Oscar Pimentel González
Las diferencias en el grado de desarrollo económico y social de las naciones, determinan una brecha digital que hoy excluye a la mayor parte de la población mundial de los beneficios de la sociedad de la información y la comunicación.
Lo inadmisible, es que los gobiernos y los grupos dirigentes permanezcan pasivos e indiferentes ante estas carencias de sus comunidades, que reproducen las condiciones de pobreza, la baja de productividad, los precarios niveles de educación y la escasa participación de la ciudadanía en la consolidación de la democracia.
Entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos el promedio de hogares con Internet es de 62%, escala en la cual México ocupa el penúltimo lugar con el 18.4 %, apenas antes de Turquía que registra el último lugar con 7.7 %.
Lo más preocupante, es que frente a estas evidencias de retraso, el gobierno federal no ha sido capaz de formular una política de Estado en la materia y de consensuar una agenda digital para avanzar con certidumbre en el acceso universal y a bajo costo del uso de las tecnologías de la información y la comunicación.
En lo que el gobierno federal ha denominado Agenda Digital del Sistema Nacional e-México 2010-2015, se señala que “los principales índices comparativos internacionales de uso tecnológico reflejan una grave caída de México frente al mundo en la actual administración federal”. Agrega además que “no existen tendencias robustas de mercado o institucionales para el abatimiento de la brecha digital y para acelerar el proceso de adopción tecnológica en los distintos ámbitos de la vida nacional”.
La Encuesta en Hogares sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información 2010 del INEGI dimensiona la brecha digital en nuestro país: 38.9 millones de personas son usuarios de una computadora y 32.8 millones son usuarios del Internet. El segmento de población con mayor acceso al Internet son los jóvenes, quienes entre los 12 y los 34 años representan un 66.8% de las personas que son usuarios de la red. Mientras que en el DF y los estados del norte del país se tiene un promedio de 43.4% del total de hogares con computadora, es tan sólo del 14% en los estados sureños de Chiapas, Oaxaca y Guerrero. Estas cifras dan cuenta de las brechas sociales, generacionales y regionales que prevalecen en México respecto del uso de las nuevas tecnologías. Es un panorama por demás desolador que ilustra con claridad la poca importancia que tienen estas tecnologías en la gestión política de los diversos poderes y órdenes de gobierno, así como en el quehacer de los diversos sectores de la comunidad nacional.
En los propios diagnósticos del gobierno se refiere la situación de exclusión que representa la brecha digital: “Al cierre del 2009, había 68 millones de mexicanos sin acceso a Internet, es decir, de personas que carecen de acceso a la educación y capacitación a distancia, a servicios de telemedicina, servicios de comunicación a bajo costo y, en general, a los beneficios que brinda la participación en las redes sociales y de soporte para el mejoramiento de sus condiciones de vida”.
La brecha digital esta asociada a la desigualdad social que proviene de la falta de empleo y de los bajos niveles de ingreso per cápita que prevalecen en el país. Así lo detallan los datos del INEGI que destacan la falta de recursos económicos y los altos costos que representa el uso del Internet, como la razón principal para que la mayoría de la población no participe del uso de las tecnologías de la información y la comunicación..
A pesar de que el 95% de los mexicanos tiene televisión y el 80% cuenta con teléfono convencional, sólo el 27.2% tiene acceso a la televisión de paga, el 13.6% cuenta con televisión digital, y el 41.8% de los hogares cuenta con telefonía celular. Aunque cabe señalar que el 90% de los usuarios de telefonía celular lo hacen con el sistema de prepago. El gran rezago en la introducción de la televisión digital ilustra también esta desigualdad.
Algunos analistas han calculado que las inversiones en las nuevas tecnologías de la información explican entre el 10 y el 24% de la tasa de crecimiento del PIB en América Latina, lo cual demuestra que cuando se fomenta el uso del Internet, se apuesta también por mejores tasas de crecimiento, empleo y estándares más altos de bienestar en nuestros países.
Asimismo, señalan que la expansión de banda ancha explica entre el 2 y el 8% de los nuevos empleos. Por cada 10% de incremento en la penetración de la banda ancha hay un aumento de 1.3% en el crecimiento económico.
La incorporación de las tecnologías asociadas al Internet en todos los ámbitos del país tiene un claro sentido de inclusión social y de modernización, ya que permite ampliar el acceso a la información y al conocimiento, facilita el acceso a los servicios de gobierno, salud, educación, banca y otros, e impulsa la creación de capacidades en las personas para participar productivamente en la vida de su comunidad.
Por ello, la asimilación de estas tecnologías debe asumirse como una prioridad sin discusión para el país, que amerita la definición de una política de Estado y el impulso de una serie de reformas legales e institucionales que propicien el desarrollo de una verdadera agenda digital, en la cual participen todos los sectores y todos los poderes y órdenes de gobierno. De hecho, las demás reformas que desde diversos foros se proponen como la reforma política, la reforma hacendarla, la reforma social, la reforma del sistema de seguridad y justicia, entre otras, no son viables si no se emprende también esta gran tarea de modernizar el entorno productivo, social e institucional mediante la adopción de las tecnologías de la información y comunicación.
Avanzar en la superación de la desigualdad digital, debe ser un propósito de la nueva estrategia de desarrollo económico y de la transformación de las instituciones políticas que los mexicanos debemos emprender en los próximos años para darle un rumbo distinto al país.
