Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder
Bien lo asienta en sus cuadernos Albert Camus: un hombre correcto, pulcro, honesto y honrado no hace política. Si partimos de esta afirmación, nada debe sorprendernos el que algunos o muchos panistas sean tanto o más corruptos que los políticos a los que prometieron combatir para hacerse con el poder. De acuerdo a su desviada formación religiosa, podrían responder: el espíritu dispuesto está, pero la carne es débil.
Los niños Bribiesca se cansaron de hacer sus fortunas al amparo de la protección de su madre, la señora Martha Sahagún, el rostro perverso de Jano en la pareja presidencial. Tal como lo advirtió José López Portillo cuando a algunos de sus ex colaboradores se refirió: los acusamos de corrupción, no de tontos.
La corrupción en los gobiernos del PAN, los fraudes al amparo del poder, abundan, pero hay algunos emblemáticos, dos de ellos ligados a la Comisión Federal Electricidad, una empresa de clase mundial que depreda a sus consumidores mientras tolera o permite los abusos internos, como el de Néstor Moreno, fugaz dueño de cuantiosos y lujosos bienes, entre los que destacan un Ferrari y un yate, de los que hoy nada quiere saber.
Ahora pueden comprenderse las verdaderas razones de la renuncia del ingeniero Alfredo Alías Ayub, quien seguramente intuyó y previó el fraude cometido contra la empresa que dirigió, tramado entre terratenientes de Sinaloa y Sonora, jueces y funcionarios de clase mundial de la CFE. Prefirió irse que enfrentarse a los grupos que determinaron e ingeniaron esa estafa, con la idea de obtener dinero para causas propias y posiblemente también con fines políticos, dada la lucha por el poder, que lo es entre dos concepciones distintas de lo que debe ser el desarrollo futuro de México: el de la sumisión extralógica al Imperio para recibir migajas y mal trato, y el de la dignidad que mínimamente se requiere para merecer la democracia, crear gobiernos ajenos a la guerra y a la inseguridad pública.
Son contumaces en el desabasto en el ISSSTE y los contratos arreglados en el IMSS, institución que se esfuerza en combatirlos con su página de transparencia, para que el derechohabiente pueda saber lo que hay, lo que se ofrece y lo que se adquiere para su beneficio.
Recuerdo con claridad las páginas iniciales de El primer día, que narra los avatares de las 24 horas posteriores a la entrega del poder, el encuentro entre el ex mandatario y el ex jefe de compras del IMSS, necesitado de un trabajo porque no tiene en qué caerse muerto. La respuesta es terrible: Te puse allí para que resolvieras tus problemas económicos -palabras más, palabras menos, la cita no es textual-. ¿Cuántos como ese hombre honrado hay?
Regresemos a Camus, quien en sus cuadernos asegura que la política no está hecha para hombres íntegros, limpios, pero, pienso, alguien tiene que hacerla, aunque no sea químicamente puro.
Bien lo asienta en sus cuadernos Albert Camus: un hombre correcto, pulcro, honesto y honrado no hace política. Si partimos de esta afirmación, nada debe sorprendernos el que algunos o muchos panistas sean tanto o más corruptos que los políticos a los que prometieron combatir para hacerse con el poder. De acuerdo a su desviada formación religiosa, podrían responder: el espíritu dispuesto está, pero la carne es débil.
Los niños Bribiesca se cansaron de hacer sus fortunas al amparo de la protección de su madre, la señora Martha Sahagún, el rostro perverso de Jano en la pareja presidencial. Tal como lo advirtió José López Portillo cuando a algunos de sus ex colaboradores se refirió: los acusamos de corrupción, no de tontos.
La corrupción en los gobiernos del PAN, los fraudes al amparo del poder, abundan, pero hay algunos emblemáticos, dos de ellos ligados a la Comisión Federal Electricidad, una empresa de clase mundial que depreda a sus consumidores mientras tolera o permite los abusos internos, como el de Néstor Moreno, fugaz dueño de cuantiosos y lujosos bienes, entre los que destacan un Ferrari y un yate, de los que hoy nada quiere saber.
Ahora pueden comprenderse las verdaderas razones de la renuncia del ingeniero Alfredo Alías Ayub, quien seguramente intuyó y previó el fraude cometido contra la empresa que dirigió, tramado entre terratenientes de Sinaloa y Sonora, jueces y funcionarios de clase mundial de la CFE. Prefirió irse que enfrentarse a los grupos que determinaron e ingeniaron esa estafa, con la idea de obtener dinero para causas propias y posiblemente también con fines políticos, dada la lucha por el poder, que lo es entre dos concepciones distintas de lo que debe ser el desarrollo futuro de México: el de la sumisión extralógica al Imperio para recibir migajas y mal trato, y el de la dignidad que mínimamente se requiere para merecer la democracia, crear gobiernos ajenos a la guerra y a la inseguridad pública.
Son contumaces en el desabasto en el ISSSTE y los contratos arreglados en el IMSS, institución que se esfuerza en combatirlos con su página de transparencia, para que el derechohabiente pueda saber lo que hay, lo que se ofrece y lo que se adquiere para su beneficio.
Recuerdo con claridad las páginas iniciales de El primer día, que narra los avatares de las 24 horas posteriores a la entrega del poder, el encuentro entre el ex mandatario y el ex jefe de compras del IMSS, necesitado de un trabajo porque no tiene en qué caerse muerto. La respuesta es terrible: Te puse allí para que resolvieras tus problemas económicos -palabras más, palabras menos, la cita no es textual-. ¿Cuántos como ese hombre honrado hay?
Regresemos a Camus, quien en sus cuadernos asegura que la política no está hecha para hombres íntegros, limpios, pero, pienso, alguien tiene que hacerla, aunque no sea químicamente puro.
Comentarios