la ignorancia en la que se vive se le ha agregado un factor de altísimo riesgo con esta serie de políticos que, con todo y estudios, dan cuenta de la existencia de un nuevo analfabetismo funcional –porque con su incultura, en lugar de permitir en un futuro cercano superar la crisis que se vive, abren un escenario de mayor incertidumbre derivada de una dificultad demostrada para discriminar sobre lo que es importante de lo superfluo–, y de la existencia de una personalidad que vive dentro de una realidad imaginada llena de frivolidad, alimentada por los medios televisivos y la superficialidad de su imagen, para hacer frente a lo que padecen millones de mexicanos. Un abismo total.

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