El día de los Santos Inocentes

Otto Schober / La Línea del Tiempo

Cuando el rey Herodes gobernaba Israel, llegaron a Jerusalén los tres Reyes Magos, preguntando dónde había nacido el futuro rey de Israel, pues habían visto aparecer una estrella en Oriente.

Ellos recordaron la profecía del antiguo testamento, que decía que “Cuando aparezca una nueva estrella en Israel, es que ha nacido un nuevo rey que reinará sobre todas las naciones”. La noticia se extendió por Jerusalén y Herodes se sintió terriblemente amenazado.

Él era tan celoso del poder, que ya había asesinado a dos de sus esposas y a varios de sus hijos, por temor a que lo reemplazaran. Cualquier persona que pudiera aparecer como futuro rey de Israel era su potencial enemigo.

Lleno de intriga y de temor, reunió a los sabios de Israel, a los sumos sacerdotes y escribas, y les preguntó qué decían las escrituras sobre el lugar en que debía nacer el rey de Israel que habían anunciado los profetas.

Ellos le citaron al profeta Miqueas, que había dicho que en Belén nacería el Mesías. Entonces, les dijo a los Magos: “Vayan y se informan bien acerca de ese niño, y cuando lo encuentren, vienen y me informan, para ir yo también a adorarlo”.

Los magos salieron de Jerusalén y partieron a Belén, guiados por la estrella. En sueños, recibieron la visita de un ángel, quien les ordenó que no contaran nada. Y así fue como después de encontrar a Jesús, adorarlo y regalarle oro, incienso y mirra, volvieron a sus países por otro camino y sin haber revelado la verdad a Herodes.

Desesperado y sin información, Herodes hizo rodear la pequeña ciudad de Belén y mandó a sus soldados que mataran a todos los niños menores de dos años.

No se sabe de verdad cuántos fueron, pero la tradición establece que unos 30 niños menores de dos años murieron a manos de los soldados romanos. Desde entonces, la iglesia católica celebra cada 28 de diciembre la fiesta de los Santos Inocentes, para recordar esas crueles muertes de niños.

Y desde hace algunos años, la iglesia católica realiza también oficios especiales, para rezar por todos los niños que no han podido nacer y han muerto víctimas del aborto.

La tradición ha transformado este día también en el elegido para hacer “bromas inocentes”. En la edad media, acostumbraban celebrarse los “días de locura”, que eran desde Navidad hasta año nuevo; y buscando frenar un poco los excesos de la gente, la iglesia mezcló ambas tradiciones para celebrarse el día 28.

Desde entonces monaguillos, sacristanes, y el pueblo en general lo recordaban paradójicamente con humor; y la tradición bromista ha seguido hasta la fecha.

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