Las diferencias en el grado de desarrollo económico y social de las naciones, determinan una brecha digital que hoy excluye a la mayor parte de la población mundial de los beneficios de la sociedad de la información y la comunicación.
Lo inadmisible, es que los gobiernos y los grupos dirigentes permanezcan pasivos e indiferentes ante estas carencias de sus comunidades, que reproducen las condiciones de pobreza, la baja de productividad, los precarios niveles de educación y la escasa participación de la ciudadanía en la consolidación de la democracia.
Entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos el promedio de hogares con Internet es de 62%, escala en la cual México ocupa el penúltimo lugar con el 18.4 %, apenas antes de Turquía que registra el último lugar con 7.7 %.
Lo más preocupante, es que frente a estas evidencias de retraso, el gobierno federal no ha sido capaz de formular una política de Estado en la materia y de consensuar una agenda digital para avanzar con certidumbre en el acceso universal y a bajo costo del uso de las tecnologías de la información y la comunicación.
En lo que el gobierno federal ha denominado Agenda Digital del Sistema Nacional e-México 2010-2015, se señala que “los principales índices comparativos internacionales de uso tecnológico reflejan una grave caída de México frente al mundo en la actual administración federal”. Agrega además que “no existen tendencias robustas de mercado o institucionales para el abatimiento de la brecha digital y para acelerar el proceso de adopción tecnológica en los distintos ámbitos de la vida nacional”.
La Encuesta en Hogares sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información 2010 del INEGI dimensiona la brecha digital en nuestro país: 38.9 millones de personas son usuarios de una computadora y 32.8 millones son usuarios del Internet. El segmento de población con mayor acceso al Internet son los jóvenes, quienes entre los 12 y los 34 años representan un 66.8% de las personas que son usuarios de la red. Mientras que en el DF y los estados del norte del país se tiene un promedio de 43.4% del total de hogares con computadora, es tan sólo del 14% en los estados sureños de Chiapas, Oaxaca y Guerrero. Estas cifras dan cuenta de las brechas sociales, generacionales y regionales que prevalecen en México respecto del uso de las nuevas tecnologías. Es un panorama por demás desolador que ilustra con claridad la poca importancia que tienen estas tecnologías en la gestión política de los diversos poderes y órdenes de gobierno, así como en el quehacer de los diversos sectores de la comunidad nacional.
En los propios diagnósticos del gobierno se refiere la situación de exclusión que representa la brecha digital: “Al cierre del 2009, había 68 millones de mexicanos sin acceso a Internet, es decir, de personas que carecen de acceso a la educación y capacitación a distancia, a servicios de telemedicina, servicios de comunicación a bajo costo y, en general, a los beneficios que brinda la participación en las redes sociales y de soporte para el mejoramiento de sus condiciones de vida”.
La brecha digital esta asociada a la desigualdad social que proviene de la falta de empleo y de los bajos niveles de ingreso per cápita que prevalecen en el país. Así lo detallan los datos del INEGI que destacan la falta de recursos económicos y los altos costos que representa el uso del Internet, como la razón principal para que la mayoría de la población no participe del uso de las tecnologías de la información y la comunicación..
A pesar de que el 95% de los mexicanos tiene televisión y el 80% cuenta con teléfono convencional, sólo el 27.2% tiene acceso a la televisión de paga, el 13.6% cuenta con televisión digital, y el 41.8% de los hogares cuenta con telefonía celular. Aunque cabe señalar que el 90% de los usuarios de telefonía celular lo hacen con el sistema de prepago. El gran rezago en la introducción de la televisión digital ilustra también esta desigualdad.
Algunos analistas han calculado que las inversiones en las nuevas tecnologías de la información explican entre el 10 y el 24% de la tasa de crecimiento del PIB en América Latina, lo cual demuestra que cuando se fomenta el uso del Internet, se apuesta también por mejores tasas de crecimiento, empleo y estándares más altos de bienestar en nuestros países.
Asimismo, señalan que la expansión de banda ancha explica entre el 2 y el 8% de los nuevos empleos. Por cada 10% de incremento en la penetración de la banda ancha hay un aumento de 1.3% en el crecimiento económico.
La incorporación de las tecnologías asociadas al Internet en todos los ámbitos del país tiene un claro sentido de inclusión social y de modernización, ya que permite ampliar el acceso a la información y al conocimiento, facilita el acceso a los servicios de gobierno, salud, educación, banca y otros, e impulsa la creación de capacidades en las personas para participar productivamente en la vida de su comunidad.
Por ello, la asimilación de estas tecnologías debe asumirse como una prioridad sin discusión para el país, que amerita la definición de una política de Estado y el impulso de una serie de reformas legales e institucionales que propicien el desarrollo de una verdadera agenda digital, en la cual participen todos los sectores y todos los poderes y órdenes de gobierno. De hecho, las demás reformas que desde diversos foros se proponen como la reforma política, la reforma hacendarla, la reforma social, la reforma del sistema de seguridad y justicia, entre otras, no son viables si no se emprende también esta gran tarea de modernizar el entorno productivo, social e institucional mediante la adopción de las tecnologías de la información y comunicación.
Avanzar en la superación de la desigualdad digital, debe ser un propósito de la nueva estrategia de desarrollo económico y de la transformación de las instituciones políticas que los mexicanos debemos emprender en los próximos años para darle un rumbo distinto al país.
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