Moreira: Un golpe duro a Peña Nieto

Carlos Ramírez / Indicador Político

Si se buscara uno de los elementos cohesionadores de la lealtad dentro del PRI y de la construcción de sus estructuras de poder, ése sería la complicidad. Por eso dentro del PRI consideran que el empujón final para sacar a Humberto Moreira de la dirigencia del PRI fue de Enrique Peña Nieto y con ello mandó un mensaje negativo hacia los priístas.

La ofensiva para bombardear a Moreira formó parte de una estrategia armada con paciencia y capacidad de observación. Al menos hasta ahora existen cinco datos que pudieran ayudar a explicar el trasfondo del conflicto también como producto de una guerra interna entre facciones tricolores:

1.- Moreira fue el responsable de la alianza del PRI con Elba Esther Gordillo, quien había sido echada del PRI por presión de priístas, sobre todo oaxaqueños. Gordillo siempre ha dicho que el verdugo de salida del tricolor fue Manlio Fabio Beltrones. Por tanto, la decisión de Enrique Peña Nieto de aliarse con Gordillo fue el primer golpe contra Beltrones y los grupos antielbistas. Detrás del operativo de regreso de Gordillo al PRI estuvo la mano operadora de Carlos Salinas de Gortari, sin duda el primer priísta del país que está manejando el regreso del PRI a la presidencia con Peña.

Por tanto, la salida de Moreira deja huérfana la alianza del PRI de Peña con Gordillo, lo que ha generado ya algunas preocupaciones en la cacique sindical. La llegada esta semana probablemente del senador priísta Pedro Joaquín Coldwell a la presidencia del CEN priísta, luego del interinato de días de Cristina Díaz, podría ser otro mal mensaje para Gordillo, porque Coldwell estaría más cercano a Beltrones y al PRI que había dicho claramente que ya no necesitaban a Gordillo y que su regreso desataría --como ha sido-- las peores críticas contra el partido para el 2012.

2.- Moreira arribó al PRI por decisión directa de Peña y como parte de su asalto adelantado a la candidatura presidencial. El aterrizaje de Moreira se dio justo cuando Beltrones había abierto su juego para participar en la designación del candidato priísta a la presidencia, por lo que la imposición de Moreira fue parte del viejo estilo priísta del madruguete de posiciones políticas y partidistas. Peña no le dio ningún espacio a Beltrones y se apropió de toda la estructura del partido.

Hasta antes de las elecciones estatales del 2010, el entonces gobernador oaxaqueño Ulises Ruiz Ortiz se perfilaba como el sucesor de Beatriz Paredes en el comité nacional priísta; sin embargo, la derrota priísta en Oaxaca volteó los ojos hacia Humberto Moreira, cuyo dominio político de su plaza fue tan apabullante que impuso a su hermano como el futuro sucesor en el Gobierno estatal. Ahí fue cuando Peña, sin conocer los datos de la gestión de Moreira de la deuda estatal, tomó la decisión de imponer al entonces gobernador coahuilense como dirigente del PRI.

3.- La caída de Moreira, por los tiempos políticos sucesorios, llegó en el peor momento circunstancial: Moreira había logrado, por trabajo de carisma personal, reconstruir a los PRI de los estados como una red de poder político y electoral, aun en las plazas en donde el PRI local se había dividido por disputas estatales de poder. El gran peligro del PRI nacional en julio del 2012 radicaba justamente en la falta de unidad de acción del PRI en las plazas locales y por tanto en la dispersión o pérdida de votos. Con paciencia, Moreira volvió a atar lo desatado y estableció compromisos que dependían de su gestión personal, porque Peña no dedicó ni un segundo a ese tema.

Al salir como salió del PRI, el sucesor de Moreira difícilmente tendrá tiempo, voluntad y habilidad para retomar esos hilos sueltos del poder priísta estatal. Justo antes de la renuncia de Moreira, algunos grupos políticos locales habían comenzado a romper acuerdos provisionales por la cesión de importantes posiciones en candidaturas legislativas federales a la señora Gordillo y al Partido Verde por la alianza, incumpliendo con ello compromisos asumidos por Moreira; lo que viene entonces es una rebelión de priístas estatales contra el PRI y desde luego que contra Peña Nieto por la interrupción de carreras políticas y el regalo de posiciones priístas a la señora Gordillo que había sido echada del PRI por haber negociado en secreto con Vicente Fox y su papel en la derrota de Roberto Madrazo en el 2006. Por la forma en que fue echado, Moreira no hará ninguna gestión de fuera del PRI a favor del PRI.

4.- A pesar de la oposición de algunos grupos de poder en el PRI, Moreira había jugado parte de su capital político en la decisión de incorporar a ex gobernadores priístas como secretarios o subsecretarios adjuntos --posiciones más de consentimiento que de acción-- del CEN priísta y luego, cuando encontró oposición externa por el saldo de algunos de ellos en materia de inseguridad, Moreira los impuso como “delegados especiales” en regiones de la República. Con ello, Moreira construyó una estructura de poder priísta diferente a la tradicional y ahora el nuevo dirigente Coldwell tendrá que reconstruir alianzas de otra manera pero cargando con las famas públicas negativas de gobernadores que, por lo demás, están en la lista de revelaciones panistas de corto plazo.

5.- La caída de Moreira mostró que la complicidad como pacto político entre grupos de poder internos se exhibe hoy como una piel de zapa balzaciana: Cumple deseos pero se achica cada vez. El asunto es primordial para muchos priístas porque vieron en el caso Moreira un estilo político de ejercer el poder del panismo en la presidencia y que detrás del coahuilense vienen otros casos de priístas contaminados por presuntas irregularidades en sus estados. Y cuando se requiere más que nunca que el regreso del PRI a la presidencia puede refrendar el principio de la complicidad política, Moreira aparece no sólo no cuidado desde que aparecieron las primeras revelaciones sino abandonado a su suerte por Peña Nieto.

Y si sin complicidad no hay paraíso priísta, muchos priístas se preguntan cuál será entonces el factor de cohesión para jugarse el todo por el todo en las elecciones presidenciales del 2012. Porque si el PRI pierde, dicen priístas, podría haber uno, don tres, muchos moreiras en el horizonte político.

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