En el Polifórum, juego de sillas

Gris escenario para un destape
Mancera, un informe con mensaje

Miguel Ángel Velázquez / Ciudad Perdida


Tuvo ese inconfundible color gris Oxford que pardea estos eventos; sonó con ese murmullo general que entrevera el cri-cri y las risotadas. Faltaron las matracas, pero no la presencia de los líderes de la burocracia sindical, que prometieron apoyos y saludaron de mano y abrazo, y sin rencores, a sus jefes, con quienes hacían agenda: Pasando estas fechas comemos, ¿no?... Nos llamamos. Así que se percibía eso, sonaba a eso mismo, hasta parecía eso, pero no, no se trataba de un destape, era el informe del procurador general de Justicia del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, acto que llenó de guaruras el Polifórum Cultural Siqueiros y las calles aledañas.

En la sala, donde desde las 10:30 horas se esperaba el arribo del procurador, reinaba la democracia, y cada quien agandallaba la silla que le quedaba más cerca, sobre todo en la zona VIP, que separaba a los invitados especiales de los simples invitados. Habría que decir que un grupo de luchadores, deportistas todos, y tapados, la mayoría enmascarados, se hicieron de la segunda fila del lado derecho del Polifórum, y nadie se atrevió a moverlos, pero otros, los de botas y bigotes largos, con chamarras de cuero que se identificaban como Animal bike, estuvieron hasta atrás, porque ya no hallaron lugar al frente.

La rebatiña por los lugares se convirtió, unos minutos antes de la llegada de Miguel Ángel Mancera, en el juego de las sillas. En un descuido, el presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, Luis González Placencia, perdió su lugar, que pronto le repusieron, y una mujer, que tenía que ir a recibir al procu, pidió al que la dejó sin silla que se la cuidara mientras cumplía con la encomienda.

Y mientras eso pasaba, empezó a correr de boca en boca una pregunta que permaneció quieta por algunos minutos en la punta de la lengua de casi todos los asistentes: ¿Viene Marcelo? Sería muy obvio, respondía la mayoría, y aunque todos aceptaban políticamente la ausencia, los más inconformes argumentaban en favor del procu que, ahí está Mondragón, el jefe de la policía, que si no es del círculo de consejeros ni el estratega político, sí pertenece a eso que llaman los amigos de Marcelo, que no son muchos y datan de tiempo remoto. Ésa es la señal, comentaban frotándose las manos.

Y si no fue así, eso parecía, porque ningún miembro del gabinete de Ebrard, salvo Manuel Mondragón, asistió al evento, aunque es bien sabido que en el círculo interno del gobierno de la ciudad son varios los que apoyan una posible candidatura de Mancera. Marcela Gómez Zalce y René Cervera, entre otros.

Que bajó el secuestro, que ya no se roban tantos automóviles en el DF como en otras partes del país. Sí, qué bueno, pero esta vez lo importante son las señales, las presencias. Ahí estaba Dolores Padierna, que no hace mucho pedía la cabeza del procurador, sentada en primera fila con Laura Velázquez, una de las candidatas de la tribu que jefatura su marido, René Bejarano. También estaba el empresario Alejandro Martí, que va a todas. Dicen que hasta la señora Isabel Miranda, a la que no se le vio por ningún lado. Que son apoyos, ¿o no?

Otros que no faltan a ninguna son el presidente del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, Édgar Elías Azar, quien antes de que le llegue un micrófono lanza la declaración, la que sea, como venga, de lo que sea. Para eso va, dicen por ahí, lo mismo a funerales que a bautizos, y siempre tiene lista la palabra.

Total, un tanto retrasado llegó Miguel Ángel Mancera, de traje negro y corbata amarilla, pero con la idea reiterada de que él sería, en dado caso, un candidato ciudadano, sin filiación partidista. Habló de la izquierda progresista que apoya Ebrard y de la ciudad donde todo el mundo tenga el derecho de querer y amar a quien quiera, que recuerda a AMLO. Tal vez por eso, en su discurso, dejó en claro que “es momento de definiciones…, y que nosotros sabremos optar por la seguridad”, cualquier cosa que eso quiera decir. Y mientras culminaba su informe, uno de los dedazos de las manos que pintó David Alfaro Siqueiros parecía señalarle.

De pasadita

Pese a lo que hasta hoy indican las encuestas, y así como el jalón Peña Nieto colocó a Beatriz Paredes como una competidora fuerte para la sucesión en el Distrito Federal, ahora será el propio Peña Nieto y la exhibición de sus dotes como representante de los mexicanos lo que la hunda. Ya veremos las siguientes encuestas.

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