Hedelberto López Blanch
Las multitudinarias huelgas y manifestaciones ocurridas a finales de noviembre último, han demostrado que las medidas de austeridad acordadas por el Gobierno conservador del primer ministro David Cameron son rechazadas por la mayoría de los británicos.
En agosto de 2011 hubo en Londres, Birmingham, Manchester y otras ciudades, grandes disturbios populares, con un trasfondo mayormente económico y social y en los cuales participaron sobre todo los jóvenes, que fueron reprimidos violentamente bajo la excusa que eran provocados por delincuentes.
Ahora la huelga, que agrupó a más de 2 000 000 de personas, se produjo un día después de que el ministro de Finanzas, George Osborne, declaró que los británicos tendrán que hacer frente a seis años de austeridad y admitió que el país está al borde de la recesión, con una expectativa de crecimiento reducida a 0,9 % para 2012 y un desempleo acercándose a 9 % (22 % entre la población juvenil).
El paro general convocado por diversos sindicatos y catalogado por los medios de comunicación como el más importante en el país desde el ocurrido en 1926, paralizó escuelas, hospitales, industrias, comercios, aeropuertos y casi todos los servicios, en rechazo a los recortes sociales impuestos por el gobierno para tratar de reducir los gastos.
Las medidas neoliberales son tan agresivas que motivaron la salida a las calles de directores de colegios públicos, quienes no participaban en protestas desde hacía 114 años.
El gobierno, lejos de reconocer lo perjudicial de las nuevas disposiciones de austeridad para las clases pobres y medias (las ricas siempre se salvan) arremetió contra los maestros por medio de su ministro de Educación, Michael Gove, quien acusó directamente a los sindicatos de comprometer la recuperación económica del país.
El binomio Cameron-Osborne cesanteará a 710 000 trabajadores de la administración pública, (300 000 más de lo previsto) elevará la edad de jubilación hasta los 67 años, a la par que rebajará la cuantía de esos pagos y aumentará en 3 % la contribución de los funcionarios a la Seguridad Social, lo cual reducirá sus salarios en 1 500 dólares al año.
Las 30 federaciones sindicales que participan en las manifestaciones, aseguran que las acciones gubernamentales afectarán drásticamente a trabajadores y empleados, quienes deberán trabajar más para recibir mucho menos.
La forma del cobro de las pensiones también disminuirá pues a partir de ahora se calculará por los estipendios recibidos durante toda la vida laboral y no por últimos salarios devengados que son mucho mayores.
A la lista de nuevas reglas se agrega la congelación de los sueldos públicos, que no podrán ser elevados más de 1 % en los próximos tres años.
La tesis de la administración conservadora señala que es insostenible el costo de las pensiones del sector público debido a que las personas tienen una esperanza de vida mayor que en décadas pasadas.
En Gran Bretaña el desempleo subió de 7,7 % en el segundo trimestre de 2011 a 8,1 % en el tercero, la tasa más alta desde 1996, y se espera que cierre el año con 9 % (22 % entre los jóvenes).
La economía se tambalea pues el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) para este año solo será de 0,9 %, inferior a 1,7 % estimado; para 2012 se bajó de 2,5 % a 0,7 %. A esto se une una deuda pública acumulada de más de 160 000 millones de dólares y la recesión en la Unión Europea, principal zona de exportación de sus productos.
Según la gubernamental Oficina de Responsabilidad Fiscal (ORF), para 2015 la deuda acumulada estaría en los 2 000 billones de dólares.
Los analistas aseguran que los graves perjuicios que ha sufrido la población en sus condiciones de vida son las causas fundamentales de los paros, manifestaciones y reclamos.
Como antecedente aparecen las demostraciones realizadas en la primera quincena de noviembre de 2010 (recién anunciada la medida de los Tories -seguidores del Partido Conservador del Reino Unido-) cuando más de 50 000 jóvenes ocuparon las calles de la capital y un centenar penetró en la sede de esa organización, en el centrico barrio de Westminster, para rechazar la subida de las matrículas universitarias.
El costo de entrada en los centros de altos estudios se triplica pues pasa de un tope de 2 390 libras a 9 000 libras (14 000 dólares), cifra que no podrán pagar 50 % de los estudiantes que no encuentran trabajo y tienen que depender de lo que puedan darle sus familiares.
También en esa fecha, tuvieron lugar numerosas manifestaciones organizadas por los sindicatos británicos que ya tildaban las restricciones de injustas, radicales y violadoras de los derechos humanos para la mayoría de la población.
El estadounidense premio Nobel de economía 2001, Joseph Stiglitz, al analizar la situación actual en Gran Bretaña declaró al diario inglés The Independent, que las tesis neoliberales que han llevado al mundo al borde de la ruina, en un proceso iniciado a principios de 2008, son las mismas que la derecha internacional aplica como medicina a las economías estadounidense y europeas en crisis.
Para Stiglitz, las acciones tomadas por los Tories provocarán una recesión profunda y afectará a millones de británicos.
Como todo indica, el tiempo le da la razón al eminente economista, y por tanto las manifestaciones continuarán extendiéndose por Gran Bretaña a la par que crezca el desempleo, baje el nivel de vida de la población y aumente el rechazo a las medidas neoliberales.
