Escenarios 2012 - V

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Para validar la hipótesis, es necesario dejar claras las razones por las cuales los candidatos del PRD y el PRI y los precandidatos del PAN, a quienes es necesario sumar los dirigentes nacionales de los partidos que los cobijan, son sus principales enemigos.

Empecemos por quienes tienen la sartén por el mango. Al quedarse solos en las precampañas, los panistas piensan haberse hecho de mulas Pedro, porque ocuparían sus políticos el cuadrante y los canales de televisión, sin considerar siquiera que cuando no hay contraste, cuando se va solo con ideas huecas y sin mensaje, hartan con la machacona necedad de insistir en la estrategia para combatir al narco como la única civilizada, políticamente correcta y acertada. Persistirán en el artero agravio a la sociedad, hasta desfondar la simpatía o confianza que pudiesen suscitar en los electores, hasta que la CPI se pronuncie.

El caso del PRI es grave por el cinismo de Humberto Moreira, que hace de Enrique Peña Nieto su rehén, al poner en las manos del candidato su cabeza, su destino, el futuro de la elección, cuando al mismo tiempo, en el colmo de la obcecación y la estúpida percepción que tiene de los mexicanos, dice, sostiene que los funcionarios menores de la SHCP son tan culpables como los tinterillos coahuilenses, pues pusieron los sellos sobre los documentos apócrifos y los avalaron.

Debe quedar claro al mentor Moreira que la sociedad sabe en qué consiste una falsificación de documentos, y precisamente que el éxito, el fraude está en que quienes deben validarlos los den por auténticos para disponer de ellos como de documentos oficiales. Se jacta, en su dicho a Milenio, de que estuvo tan bien facturado el documento apócrifo, que hasta los de Hacienda lo dieron por bueno y lo autentificaron, y por ello son cómplices.

Si Peña Nieto pierde la oportunidad de llevar al PRI al poder, se deberá a una tozudez sin límites con tal de preservar a quien lo ha convertido en su rehén, al sostener que el candidato decidirá, cuando es el sentido común y la praxis política que han de imponerse.

El caso de Andrés Manuel López Obrador es más complicado, porque pasa de lo retobón a lo ridículo, al intentar convertirse en un predicador del amor y la paz, cuando lo que se requiere es que se transforme en un contendiente equilibrado, razonable, capaz de articular y proponer una transición que modifique el modelo político.

Él es quien más tiene que perder, pues lleva en campaña doce años y estuvo a 0.56 por ciento de lograrlo; el sector de la sociedad que lo apoyó está articulado, lo único que necesita es contenerse, pero mi Demonio de Sócrates me advierte que estoy equivocado, pues la cabra siempre tira al monte, y el candidato de la izquierda -que puede repetir el éxito del Frente Democrático Nacional- no será la excepción.

El voto en blanco y la postura de la CPI estarán al acecho, hasta el momento de la elección.

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