Con los guantes puestos

Francisco Rodríguez / Índice Político

Como las calcomanías aquellas, “pegan por arriba, pegan por abajo… ¡por todos lados!”. Felipe Calderón y su “establo” –en términos pugilísticos, aclaro, para no ofender a las bestias– están desatados. Se han calzado los Everlast y, ¡pum!, Songo le da a Borondongo por sus dizque ligas con el narco… ¡Zas!, Bernabé le da Muchilanga porque no pudo sacar adelante “las reformas estructurales que-el-país-necesita”… ¡Cuas!, Muchilanga le revira a Bernabé porque los pobres crecieron a su paso por la secretaría de la pía asistencia social a cambio del apoyo electoral… Y, ¡papas!, Abambelé se lanza a mordidas al cuello de su antecesor que porque dice que dejó escapar al Gran Capo que él no ha podido, no ha sabido o, de plano, no ha querido capturar.

Esta, aún, no es violencia política, pero sí es virulencia retórica de quienes equívocamente se presumen políticos.

Y esta virulencia refleja nada más ni nada menos que desesperación.

Se entiende, claro, que el ocupante de Los Pinos haya perdido los estribos. Nada le sale bien. Todo lo que toca, cual si fuera un anti-Midas, se desmorona o mínimo se vuelve estiércol. Han sido cinco años de derrotas, de pérdidas –hasta de sus colaboradores más queridos–, de rotundos fracasos. Su guerra. El desempleo. Sequías. Inundaciones. Epidemias. Las 10 (sic) plagas “de Israel” (resic) que él mismo citó apenas en su cada vez más emotivo discurso. Como si estuviera “salado”, maldecido.

Y ante tanta calamidad que sobre él se cierne reacciona irreflexivamente con virulencia verbal que bien podría ser el paso previo a una escalada de violencia que surgiera de los mismos Pinos.

Comprensible, también, que empequeñecido en las encuestas y en su cotidiano actuar, “el delfín” Ernesto Cordero recurra a las peores artimañas de la “grilla” o de los politicastros. La descalificación de la tarea legislativa –si es que la hubiere tenido– de su contendiente por la candidatura de Acción Nacional, Josefina Vázquez quien, instintivamente se cubrió el rostro al tiempo que lanzaba un jab a su atacante: que ella dejó menos millones de pobres y que aquél los incrementó. La pobreza como fría estadística. Y lo peor, como arma electoral.

No menos grave aunque también comprensible el lance García Luna-Gertz Manero, retomado por el primero. Una vengancita. Porque el cardenista que luego se volvió foxista y ahora es lópezobradorista inició su gestión al frente de Seguridad Pública Federal acusando a su ahora sucesor de haber sido beneficiario de la adquisición de aeronaves a precios inflados.

Y García Luna se la cobra, ahora, señalándolo con índice flamígero cual responsable de la fuga de Joaquín “El Chapo” Guzmán del penal de máxima seguridad (jejeje) de Puente Grande, en Jalisco y, claro, de haber destruido el sistema de seguridad pública que, por supuesto, en sus ratos que le deja libres su carrera de productor de cine, radio y televisión don Genaro se encarga de enderezar, recomponer y bla, bla, bla…

Triste espectáculo.

Tanta agresividad y odio que manifiestan todos esos seres mediocres de bajo intelecto no es cosa sana.

Por eso, es importante que la sociedad tome conciencia de que la radicalización de los conflictos no conduce a nada y que sólo permite la instalación de un estado en donde pocos piensan, mientras que muchos se ponen al servicio de la prepotencia y la agresión verbal. Así no se saca adelante el país, así se explican todos los fracasos.
En medio de tanta convulsión, que irá seguramente en aumento, la racionalidad es clave para mantener los pies sobre la tierra y alumbrar ideas y políticas pensando en lo mejor para el conjunto.

Para eso está pensado el rol del político: para que se desgañite por lograr un lugar de resonancia gracias a sus logros en favor de todos y no en el de nichos y guetos que sólo responden a corporaciones de intereses ajenos a los de la comunidad.

Calderón y sus secuaces se calzaron los guantes.

Mientras no empuñen las AK-47…

Índice Flamígero: Ustedes disculparán a este personaje. Ya dijo que seguirá cometiendo errores, pronunciando dislates y olvidando lo esencial durante toooda la campaña electoral. Dice que eso es común. Y ya se justificó, también, echando la culpa a la oposición de agrandar y socializar –en las redes– de todas y cada una de sus metidas de pata. Ustedes disculparán, pues son “prole” y, además, meras amas de casa. Como que no están a la altura de él, pues no salen en la tele ni lucen un copete así. ¿Ustedes disculparán? ¿En serio?

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