Las multitudinarias huelgas y manifestaciones ocurridas a finales de noviembre último, han demostrado que las medidas de austeridad acordadas por el Gobierno conservador del primer ministro David Cameron son rechazadas por la mayoría de los británicos.
En agosto de 2011 hubo en Londres, Birmingham, Manchester y otras ciudades, grandes disturbios populares, con un trasfondo mayormente económico y social y en los cuales participaron sobre todo los jóvenes, que fueron reprimidos violentamente bajo la excusa que eran provocados por delincuentes.
Ahora la huelga, que agrupó a más de 2 000 000 de personas, se produjo un día después de que el ministro de Finanzas, George Osborne, declaró que los británicos tendrán que hacer frente a seis años de austeridad y admitió que el país está al borde de la recesión, con una expectativa de crecimiento reducida a 0,9 % para 2012 y un desempleo acercándose a 9 % (22 % entre la población juvenil).
El paro general convocado por diversos sindicatos y catalogado por los medios de comunicación como el más importante en el país desde el ocurrido en 1926, paralizó escuelas, hospitales, industrias, comercios, aeropuertos y casi todos los servicios, en rechazo a los recortes sociales impuestos por el gobierno para tratar de reducir los gastos.
Las medidas neoliberales son tan agresivas que motivaron la salida a las calles de directores de colegios públicos, quienes no participaban en protestas desde hacía 114 años.
El gobierno, lejos de reconocer lo perjudicial de las nuevas disposiciones de austeridad para las clases pobres y medias (las ricas siempre se salvan) arremetió contra los maestros por medio de su ministro de Educación, Michael Gove, quien acusó directamente a los sindicatos de comprometer la recuperación económica del país.
El binomio Cameron-Osborne cesanteará a 710 000 trabajadores de la administración pública, (300 000 más de lo previsto) elevará la edad de jubilación hasta los 67 años, a la par que rebajará la cuantía de esos pagos y aumentará en 3 % la contribución de los funcionarios a la Seguridad Social, lo cual reducirá sus salarios en 1 500 dólares al año.
Las 30 federaciones sindicales que participan en las manifestaciones, aseguran que las acciones gubernamentales afectarán drásticamente a trabajadores y empleados, quienes deberán trabajar más para recibir mucho menos.
La forma del cobro de las pensiones también disminuirá pues a partir de ahora se calculará por los estipendios recibidos durante toda la vida laboral y no por últimos salarios devengados que son mucho mayores.
A la lista de nuevas reglas se agrega la congelación de los sueldos públicos, que no podrán ser elevados más de 1 % en los próximos tres años.
La tesis de la administración conservadora señala que es insostenible el costo de las pensiones del sector público debido a que las personas tienen una esperanza de vida mayor que en décadas pasadas.
En Gran Bretaña el desempleo subió de 7,7 % en el segundo trimestre de 2011 a 8,1 % en el tercero, la tasa más alta desde 1996, y se espera que cierre el año con 9 % (22 % entre los jóvenes).
La economía se tambalea pues el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) para este año solo será de 0,9 %, inferior a 1,7 % estimado; para 2012 se bajó de 2,5 % a 0,7 %. A esto se une una deuda pública acumulada de más de 160 000 millones de dólares y la recesión en la Unión Europea, principal zona de exportación de sus productos.
Según la gubernamental Oficina de Responsabilidad Fiscal (ORF), para 2015 la deuda acumulada estaría en los 2 000 billones de dólares.
Los analistas aseguran que los graves perjuicios que ha sufrido la población en sus condiciones de vida son las causas fundamentales de los paros, manifestaciones y reclamos.
Como antecedente aparecen las demostraciones realizadas en la primera quincena de noviembre de 2010 (recién anunciada la medida de los Tories -seguidores del Partido Conservador del Reino Unido-) cuando más de 50 000 jóvenes ocuparon las calles de la capital y un centenar penetró en la sede de esa organización, en el centrico barrio de Westminster, para rechazar la subida de las matrículas universitarias.
El costo de entrada en los centros de altos estudios se triplica pues pasa de un tope de 2 390 libras a 9 000 libras (14 000 dólares), cifra que no podrán pagar 50 % de los estudiantes que no encuentran trabajo y tienen que depender de lo que puedan darle sus familiares.
También en esa fecha, tuvieron lugar numerosas manifestaciones organizadas por los sindicatos británicos que ya tildaban las restricciones de injustas, radicales y violadoras de los derechos humanos para la mayoría de la población.
El estadounidense premio Nobel de economía 2001, Joseph Stiglitz, al analizar la situación actual en Gran Bretaña declaró al diario inglés The Independent, que las tesis neoliberales que han llevado al mundo al borde de la ruina, en un proceso iniciado a principios de 2008, son las mismas que la derecha internacional aplica como medicina a las economías estadounidense y europeas en crisis.
Para Stiglitz, las acciones tomadas por los Tories provocarán una recesión profunda y afectará a millones de británicos.
Como todo indica, el tiempo le da la razón al eminente economista, y por tanto las manifestaciones continuarán extendiéndose por Gran Bretaña a la par que crezca el desempleo, baje el nivel de vida de la población y aumente el rechazo a las medidas neoliberales.
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