José Cárdenas
Alexa, ¿siempre serás tan adelantada?
Al recibir su constancia como aspirante presidencial, Enrique Peña Nieto aprovechó el viaje para intentar superar el error de diciembre. Haber confundido a Carlos Fuentes con Enrique Krauze… al agua con el aceite… y también no saber cuál es el monto del minisalario… y también, justificar su ignorancia de los precios de la canasta básica alegando que él no es la señora de la casa… y también ponerse a hablar en inglés con cara de what?, al más puro estilo de Juaiderito.
En el discurso de su registro, Peña Nieto admitió su falta de memoria literaria. Aseguró, sin embargo, que no olvida la violencia, la pobreza y la desesperanza en que viven cincuenta millones de mexicanos; el estancamiento económico, el desempleo y la falta de oportunidades que padecen 50 millones de mexicanos desde hace una década. Es decir, desde que gobierna el PAN.
–¿Eso se llama control de daños?
No lo sé. Pero seguro si es una oportunidad de Peña Nieto para fustigar al partido del presidente Calderón por conducir a la patria por el camino equivocado… De todos modos, su primer discurso como abanderado del PRI no vale mucho la pena. No sólo se nota un recurso oratorio de última hora y de baja calidad. Es un mensaje, a fin de cuentas, sin sustancia. Algo así como para salir del paso. Para empezar, se nota que le metieron mano (al discurso) y es bien sabido que muchos cocineros hacen mala sopa. Muy mala.
Suena hueco que el candidato único del PRI a la Presidencia utilice idéntica estrategia a la de Vicente Fox, cuando pretendió convertir sus defectos en virtudes, quién sabe si con éxito.
Recuerde cuando Francisco Labastida erró el camino y en aquel célebre debate del World Trade Center, quiso atacar al panista con botas diciéndole majadero, grosero y algo más. Fox respondió con maña: “A mí lo grosero se me puede quitar, pero a ustedes lo corrupto y lo ratero, no se les va a quitar nunca”.
Cuando Peña Nieto pretende darle la vuelta a los dislates y mostrarnos su capacidad de olvidar, sobre todo lo que no sabe, no hace sino calcar a Fox. A mí se me puede quitar lo ignorante; hasta puedo aprender inglés, pero a ustedes nunca se les va a quitar lo despiadado. Seguro estaba pensando en “youknowwho”. ¿O estaría mentándosela a la tuitiza que lo apabulla sin piedad, tiro por viaje?
Quizá el momento más rescatable del discurso de Peña Nieto haya sido la convocatoria a la reconciliación nacional.
Nada más falta saber si Felipe Calderón quiere reconciliarse con el PRI o prefiere ahondar las diferencias. Eso está por verse.
Esta semana quedaremos pendientes de averiguar si Enrique Peña Nieto podrá dormir bien. No sólo por desvelarse leyendo “La Silla Rota” o las cifras elementales de la economía doméstica. No… sino porque carga en los bolsillos una bomba de tiempo: la posible anulación de la elección michoacana con la madre de todos los argumentos: los posibles vínculos del PRI con el narco. Peña Nieto también anda nervioso por la rompedera de platos que dejó Humberto Moreira. Hay mucho priista enchilado. Francisco Labastida y María Elena Dorantes encabezan la nueva ola de quejas por las “cochinas alianzas” con verdes y panales.
–¿Se gesta una rebelión en la granja tricolor?
MONJE LOCO. Muchos critican al marketing político porque alegan que hacen de los candidatos un producto hueco. Mentira. Lo único que hace la publicidad política es ponerle crema chantilly y una cereza para que el pastel se vea exquisito. Si la torta está amarga, agria o insípida, no es culpa del vendedor, es culpa del repostero. Ya se sabe, ya se supo.
Alexa, ¿siempre serás tan adelantada?
Al recibir su constancia como aspirante presidencial, Enrique Peña Nieto aprovechó el viaje para intentar superar el error de diciembre. Haber confundido a Carlos Fuentes con Enrique Krauze… al agua con el aceite… y también no saber cuál es el monto del minisalario… y también, justificar su ignorancia de los precios de la canasta básica alegando que él no es la señora de la casa… y también ponerse a hablar en inglés con cara de what?, al más puro estilo de Juaiderito.
En el discurso de su registro, Peña Nieto admitió su falta de memoria literaria. Aseguró, sin embargo, que no olvida la violencia, la pobreza y la desesperanza en que viven cincuenta millones de mexicanos; el estancamiento económico, el desempleo y la falta de oportunidades que padecen 50 millones de mexicanos desde hace una década. Es decir, desde que gobierna el PAN.
–¿Eso se llama control de daños?
No lo sé. Pero seguro si es una oportunidad de Peña Nieto para fustigar al partido del presidente Calderón por conducir a la patria por el camino equivocado… De todos modos, su primer discurso como abanderado del PRI no vale mucho la pena. No sólo se nota un recurso oratorio de última hora y de baja calidad. Es un mensaje, a fin de cuentas, sin sustancia. Algo así como para salir del paso. Para empezar, se nota que le metieron mano (al discurso) y es bien sabido que muchos cocineros hacen mala sopa. Muy mala.
Suena hueco que el candidato único del PRI a la Presidencia utilice idéntica estrategia a la de Vicente Fox, cuando pretendió convertir sus defectos en virtudes, quién sabe si con éxito.
Recuerde cuando Francisco Labastida erró el camino y en aquel célebre debate del World Trade Center, quiso atacar al panista con botas diciéndole majadero, grosero y algo más. Fox respondió con maña: “A mí lo grosero se me puede quitar, pero a ustedes lo corrupto y lo ratero, no se les va a quitar nunca”.
Cuando Peña Nieto pretende darle la vuelta a los dislates y mostrarnos su capacidad de olvidar, sobre todo lo que no sabe, no hace sino calcar a Fox. A mí se me puede quitar lo ignorante; hasta puedo aprender inglés, pero a ustedes nunca se les va a quitar lo despiadado. Seguro estaba pensando en “youknowwho”. ¿O estaría mentándosela a la tuitiza que lo apabulla sin piedad, tiro por viaje?
Quizá el momento más rescatable del discurso de Peña Nieto haya sido la convocatoria a la reconciliación nacional.
Nada más falta saber si Felipe Calderón quiere reconciliarse con el PRI o prefiere ahondar las diferencias. Eso está por verse.
Esta semana quedaremos pendientes de averiguar si Enrique Peña Nieto podrá dormir bien. No sólo por desvelarse leyendo “La Silla Rota” o las cifras elementales de la economía doméstica. No… sino porque carga en los bolsillos una bomba de tiempo: la posible anulación de la elección michoacana con la madre de todos los argumentos: los posibles vínculos del PRI con el narco. Peña Nieto también anda nervioso por la rompedera de platos que dejó Humberto Moreira. Hay mucho priista enchilado. Francisco Labastida y María Elena Dorantes encabezan la nueva ola de quejas por las “cochinas alianzas” con verdes y panales.
–¿Se gesta una rebelión en la granja tricolor?
MONJE LOCO. Muchos critican al marketing político porque alegan que hacen de los candidatos un producto hueco. Mentira. Lo único que hace la publicidad política es ponerle crema chantilly y una cereza para que el pastel se vea exquisito. Si la torta está amarga, agria o insípida, no es culpa del vendedor, es culpa del repostero. Ya se sabe, ya se supo.
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